Santiago González
Ya lo había dicho Nicolás Redondo: "Si miramos a Podemos, gana Podemos". El éxito electoral de este partido de las europeas engolosinó a la izquierda. Ese monumento a la incapacidad que es Cayo Lara detectó enseguida su camino de perdición y prescribió la unidad con la fuerza emergente, que declinó la oferta sin fórmulas de cortesía.
En el PSOE ha venido a pasar otro tanto con un poco más de disimulo. Lo tengo escrito hace días: mientras Podemos trata de convertirse en un partido político, el PSOE le copia las formas asamblearias que abandona. Anoche, Mª Antonia Trujillo, que no es Rosa Luxemburgo, para qué nos vamos a engañar, se manifestaba partidaria de la unidad con Podemos. Será una intelectual de base, pero ha sido ministra del Gobierno de España y puede representar un sentir del socialismo español, no preocupado por la razón de que hayamos llegado a esto, sino por cómo volvemos adonde estuvimos. Hoy, Arcadi Espada repasa oportunamente el vértigo ideológico del nuevo jefe. En solo 40 días, hay que joderse.
Según el CIS, Podemos ya es la tercera fuerza, según vaticinaba el axioma de Redondo y tal como reconoce el CIS. Que ya están en la remontada, dicen los nuevos jefes. Ya solo falta que cualquier fin de semana en cualquier mitin, una moza le grite a Sánchez: "¡Pedro, tienes una sonrisa muy bonita!¡Tienes que sonreír más!" Y el líder le pida el teléfono para nombrarle, cuando toque, ministra de Igualdad.
Es lo que hay en la izquierda realmente existente. En la derecha se conforman con el cálculo de que Podemos sangra en mayor medida al principal partido de la oposición y todo viene bien para el convento, dicen, con su puta al hombro, sin dejar de invocar el sexto mandamiento.
¿Cuál es el arma secreta de Podemos? El gran Fernando Navarro, que ha asumido gozosamente la función del inspector de alcantarillas, ha dado con una pieza extraordinaria del ideólogo Monedero, cuya querencia por la guillotina y el enfrentamiento social ya han sido expuestas aquí. Que estamos ante un esforzado sembrador de odio no es una novedad. Tampoco lo es que, con el fin de alcanzar el poder y destruir la democracia, encuentra en la crisis un campo abonado para propagarlo. Todo esto es bien conocido para todo el que haya tenido la paciencia (y el estómago) suficiente para bucear en sus escritos (experiencia comparable a hacer submarinismo en un pozo negro) Pero parece ser que incluso en los más apestosos albañales y cuando uno creía haberse acostumbrado, se pueden encontrar muestras de un hedor insoportable. Este artículo, que rezuma un odio total, es uno de ellos. Trata de la crisis, de los desahucios y de suicidios; y de ahí, empleando lo que llama "lógica aristotélica" pasa a considerar que los banqueros, los miembros del gobierno, los obispos, los periodistas etc. son asesinos y terroristas. Sólo apto para estómagos muy fuertes. En aporrea.org, claro:
"Dice el Congreso Nacional de Psiquiatría que el 32% de los suicidios se basan en problemas económicos (...) Es decir, que si nos ponemos a enlazar causalidades, como hacen los científicos sociales, nos va a salir que, al menos, uno de cada dos que se suicidan, los están en verdad matando. Que te pones a tirar del hilo y resulta que están siendo asesinados por los banqueros y por los presidentes de las cajas de ahorro que vaciaron sus arcas, incluidos los obispos; asesinados por los partidos que aprueban reformas constitucionales que dan prioridad al pago de la deuda aunque luego digan que sienten el dolor de las que saltan por la ventana; ejecutados por la portavoz del Gobierno que celebra las medidas de ajuste y alienta más recortes mientras visita a su Santidad en el Vaticano vestida con el burka nacional; reventados por una bomba indirecta puesta en los bajos de su vida por el presidente Rajoy al que cada día se le suicidan 9 españoles y sin embargo se marcha a Nueva York a fumarse un puro".
"Entonces vino un juez que era aristotélico y empezó a hacer silogismos: Amaia Pueblo ha saltado por la ventana porque le iban a embargar el piso; Amaia Pueblo se ha matado al saltar por la ventana y chocar contra el asfalto. Los que le iban a embargar el piso son lo que han lanzado a Amaia Pueblo al vacío robándole la vida. Pedro Tierra se ha quitado de en medio por no recibir ayuda pública del Gobierno. El jefe del Estado ha dicho que el Gobierno está gestionando muy bien la crisis y que está haciendo muy bien al recortar el gasto social. Luego el jefe del Estado y el Gobierno han quitado de en medio a Pedro Tierra. Juan España se ha ahorcado porque le iban a echar de su casa. Los medios de comunicación y sesudos economistas dicen que la política social es la adecuada. Ergo los medios de comunicación y los sesudos economistas fueron los que ataron a la viga la soga que quitó la vida a Juan España. José Pobre se suicidó por no poder seguir adelante por culpa de las deudas. En su bolsillo una carta denegándole un crédito. El dinero para los créditos está en los paraísos fiscales. A José Pobre lo han asesinado los que tiene el dinero en paraísos fiscales. Al final, el juez aristotélico escribió en su libreta: 'Antonia Ciudadana se ha quitado la vida porque los poderosos le han cerrado todos los caminos. El de la educación, el de la sanidad, el del trabajo, el del centro de acogida, el de la dependencia, el del agua, el de la comida, el de la vivienda, el de la esperanza. Los jueces están para defender a las víctimas. Los jueces tienen que actuar de oficio y detener a los poderosos por asesinar a Antonia Ciudadana. De lo contrario, -se dijo el juez filósofo-, nos convertiremos nosotros mismos en asesinos'. Recordó un artículo del Código Penal. El 143.1: El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años.
Dejó de escribir y se puso a pensar en si no sería por culpa de los que asesinaban con tiros en la nuca y coches bombas que lleváramos muchos años sin ver ni detener a los otros presuntos terroristas, a los que ahora que, por fin, los de ETA no matan, quizá funjan de permanentes y odiosos terroristas".
¿Es posible, se preguntarán ustedes, que el tipo que ha escrito esto, sea el intelectual de un partido que vaya a alcanzar el 15% de los votos en las próximas generales y tres docenas de escaños, así a ojo? La responsabilidad de los partidos políticos ya está clara. Pero, ¿y la de los votantes? Vox populi, vox Dei es un axioma más sobrevalorado aún que 'Muerte en Venecia'. Hace falta una atracción por el mal muy notable para votar a un partido cuyos dirigentes han estado o están aún a sueldo de la sátrapa venezolana, que se manifiestan como hemos tenido ocasión de comprobar aquí. Eso, o alternativamente tener alma de nardo, vale decir ser un gilipollas integral. ¿El 15%? Pocos me parecen, pero hay que advertirlo. Llegado el caso, uno quiere reservarse ese mínimo derecho de llamar gilipollas a quien se expresa como tal.
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