JEAN MANINAT
Pasados los sofocos de La Salida, ahora cuando se sabe que no habrá una rendición de cuentas por parte de quienes la diseñaron, dirigieron y luego lanzaron al Guaire; habría que preguntarse si vale la pena seguir insistiendo en el tema de la Unidad (así con mayúscula de categoría platónica) o conformase con la idea de que hay posiciones encontradas, algunas de ellas sin la mínima disposición a mantener el esfuerzo unitario. Al fin y al cabo la diversidad no es mala y puede enriquecer el "debate", colorear la "discusión" y sacarnos de la tranquilidad de nuestras certitudes, nos dicen.
Esa visión idílica, multicolor, digna del Mago de Oz, está cortocircuitada por las aspiraciones de quienes han pretendido, desde los lejanos tiempos fundacionales de las primarias, que les corresponde genéticamente dirigir a la oposición y han hecho todo lo posible para que el mundo lo sepa y concuerde con la apreciación que sobre sí mismos tienen. Desde el momento en que Henrique Capriles fue designado como candidato del grupo opositor, se abrió también la carrera para llegado el momento sucederlo. El resbaloso: "lo espero en la bajadita".
La última operación de los laboratorios encargados de sembrar angustia y desánimo es señalar que hay quienes habrían propuesto esperar hasta el 2019 para continuar la lucha opositora. Dejan pasar –adrede o por descuido lo que es igual de irresponsable– que el año entrante hay elecciones legislativas que son cruciales y que se requiere de un inmenso esfuerzo de gente y recursos para enfrentarlas con éxito derrotando al gobierno. Por supuesto, sus mentores no estarían para perder tiempo, su labor es salir del régimen ya, exigiendo la renuncia, un revocatorio, una constituyente. Todavía no han empezado a recoger las firmas que harían realidad cualquiera de las tres opciones. Muy probablemente le pidan a la MUD que se las recoja y de no hacerlo, la acusarían de traición y colaboracionismo con el gobierno.
Una vez más distraerán la atención vendiendo ungüentos milagrosos en la plaza pública, sin advertirles a los esperanzados compradores que en la letra chiquita de la etiqueta que ilustra el frasco se puede leer: no nos hacemos responsables si no surte el efecto que anunciamos.
Cuando se den cuenta de su despropósito tricéfalo lo lanzarán a toda prisa de nuevo al Guaire, y exigirán ser candidatos y candidatas a ocupar un "puesto de lucha" en la Asamblea Nacional con el apoyo, por supuesto, de la MUD, que de no hacerlo sería acusada de traición y colaboracionismo con el gobierno.
Si algo nos enseñan los últimos años de luchas democráticas, es el valor de la unidad en base a una estrategia compartida. La saga de Henrique Capriles –hoy convenientemente desmerecida por algunos– se sustentó en su liderazgo y el apoyo de las fuerzas democráticas unidas en torno al proyecto que él representaba. Ha sido una labor sostenida y dura que enfrentó electoralmente al caudillo fundador primero y luego a sus sucesores. Los resultados –con todas las dificultades encontradas– están allí y pueden ser fácilmente contrastados con los de otras opciones.
El PSUV no puede discutir libremente porque la libertad no forma parte de su ADN y está acorralado por el desastre económico y social que desataron sus propietarios en el país. La oposición democrática representada en la MUD no quiere discutir abiertamente para no descascarar más aún la Unidad, una suerte de corrección política que sus enemigos explotan.
Lo políticamente correcto en estos momentos es asumir abiertamente el debate sobre la participación unitaria en las elecciones legislativas del año entrante. Entonces, cuando cada vela se pegue a su mástil se podrá navegar por un solo cauce y responder con propiedad a la pregunta: ¿Quién le teme a la Unidad?
@jeanmaninat
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