domingo, 29 de junio de 2014

ENTREVISTA A DIEGO BAUTISTA URBANEJA

"La disidencia en el chavismo es contra la oligarquía militar"


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ROBERTO GIUSTI |  EL UNIVERSAL

Diego Bautista Urbaneja debe ser el único ancla de la radio venezolana, (nos referimos a su programa La Linterna, por RCR) a quien sus oyentes le conceden el trato respetuoso de "doctor" a la hora de someterlo, todos los mediodías de este mundo, a un interrogatorio variopinto y abigarrado, aunque casi siempre concentrado en la realidad política nacional. Inmutable y metódico, suele salir avante de la prueba con sus verbo reposado, a veces explosivo, aun cuando no lo parezca, por su sobria gravedad a la hora de responder.

Miembro de la Academia Nacional de la Historia, politólogo, profesor invitado del St. Antony's College, de la Universidad de Oxford, Urbaneja dejó caer, en esta oportunidad, la tesis de "la oligarquía militar enquistada en el aparato del Estado". Un dato "sólido", que debe determinar el presente y el futuro inmediato del país.



-¿No está la oposición tan emproblemada como el chavismo? Te lo pregunto porque lejos de capitalizar el momento tan comprometido que vive el Gobierno, su dirigencia parece haber sido arrastrada hacia ese estado de sopor, dispersión y anomia que reina en el país.
-En la oposición hay dos lecturas, unidas por el mínimo común denominador del deseo de producir un cambio político. Por un lado, se interpreta de diferente manera la correlación de fuerzas políticas y sociales y por el otro se sostiene visiones contrarias sobre la estrategia para generar ese cambio que tanto se busca.


-¿No crees que una de esas dos lecturas ha sido derrotada en los últimos meses?
-¿Cuál de las dos?
-La de La Salida.
-Las divergencias deben ser objeto de una discusión organizada, sincera y descarnada entre los representante de ambas visiones. Una expresada en lo que se llamó La Salida y otra que, antes de precipitarlas, ve las cosas más en términos de acumulación de fuerzas porque considera que no están dadas las condiciones. El debate debe darse en busca de un punto de acuerdo que permita una estrategia común. Pero eso demanda la franqueza necesaria para poner el claro los puntos divergentes, sin tapujos y aireando las diferencias reales. Ahora, si eso no se da, se debe buscar, entonces, la forma en que ambas estrategias puedan desarrollarse paralelamente, en el entendido de que, a la hora de una coyuntura electoral, será necesaria una reunificación. No hacerlo resultaría catastrófico.
-No obstante, si en algo pueden tener la razón los partidarios de La Salida es en que el país no puede esperar un evento electoral para superar la crisis por esa vía. ¿No se imponen soluciones urgentes a problemas que no admiten paciencia ni esperas a mediano plazo porque el hambre y la miseria pueden conducir al caos?
-Claro. Pero, ¿cómo puedes expresar en la práctica ese "no esperar más"? Hay otros procesos y otras fuerzas (oficialistas) importantes que están en el tablero con muchas elementos de estabilidad a su favor. Frente a eso debes convertirte en una mayoría sólida, contundente y luego ver cómo tra- duces esa fortaleza en la rea- lidad.
-Es decir, la oposición es minoría en este momento.
-Aquí hay una confusión que debe ser aclarada. Es distinto el descontento al apoyo que pueda tener la oposición. El descontento es mucho mayor que la oposición y en ese descontento hay una franja de ciudadanos que, puestos a escoger entre oposición y Gobierno, quien sabe para dónde agarran. No es nada seguro que sea para la oposición. Entonces la oposición debe copar ese descontento. Tal diferencia , al parecer, no es percibida por muchos dirigentes políticos. Creen que el 70% de quienes consideran a este gobierno como "malo", son de oposición y eso no es así.
-Puede parecer una perogrullada preguntártelo, pero, ¿en cuál de los dos posiciones te ubicas?
-Siempre estuve a favor de la idea del crecimiento popular y social, como forma de construir una mayoría clara que luego utilizarás políticamente en la forma que corresponda.
-¿No es esa una verdadera tragedia?
-¿Qué cosa?
-Que la mayoría de la población se manifieste en contra del Gobierno y no haya una alternativa creíble que le genere la suficiente confianza como para recibir su apoyo.

-La gran tarea de la oposición es cancelar esa tragedia y ahí entran a jugar un papel crucial los partidos de oposición. La MUD no es una organización per se,sino una alianza de partidos. De allí que su fuerza y la propia unidad dependan del compromiso de los partidos. Y en ese sentido ya es hora de que estos pongan en práctica estrategias de crecimiento propias porque cada uno tiene su público natural y sus afinidades electivas. Siento, sin embargo, que los partidos, han cometido el error de descargarse, en exceso, sobre la Mesa de Unidad Democrática, cuando esta no existe como estructura partidista.

-Pero, ¿no debería existir? ¿No indican experiencias como La Concertación, en Chile, que esa unión de partidos se convirtió en un movimiento que iba más allá de la coyuntura electoral?
-La Concertación, como tal, no es una estructura. Su fuerza radica en el peso de los grandes partidos: el socialista y el demócrata-cristiano. De ese par de familias políticas y de su compromiso depende La Concertación, a la cual han defendido a toda costa, pasando por encima de grandes diferencias.
-Ellos no tuvieron, como ocurre aquí, diferencias sobre la estrategia, que estaba definida de entrada. Y lo más difícil, las diferencias ideológicas se fundieron en un proyecto común.
-Enfrentaban una dictadura evidente. Ahí nadie proponía ponerse de acuerdo para caracterizar el régimen de Pinochet. Aquí, en la oposición, tenemos lecturas diferente sobre el tema. Pero La Concertación no es una estructura partidista.
-¿No debe asumir la MUD una mayor responsabilidad?
-Eso debería ser parte del gran debate necesario y urgente. Que los partidos decidan delegar en la MUD determinadas áreas de decisión, así como los recursos y fuerza para que pueda asumir esa responsabilidad.
-Frente a esa situación, hay un Gobierno dividido en facciones que aparentemente son de carácter ideológico y/o generacional, pero que se perciben, en el fondo, como una pelea por el poder.
-La disidencia que se está expresando, cuya primera señal fue la carta de Giordiani, es el descontento de un sector civil, fundador del MVR y luego del PSUV que, además, es el de mayor formación académica, vinculado al Cendes y a la UCV.
-Pero posterior al movimiento militar original.
-Cierto. Los nombres que ves: Navarro, Osorio, no estoy seguro si Vanessa Davies y otros que no menciono para no comprometerlos, son del mundo académico y civil . Esa disidencia está dejando al desnudo lo que, hoy por hoy, es el oficialismo: un sola y pura estructura de poder, cuyo único objetivo es aferrarse y sostenerlo a toda costa. De allí su ausencia (de académicos y/o civiles), cada vez mayor, en los cargos claves. Y de allí, también, la disminución de elementos ideológicos, de proyectos, programas y de visiones de país. Como contrapartida se impone el pragmatismo en la política económica que, en definitiva, responde a una pregunta crucial: "¿Cómo hacemos con la economía para mantenernos en el poder?"
-¿Quién sustituye a los representantes, ahora defenestrados, de ese sector?
-Se está revelando algo que en vida de Chávez estuvo bajo el control de su liderazgo.El, como gran croupier, repartía el juego, pero luego de su desaparición el fenómeno se reveló en toda su intensidad. Me refiero a la existencia de una oligarquía militar en el aparato del Estado. La red de intereses económicos y políticos en manos militares. Allí se mueven diversos grupos y, por tanto, alojan sus propias tensiones internas y sus rivalidades. Pero, en su conjunto constituyen una oligarquía militar que forma parte fundamental de ese aparato de poder. Entonces, hay que contar con la presencia de ese bloque de poder autónomo, en la política venezolana, como dato sólido para el presente y el futuro a corto plazo.
-La imposición del poder de fuego.
-Correcto. Y ese descontento, que se está expresando, dentro de oficialismo, en buena parte responde a la constatación de que eso es así. Una constatación amarga para quienes fueron desalojados del poder, porque esto estaba en la lógica de lo que Chávez venía construyendo y quizás ellos no lo quisieron ver.
-¿Qué hacer frente a esa realidad que, como dices, es tan "sólida"?
-Hay que ver cómo evoluciona la situación del país, cada vez más insostenible y esperar para saber cómo reacciona esa oligarquía militar. Ahí pueden darse muchas dinámicas. Yo en este momento no tengo una respuesta. Se trata de uno de los grandes temas que debe ser analizado para definir la estrategia y no solo en la oposición porque el oficialismo tiene enquistada, en su seno, esa estructura y la preocupación no debe ser solo de los disidentes.
-Chávez mantenía a raya ese poder militar que ahora luce desbocado. ¿Qué papel juega en todo esto Maduro?

-En este momento Maduro luce como un equilibrista. Un tipo que trata de mantenerse en la cuerda floja, dosificando, acudiendo a la retórica, recurriendo a Chávez. Pero uno no sabe qué poder real tiene Maduro. Y quién puede darle un golpe a la mesa, si hay alguien que pueda hacerlo. Esa es una gran incógnita.

-Pero cuando actúa, como lo está haciendo, contra la disidencia, uno puede deducir en qué bando está.
-Claro. Pero una cosa es que él esté con una facción y otra cosa es que la domine. Y ahí aparece el equilibrista.
-Chávez mandaba sobre militares y civiles, ¿Maduro no?

-Uno no se pregunta si Chávez mandaba.Con Maduro la incógnita es no sólo esa, sino, en caso de ser afirmativa la respuesta, uno puede repreguntarse, ¿cuánto manda?

-¿Tendríamos, entonces, que extrañar a Chávez?
-No. Chávez es el gran responsable. Aunque queda la pregunta de qué habría hecho al constatar el efecto desastroso de sus 14 años. Quizás habría dado un viraje que dejaría pálido a Carlos Andrés Pérez.


rgiusti@eluniversal.com

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