CARLOS MACHADO ALLISON
Hace tres años la Academia de Ciencias Políticas, en las primeras líneas de un libro llamado Propuestas a la Nación en la cual participaron las Academias Nacionales, señalaban que reinstitucionalizar a Venezuela tiene la más elevada prioridad. En estos días doscientos y tantos académicos, desde su sede tradicional, a pocos metros de la Asamblea Nacional, trabajan en un nuevo libro, dedicado a las instituciones.
El tema no es nada teórico, nada más importante para los venezolanos, que la enorme fractura institucional que vivimos y sus consecuencias, la que llevó a Ramón Piñango a calificar a Venezuela como un país deshilachado. Así mismo, como una vieja colcha o un coleto, pero no por excesivo uso, sino por la mala calidad de la tela. Herederos de unas capitanías precarias y de un siglo XIX dominado por luchas intestinas y caudillos de segunda, Venezuela, en el XX se urbaniza violentamente, se hace país rentista con una cultura minera, gobiernos poderosos con mucho dinero disponible y ciudadanos pobres, débiles o las dos cosas a la vez. Así, nuestras instituciones han navegado al garete, han sido vapuleadas o diseñadas, no por un consenso social o una cultura, sino por la voluntad y el autoritarismo de unos pocos. Al final, un montón de constituciones elegantes, democráticas, libertarias y siempre violadas, administradas por quienes no sólo no creían en ellas, sino tampoco en las leyes u organizaciones. Unos y otros, autócratas o demócratas hicieron lo posible por deshilachar al país y castrarle su futuro. La pobreza, la inseguridad personal, la mala educación que se imparte, el deterioro de la infraestructura, la inflación, la escasez, las fallas del sistema de justicia, el abuso de poder, la falta de garantías sobre la propiedad y más, tienen siempre atrás alguna institución que no funciona. Ineficientes y contaminadas por la corrupción, el populismo, el clientelismo político, el compadrazgo y cien vicios más.
¿Cómo reinstitucionalizar al país? En otras palabras ¿Cómo hacer de Venezuela un lugar más civilizado? Un país sin tortura o represión, sin presos políticos o exiliados, sin el pánico que afecta a la mayoría, con oportunidades para todos. No es tarea fácil, no lo puede hacer el gobierno y tampoco la oposición, menos aquellos que se dedican a la crítica destructiva y al juego de la desunión. Creo que es tarea de todos, si es que nos interesa vivir de otro modo.
Quienes están en el gobierno, o al menos una parte de ellos, desearían vivir en un país mejor y que alguien reconociera sus esfuerzos. Aquellos que hoy se oponen, pues con más razones deben apuntar hacia la forja de instituciones sólidas y transparentes, todas bajo el imperio de la ley como ocurre en los países que tienen éxito. Venezuela necesita un nuevo pacto social, esto no significa otra constitución, significa un conjunto de acuerdos para combatir los principales males que nos aquejan. Significa que es necesario un diálogo no excluyente, un debate nacional inteligente con visión de futuro, una convicción de que el poder sin instituciones sólidas e independientes es siempre frágil y transitorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario