"Estaría dispuesto a hablar con las FARC"
Por María Jimena Duzán
MARÍA JIMENA DUZÁN: Usted ha dicho que si es elegido presidente de Venezuela va a apoyar el proceso de paz que se adelanta en La Habana, el cual contó con el apoyo de Chávez.
HENRIQUE CAPRILES: Lo primero que tienen que saber los colombianos es que no haré nada sin el consentimiento de su gobierno. Aquí, durante muchos años el gobierno venezolano sin consultar al colombiano mantuvo de manera unilateral una relación cómplice con las Farc. Yo la invito a que vaya conmigo al estado Táchira para que vea dónde están los negocios del ELN. ¿Que el gobierno no lo sabe? No lo creo. Usted y yo sabemos que el gobierno venezolano los protege. Por eso le repito: si soy presidente tengan la seguridad de que cualquier conversación que vaya a tener con los grupos al margen de la ley será de acuerdo con el gobierno colombiano.
M. J. D.: ¿Y estaría dispuesto a dialogar con las Farc, como lo hizo Chávez?
H. C.: ¡Pero claro que estoy dispuesto! Soy nieto de sobrevivientes de la guerra y esa es la sangre que corre por mis venas. Mi abuela, que ha sido una persona muy especial para mí, sobrevivió al gueto de Varsovia y al holocausto y mis bisabuelos murieron asesinados por los nazis. Por eso no puedo estar a favor de nada que me suene a guerra. Y si yo puedo hacer algo como líder, como servidor público, como ser humano para finiquitar el conflicto armado en Colombia tengan la seguridad de que lo haré.
M. J. D.: Usted ha dicho que la paz de Colombia no pasa por el triunfo del chavismo y que si usted es presidente esta se va a firmar más rápido. ¿Por qué lo dice?
H. C.: Pues porque si yo soy presidente de Venezuela se acaba el chantaje y a las Farc se les acaba el padrino y en esas circunstancias a esa guerrilla no le va a quedar otra que acordar la paz. Su capacidad de maniobra se reduciría porque el presidente colombiano tendría la certeza de que cuenta con un gobierno que no le va a dar campo a los irregulares. Es más, creo que todos los demócratas de América Latina saben que lo que más les conviene es que yo gane estas elecciones porque va a empezar un proceso de relaciones distinto con América Latina, que ya no va a ser sobre la base de la compra de lealtades.
M. J. D.: Sorprende que en esta campaña un tema como el de Colombia no sea parte de la agenda.
H. C.: Es que ese no es un tema que interese especialmente a los venezolanos.
M. J. D.: ¿Ni al millón y medio de colombianos que vive aquí en Venezuela?
H. C.: Tampoco. Sí lo es para la gente que vive en los estados fronterizos, pero en esa zona no está concentrada la mayor parte de la población del país. Pero además Maduro, a diferencia de Chávez, tiene una noción muy caraqueña del país y estos temas no les interesan. Fíjese, se fue al Táchira y ni siquiera tocó el tema y eso que fue canciller; un canciller cómplice de las Farc.
M. J. D.: ¿Por qué dice que Maduro fue un canciller cómplice de las Farc?
H. C.: ¿Quiere saber por qué Nicolás fue candidato...? Pues por los Castro, sin duda alguna. Maduro es la última esperanza de Raúl Castro para que continúe ese financiamiento al régimen castrista. Para que usted lo tenga claro: este gobierno mantiene al gobierno de Cuba.
M. J. D.: ¿O sea que lo primero que va hacer usted si resulta elegido presidente de Venezuela es romper relaciones con Cuba?
H. C.: No, no las voy a romper, pero sí voy a sincerarlas.
M. J. D.: ¿Y eso qué significa?
H. C.: Que no voy a regalar más el petróleo de Venezuela y que voy a sacar a los militares cubanos que hay en las Fuerzas Militares. Yo la invito para que usted vea la miseria que hay en mi país. Aquí hay 700.000 familias que no comen bien. ¿Cómo voy yo a regalar el petróleo a Cuba? Yo se los puedo vender y darle facilidades de pago, pero no más.
M. J. D.: ¿Qué opina de que Santos y Chávez se hayan convertido en mejores amigos?
H. C.: Que por más de que nos quieran convencer de que entre los dos se firmó la paz, yo creo que las relaciones están bastante frías.
M. J. D.: Permítame contradecirlo: sé de buena fuente que el gobierno Santos está muy agradecido con el chavismo por la ayuda que ha prestado en el proceso de paz en La Habana. Al punto de que Santos vino a su sepelio y le rindió homenaje.
H. C.: ¡Pero mire el intercambio económico! ¡Nunca se reactivó! A eso me refiero. Colombia produce alimentos que hubiéramos podido comprarle. Ese cupo lo llenaron los verdaderos amigos del gobierno, como Argentina. ¿Usted sabe cuánto parece que es la deuda que tiene con Pdvsa el gobierno argentino? Parece que es de cerca de 13.000 millones de dólares. Si yo soy el nuevo presidente de Venezuela no quiero tener malas relaciones con la señora Kirchner, pero llegando a Miraflores llamaré a la presidente de Argentina y le preguntaré: Señora, ¿cuándo es que usted le va a pagar a Venezuela?
M. J. D.: Brasil también llenó ese cupo…
H. C.: Sí, pero el caso de Brasil es muy distinto. Yo soy un seguidor del modelo brasileño porque es una demostración de que en América Latina se puede salir de la pobreza y ese tema es clave en mi proyecto. Yo estoy aquí para eso: para ver cómo saco de la pobreza a mi país.
M. J. D.: Usted me perdonará, pero me parece estar oyendo al Chávez de hace unos años haciendo campaña.
H. C.: Sí, es cierto, pero Chávez no encontró la forma de sacar a este país de la pobreza. Yo le reconozco su identificación y su pasión por el tema de la pobreza. De hecho, se lo reconocí el año pasado durante la campaña. Él no sacó al país de la pobreza sino que chantajeó a los pobres con subsidios.
M. J. D.: Pero esa política de subsidios usted no la ha criticado. ¿La va a mantener si llega a ser presidente?
H. C.: Mientras haya pobreza este tipo de misiones se necesitan. El tema es que eso no es suficiente. Se necesita que haya democracia, alternatividad en el poder.
M. J. D.: Los analistas dicen que si la campaña no hubiera sido tan corta usted la ganaría sobrado, pero que no le va a alcanzar para el triunfo. ¿Algún comentario?
H. C.: ¡Ojo! Yo creo que puedo ganar y le voy a decir por qué: yo solo tengo 7 millones de votos. Cada vez que el gobierno ha competido sin Chávez nunca ha pasado de 6 millones. ¿Cuánta gente del chavismo va a votar? Ese es el gran interrogante.
M. J. D.: ¿O sea que usted cree que hay mucho chavista que no va a votar por Maduro?
H. C.: Yo no hablaría de abstención sino de no conexión con el candidato del gobierno. No les gusta Maduro. Quizá todavía no he logrado generar la confianza para que ese elector diga: ‘No me gusta Maduro, voto por Capriles’. Ese es mi reto a futuro. Pero le aseguro que no hay ninguna encuesta que tenga una foto cierta de estas elecciones. Mi temor es otro: que el gobierno pretenda desconocer el resultado.
M. J. D.: Pero Chávez siempre reconoció sus derrotas.
H. C.: Sí, siempre las reconoció pero es que nunca las derrotas que tuvo le significaron perder el poder. Y estos señores de ahora no son Chávez. En este país puede pasar cualquier cosa el 14 de abril, sobre todo porque hay mucho ruido en el sector militar.
M .J. D.: ¿Cómo así?
H. C.: Yo he estado haciendo mi trabajo con los militares, no con la idea de buscar que se alcen en armas porque no es mi estilo: soy un demócrata y no un golpista. No estuve en el golpe de 2002, ni lo avalé, ni firmé el decreto de Carmona. Con los militares mi interés es que cumplan con la Constitución. El presidente Chávez por ser un militar tenía mucho liderazgo dentro de las Fuerzas Armadas, pero Nicolás no solo no le llega al tobillo a Chávez, sino que el militar no se identifica con él. Diosdado Cabello solo tiene un grupito muy pequeño que lo acompaña. Por lo que he podido conversar con los militares tengo la confianza de que ese día la Fuerzas Armadas van a responder democráticamente. Les he hecho saber que de este lado hay visión democrática y respeto a la Constitución, pero no le voy a negar que ese sigue siendo un escenario de mucha incertidumbre.
M. J. D.: ¿Usted pensó que Maduro podría ser tan mal candidato?
H. C.: La verdad es que yo pensé que podría ser un poquito mejor. No ha sido malo, sino de los peores candidatos que ha tenido Venezuela. Y como no tiene lo que debe tener un candidato, toda su campaña es con fotos de Chávez. El himno lo canta Chávez y pronto sus actos terminarán reducidos a videos de él. Pero el problema le repito no es Maduro, sino el poder del Estado que él representa. ¿Sabe qué hicieron ayer? ¡Me quitaron los afiches de una calle en Caracas!
M. J. D.: ¿Con Chávez no pasaba lo mismo?
H. C.: Pues con él se guardaban más las formas.
M. J. D.: Usted se le reconoce como una persona más cercana al uribismo que al Santismo.
H. C.: Le voy a decir una cosa, no conozco al expresidente Uribe. Al que sí conozco es al presidente Santos con quien me reuní en octubre. Esa imagen que hay de mí es producto de una campaña del gobierno venezolano que quiere asociarme con Uribe para decir que yo soy de derecha. Si así fuera pues lo diría, pero ocurre que soy de centro izquierda. Eso se vio en mi gobernación cuando me volqué hacia la educación. Pero además le voy a decir algo: no me gustan los comentarios de Uribe cuando se mete con la política venezolana. Eso se lo he hecho saber. Que no se nos meta en el debate interno, porque yo no me meto en la política colombiana. ¡Y ojo que yo sí soy un seguidor y admirador de Colombia!
M. J. D.: ¿Y en la reunión con Santos no hablaron del proceso de paz que se sigue en La Habana ni del papel que Chávez desempeñó en la etapa exploratoria?
H. C.: Ni me lo contó, ni le pregunté, ni yo quise saber. La prudencia se agradece. Fue una reunión muy cordial.
M. J. D.: ¿Y con la canciller María Ángela Holguín, se habla?
H. C.: Yo la conozco muy bien, porque fue embajadora aquí. Creo, eso sí, que ha cambiado un poquito sus visiones.
M. J. D.: ¿Cómo así?
H. C.: Ahí se lo dejo. Si yo voy a ser presidente, no voy a pelearme con la canciller de Colombia.
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