MAXIM ROSS
EL UNIVERSAL
Sigo con el tema del modelo integrador y ahora entro en el terreno del grado de conexión entre la estructura político-institucional que ha caracterizado a Venezuela en los últimos años y su vinculación con el modelo petrolero, porque quiero adelantar la aseveración de que poco puede prosperar nuestra democracia con un sesgo tan relevante a favor del Presidencialismo y donde el Estado se apropia del manejo de nuestro principal recurso y del excedente que genera.
Dicho en palabras diferentes: ¿Cómo podríamos aspirar a una democracia más efectiva en un cuadro donde el Poder Legislativo ha estado intervenido en profundidad por el Poder Ejecutivo, en especial con el expediente de las leyes habilitantes? ¿Cómo puede prosperar la democracia en un régimen como este?
Sin integración política no hay democracia
Siguiendo la línea del modelo integrador que he venido defendiendo, una "pata de esa mesa" está en el terreno político porque no se pudo, ni se podrá construir un modelo de integración política y de perfeccionamiento de la democracia, mientras persista la estructura presidencialista y su manejo del petróleo.
Un país que ha sido gobernado, principalmente, por Decretos Leyes, cuyo impacto ha sido decisivo en lo económico y lo social, pero que además inhibió absolutamente la capacidad deliberativa del Poder Legislativo, el cual, mal que bien, tiene la representación de la soberanía popular, no puede esperar que su desempeño democrático mejore con una restricción como la descrita. Ahora, inclusive, se ha deteriorado y degenerado a su máxima expresión. Si a ello se añade el poder centralizador que tiene el manejo del petróleo y su profunda influencia en la consolidación del Presidencialismo, nada se puede esperar de un perfeccionamiento de la democracia en Venezuela y, por ende, de una mayor integración política, si la participación y la representación de los partidos políticos es inhibida y sustituida por el Poder Ejecutivo.
El otro componente de esa integración es la sociedad civil, pero, ¿qué se puede decir de ella?, con una casi absoluta ausencia deliberativa en todos los frentes de la vida nacional, que, como hemos indicado anteriormente, la lleva al extremo de que sus únicas maneras de incidir son la protesta, la manifestación de calle o la Mesa de Diálogo, porque no tiene medios intermediarios para hacer oír su opinión en la dirección del país. La desaparición o el ahogo de las instituciones representativas de la sociedad civil, tales como sindicatos, gremios, asociaciones civiles, etc., son consecuencia de ese poder omnímodo que ejerce un Presidente en Venezuela, ahora contaminado por la doctrina revolucionaria que subordina todo al Poder Ejecutivo. Al Presidencialismo.
Petróleo y Presidencialismo
Este cuadro no es una casualidad y no hay duda que la aparición del petróleo consolidó el centralismo en Venezuela y, con él, el Presidencialismo porque antes, con más o con menos, la provincia tenía un peso en el devenir del país, con aquello de la agricultura y la industria incipiente. El petróleo en manos del Estado terminó consolidando ese poder, con un consecuente y grave deterioro de la integración política. Al final de cuentas es lo que tenemos y hay que tener presente, muy claramente presente, que si no cambiamos el formato del modelo petrolero, no podremos alterar el poder del Ejecutivo y el Presidencialismo. Con ellos la influencia de los partidos políticos y de la sociedad civil será decreciente, como lo va demostrando la experiencia.
Puede argumentarse que los partidos políticos están perdiendo vigencia, como se les califica en muchos países y que han perdido capacidad representativa. Puede ser cierto, pero el reto o el desafío que tiene la sociedad venezolana es cómo restablecer ese equilibrio representativo y participativo.
Paradójicamente la sobrevivencia de los partidos políticos y de la sociedad civil está condicionada a que estén dispuestos a desmontar el Presidencialismo, sin olvidar que, mientras el petróleo sea manejado exclusivamente por el Estado, el Poder Ejecutivo y el Presidente, la democracia venezolana seguirá agrietada y no tendrá la masa crítica de integración política que la sustente.
Tomo como base de estos argumentos los originales y estupendos aportes del Dr. Juan Garrido, quien nos ha convencido de los estrechos vínculos entre lo económico y lo político. Ver sus trabajos en el Boletín del CEDEV de la Universidad Monteávila sobre la democracia y el Presidencialismo.
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