viernes, 27 de junio de 2014

¿Incómoda la Constitución o Maduro?


GERARDO BLYDE |  EL UNIVERSAL
Hemos sostenido que la Constitución de 1999 fue aprobada con una pobre participación ciudadana ante la inmensa crisis económica, política y social que por aquel entonces sufría el país. Una parte del país salió a votarla, otra mucho más reducida a rechazarla y una inmensa mayoría se quedó en sus casas sin manifestarse.
A los pocos años, Chávez se percató que el modelo centralista, hegemónico, intervencionista y concentrador del poder que pretendía desarrollar no estaba plasmado en el texto constitucional. Por ello propuso su reforma que comprendía casi un tercio de su articulado, con el objeto de adecuarla a su modelo socialista y centralista del ejercicio del poder.
Esa reforma fue derrotada en las urnas electorales y Chávez reconoció -de palabra- que no pudo modificarla. Todas las fuerzas que para su entrada en vigencia la habían rechazado se convirtieron en sus principales defensores. También la defendieron partidarios del propio Chávez que votaron en contra de la reforma o se abstuvieron.
Aquel día en que la reforma constitucional no pudo ser aprobada, la Constitución de 1999 se convirtió finalmente en el pacto social de la gran mayoría de los venezolanos -chavistas promotores iniciales de su aprobación y opositores que defendieron su texto original- y, entonces, quedó definido para todos el modelo de Estado plural y descentralizado que ella consagró.
El momento constituyente de 1999 llegó como consecuencia de no haberse realizado, por la vía de la reforma constitucional -que pasó años discutiéndose en una comisión del extinto Congreso- las profundas modificaciones que requería la Constitución de 1961, ante una dirigencia política que había agotado el modelo que ella contenía y se negó a avanzar.
De un excelente profesor de Introducción al Derecho aprendí que las leyes son como un guante a la mano. El guante debe calzarle a los dedos para darle abrigo o protección. Si se es niño, el guante debe ser confeccionado para niños. Cuando el niño crece -como crecen las sociedades- el guante debe ser modificado; de lo contrario o no le entrará o terminará rompiendo sus costuras para seguir creciendo.
Las constituciones tienen por objeto organizar el ejercicio del poder y colocarle límites ante los ciudadanos, establecer las reglas para el acceso al poder, determinar los pesos y contrapesos que debe tener el propio Estado para no sobreponerse a los derechos del ciudadano, y en fin, señalar incluso cuáles derechos están garantizados para todos y los medios efectivos para que no sean violentados. Las constituciones siempre tienen la intención de perdurar en el tiempo y de ellas deben derivar las leyes que deben irse ajustando a la evolución de las sociedades, como el guante a la mano.
Si una Constitución es extremadamente reglamentaria y entra en el detalle que ha debido dejársele a las normas de rango legal y sublegal, a mediano plazo, incomodará a quien ejerce el poder o incomodará a los ciudadanos.
Para Hugo Chávez prontamente resultó incómoda pues se constituyó en un muro de contención para el ejercicio unipersonal y centralista del poder, por esta razón quiso modificarla. Al no poderlo hacer, comenzó a violentarla abiertamente tanto con actos de gobierno como con leyes que determinan una configuración político territorial distinta a la contenida en ella.
¿Es la Constitución actual incómoda para los ciudadanos o algunos confunden esto con la incomodidad que les ocasiona el gobierno de Maduro? Pienso que se trata más de lo segundo. La institucionalidad contenida en la vigente Constitución no es mala; el inmenso problema ha sido que esa institucionalidad fue colonizada por quienes ejercen el poder para ponerla a su servicio y no, como dice la misma Constitución, al servicio de todos los ciudadanos. Se colonizó el Poder Electoral, el Judicial y hasta el poder ciudadano. El Poder Legislativo es prisionero de una mayoría de diputados que no entienden lo que es un parlamento democrático. Y el Poder Ejecutivo se ejerce de forma abusiva, no respetando los límites que la constitución le impone. Son los hombres los que tienen secuestrada a la Constitución.
Una asamblea constituyente tiene como fin cambiar el texto constitucional. Se confunde el cambiar ese texto con cambiar a los hombres que dominan las instituciones. Ello puede venderle al ciudadano la falsa idea de que con la constituyente se produciría un cambio de personas o fuerzas. La Constitución de 1999 es un buen freno legal para el autoritarismo. Cuidado con que a raíz de un proceso constituyente se legalice todo lo que hoy es ilegal y resulte peor el remedio que la enfermedad. Para sustituir a los hombres que ejercen el poder no creo que deba apelarse a un cambio de Constitución.

gblyde@gmail.com

@GerardoBlyde

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