domingo, 15 de noviembre de 2009


NOTICIAS DE VENEZUELA EN EL MUNDO


EL MUNDO: 'Guerra fría' entre Venezuela y Colombia

JAIME LÓPEZ / SALUD HERNÁNDEZ-MORA

Dos países que compiten en influencia y se vigilan de forma desafiante en Oriente Próximo han trasladado su presencia a territorio venezolano y colombiano, en lo que parece una reedición de la Guerra Fría, con nuevos actores y toques caribeños. Cuatro pasdaranes (miembros de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní) que se encontraban en la frontera entreVenezuela y Colombia probando unos sistemas de vigilancia fallecieron en un accidente militar el 3 de mayo, cuando el helicóptero ruso MI-35 en el que viajaban se desplomó en un área montañosa de Los Andes. Los cuatro milicianos formaban parte de una delegación de alto rango encabezada por el ministro de Defensa iraní, Mostafa Mohamad Najar, quien estaría «entrenando a los militares venezolanos en el uso de aparatos de visión nocturna para controlar la frontera con Colombia», según una información del diario árabe Ash Sharq Al Awsat recogida por Paulo Botta, analista de FRIDE, experto en las relaciones entre Irán y América Latina. Mohamad Najar visitó Caracas el 30 de abril, y participó junto a su homólogo venezolano, Ramón Carrizalez, en varias reuniones de trabajo. Durante el primer encuentro, amenizado con una exhibición aérea de los F-16 acantonados en la Base El Libertador, «los militares iraníes explicaron a los oficiales venezolanos las proyecciones por parte del Gobierno de Irán en materia aeronáutica», según un boletín de la Aviación de Venezuela. «Aunque una colaboración militar entre Caracas y Teherán puede levantar suspicacias, la relación es tremendamente retórica, y es difícil que pase de las palabras a la acción», explica Botta. El analista pone como ejemplo los F-16 que Irán quiere comprar a Venezuela para traspasar esta tecnología a su industria militar. «En este caso, Chávez dijo que no a Teherán para no desairar a Estados Unidos», agrega. El Gobierno deVenezuela ha mostrado interés en los aviones no tripulados AUV iraníes, y en recuperar la operatividad de los cazas F-5 (que no funcionan por falta de repuestos) con la ayuda de la república islámica. Caracas y Teherán también poseen acuerdos de colaboración en el sector minero, y el titular de esta cartera reconoció en septiembre que trabajan de forma conjunta en la localización de yacimientos de uranio para desarrollar el programa nuclear deChávez.Al otro lado de la frontera, los israelíes miran con preocupación la conquista iraní de un aliado tan potente como Hugo Chávez. Consideran una amenaza los vuelos directos de Teherán y Siria a Caracas, piensan que no todos los viajeros son turistas y sospechan de la carga. «Están abriendo la puerta de América Latina a Irán y a grupos terroristas», asegura una fuente autorizada del Ministerio de Exteriores judío. Pese a ello, no pretenden «importar el conflicto de Oriente Próximo», pero recelan de algunos núcleos de la comunidad árabe residente en el norte de Colombia, cerca deVenezuela, que mantienen vínculos con Hizbulá, y temen que dinero del narcotráfico termine en las arcas de dicha organización armada. En todo caso, aclaran que la intensa cooperación de Israel con el Ejército colombiano, del que es el segundo proveedor en armamento y asistencia militar, tras EEUU, tiene como único objetivo combatir el terrorismo interno, nada de extender tentáculos hacia Venezuela. El general Fredy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Armadas, recalca la misma tesis. Según explica Padilla de León a EL MUNDO, Israel asesora en la reorganización de Inteligencia militar y en crear unidades de mando que integran fuerzas de Aire, Mar y Tierra. Pero, insiste, no actúan sobre el terreno, como en algunas ocasiones se ha dicho, ni el Mosad tiene oficina en su país. Y la compra de equipamiento militar viene de tiempo atrás.Entre este año y el próximo, la Fuerza Aérea recibirá 13 cazabombarderos Kfir y potenciará otros 11 viejos, de 1989, flota que usará en Inteligencia, bombardeo y «para disuadir cualquier ataque del exterior», según dijo cuando se acordó la compra el entonces ministro de Defensa, si bien ahora nadie quiere utilizar esa frase.Aunque no se habla de forma abierta, las autoridades colombianas también temen la infiltración iraní en la región e investigan la presencia de terroristas islámicos, pero algunas voces piensan que Israel exagera el riesgo. «Que nos dejen nuestra guerra sucia y no nos metan en su guerra santa. La nuestra puede acabarse negociando intereses, pero la de Alá y Yaveh, no hay quien la solucione», dice un analista.


El Nuevo Herald: Paramilitares colombianos y venezolanos siembran el terror en la frontera

GERARDO REYES y GONZALO GUILLEN

Tan pronto como el árbitro hizo sonar el silbato para marcar el inicio del segundo tiempo del partido de fútbol, varios hombres armados que salieron de los arbustos gritando "Al piso, gonorreas’’ tomaron la cancha de tierra en una planicie del municipio de Fernández Feo, estado Táchira, Venezuela.

Vestidos con jeans, boinas rojas y algunos con imágenes del Che Guevara en los brazaletes, según testigos, los asaltantes se llevaron maniatados a 12 jugadores a plena luz del día ante la mirada impotente de amigos y familiares que seguían el encuentro esa tarde del domingo 11 de octubre.

Uno de los asaltantes, que vio llorar a una mujer, se le acercó y le secó bruscamente las lágrima advirtiéndole que los secuestrados, algunos de ellos vendedores ambulantes de maní, serían sometidos a una investigación.

"El que no la debe no la teme’’, escucharon los asistentes al partido repetir varias veces a los hombres armados, algunos de los cuales hablaban con acento colombiano y otros venezolano.

Dos semanas después, 11 jugadores del mismo equipo, el Rancho Grande, entre ellos nueve colombianos, un venezolano y un peruano, aparecieron muertos en varios parajes rurales de los municipios Fernández Feo y Uribante, cada uno con dos disparos de gracia en la cabeza. El joven restante logró salvarse haciéndose el muerto.

Múltiples hipótesis han surgido desde entonces sobre la masacre, que marcó el comienzo de la peor crisis diplomática de los últimos años en las ya deterioradas relaciones entre Colombia y Venezuela. Pero a medida que se conocen detalles y se hacen señalamientos, observadores de derechos humanos y autoridades de esta región fronteriza se inclinan a pensar que los vendedores ambulantes habrían sido víctimas, posiblemente inocentes, de una guerra silenciosa pero sanguinaria entre grupos armados ilegales de autodefensa de Colombia y Venezuela.

"La guerra convencional que muchos están esperando no va a ocurrir, pero la que ya existe y que está dejando miles de muertos, nadie quiere verla’’, declaró a El Nuevo Herald Wilfredo Cañizares, director de la ONG Progresar, con sede en esta ciudad.

EL TIEMPO: RELACIONES CON VENEZUELA La revolución bolivariana

Luis Noe Ochoa Galvis

Chávez ha pretendido reencarnar los ideales bolivarianos, muy a su manera. Mientras el Libertador quiso una República que incluyera cuando menos aVenezuela, Ecuador y Colombia, Chávez se ha empeñado en destruir todo lo que había avanzado la Comunidad Andina en materia de integración económica y social. Retiró a Venezuela de la Comunidad con el pretexto de que Colombia y Perú habían iniciado una negociación con Estados Unidos para suscribir un tratado de libre comercio supuestamente incompatible con el Acuerdo de Cartagena, cuando la propia Venezuela había hecho ya lo mismo cuando negoció, en conjunto con Colombia, un tratado de libre comercio con México (el llamado G-3). Nadie adujo, en ese entonces, que ese tratado rompiera la integridad de la comunidad.

De hecho, Chávez ya había atentado contra el muy exitoso proceso de integración andina al negarse a cumplir los acuerdos, primero, y los fallos del tribunal comunitario, después, con respecto al libre tránsito fronterizo de vehículos de carga.

La orden reciente de bloquear las importaciones colombianas, que está haciendo grave daño a las dos economías, constituye, como bien lo ha dicho Rafael Pardo, una agresión económica contra Colombia. Ni qué decir del patético espectáculo en la frontera, donde los vecinos de ambos países tienen que pasar al otro lado por encima de cercas y lechos de ríos, porqueChávez resolvió suspender el tránsito por los puentes justo cuando el mundo entero celebra la caída del tristemente célebre Muro de Berlín. Para añadir agravio a la injuria, llamó a civiles y militares a prepararse para una guerra con nuestro país y solo se echó para atrás cuando se dio cuenta de que, de seguir así, Brasil y Paraguay bloquearían el ingreso de Venezuela al Mercosur. El Libertador estaría revolcándose de dolor en su tumba si supiera que este tratamiento inicuo contra países hermanos se hace supuestamente en su nombre y bajo sus banderas.

También se revolcaría de espanto si pudiese observar lo que pasa hoy enVenezuela. Caracas, una de las ciudades más amables, ricas y pacíficas del continente hasta hace unos años, rompe hoy los récords de inseguridad ciudadana, crimen y violencia. Hay cortes de luz y de agua y ha habido frecuentemente desabastecimiento de productos alimenticios. Y eso justo después de que Venezuela ha usufructuado la mayor bonanza de precios del petróleo en su historia. La prensa anuncia recortes de presupuesto a las misiones sociales. Los venezolanos se preguntan hoy a dónde han ido a parar los cientos de miles de millones de dólares que ha recibido el Gobierno como producto de las exportaciones de crudo. No entienden cómo puede haber tanta escasez e inseguridad en casa, cuando Chávez reparte alegremente por el mundo los recursos de su nación. La evidencia de despilfarro y corrupción es cada vez mayor. Y eso que pocos entienden que el abultado subsidio a la gasolina, que beneficia a la élite, vale varias veces más que los presupuestos sumados de todas las misiones sociales. Lo que sí tienen claro es que los gritos de guerra contra Colombia buscan crear una cortina de humo con respecto a los crecientes problemas locales. Por eso, casi un 80 por ciento de los encuestados, incluidos muchos chavistas, rechazan las amenazas de guerra contra Colombia. Y los entrevistados exigen que la guerra se haga contra el desabastecimiento, los cortes y la inseguridad y no contra los vecinos.

¿Cómo lidiar con un vecino así? Ante todo, con unidad. Las diplomacias paralelas confunden y debilitan la posición de Colombia. La única voz que debe oírse es la oficial de la Cancillería y el Presidente. Frente a un vecino así se requiere, además, una compleja mezcla de prudente firmeza, ante cada uno de los desmanes, y de amable diplomacia, ante cada uno de sus reversazos.

No lo ha hecho mal el Gobierno frente a este reto, como sí se había equivocado en mucho al mantener una actitud permanentemente arrogante con Ecuador, que por fortuna se ha venido rectificando en los últimos meses. Sin embargo, es claro que debe hacer un mayor esfuerzo, aprovechando este nuevo momento de distensión después de los alaridos de guerra, para restablecer los flujos comerciales. La idea de que podemos sustituirlos con otros países latinoamericanos, estimulada por el Mincomercio, resulta no solo ingenua, sino francamente peligrosa.


EL TIEMPO: Tambores de guerra

Luis Eduardo Parra Rosas

Ha sido grande la preocupación que han creado en el país las palabras pronunciadas por Hugo Chávez hace una semana. Como es conocido, el mandatario venezolano habló durante su programa Aló, Presidente del acuerdo que permite el uso de bases colombianas por parte de militares estadounidenses, e hizo una admonición que no dejó dudas: "Compañeros militares, no perdamos un día en el cumplimiento de nuestra principal misión: prepararnos para la guerra y ayudar al pueblo a prepararse para la guerra". Si bien, a los pocos días, el inquilino del Palacio de Miraflores sostuvo que lo que defiende su gobierno es la paz, el acto del viernes, en el que habló de un posible bombardeo a Caracas desde este lado de la frontera, no dejó dudas.

Ante lo sucedido, Colombia debe tomar con toda seriedad la que constituye la más grave amenaza a su seguridad en más de siete décadas, pues esta proviene de un Presidente que, además, es de formación militar. Sin ánimo de ser alarmistas, es necesario decir que, desde la lejana época del conflicto con el Perú, las trompetas de la confrontación no habían sonado con tanta claridad en esta zona del hemisferio. Quien las sopla no es otro que HugoChávez, cuyos gestos inamistosos hacia los colombianos se cuentan por decenas y que hace rato dejó de ser un personaje lenguaraz al que no hay que prestarle atención.

En consecuencia, es indispensable activar las alarmas en el territorio nacional, pero mantener la cabeza fría. La razón es que cada vez son mayores las posibilidades de una provocación, que puede ir desde un incidente fronterizo hasta un ataque contra instalaciones civiles o militares en Colombia. Semejante escenario les suena inconcebible a los habitantes de dos países hermanos, que rechazan en forma ampliamente mayoritaria cualquier tipo de hostilidad mutua. Y aunque hay que hacer votos para que no suceda nada, lo que procede es estar preparados para responder con la cabeza y no con el hígado.

Eso solo será posible si se hace un análisis racional de la situación. Sin desconocer que el mandatario venezolano ha entrado en un periodo de creciente impopularidad debido a los cortes de agua y de luz, al desbordamiento del crimen común y de los homicidios, a la contracción de la economía y a la inflación galopante, su animadversión hacia el gobierno colombiano viene desde mucho antes. Los dardos de Chávez los recibió en su momento Andrés Pastrana y los ha tenido que soportar con cada vez más frecuencia Álvaro Uribe. Pero, aparte de la incontinencia verbal y las restricciones comerciales, Venezuela lleva años de carrera armamentista y de gestos amistosos hacia las Farc y el Eln, cuyos integrantes transitan por amplias zonas del territorio vecino, como lo documenta periódicamente la prensa caraqueña.

Una mirada detenida al discurso chavista, cada vez más radical y amenazante, denota un patrón que no puede ser ignorado. Por ello, quienes ven en la tensión reciente una cortina de humo para distraer a los ciudadanos venezolanos de sus incomodidades diarias pueden estar equivocados. Si acaso, el descontento de los votantes constituiría una razón adicional para que Hugo Chávez intensifique sus ataques contra los "escuálidos" ?remoquete con el que identifica a sus opositores? y trate de sacar del poder municipal o regional a quienes lo contradicen. Ya lo hizo con el alcalde de Caracas, a quien despojó de buena parte de sus funciones, y ahora quiere intentarlo con los gobernadores de los estados fronterizos con Colombia, que rehúsan someterse a su férula.

Es dentro de ese esquema de consolidación interna de poder dentro del cual el tema limítrofe tiene especial importancia. Un choque con fuerzas colombianas o la acusación de que elementos paramilitares planean acciones en territorio venezolano puede ser la excusa que necesita el régimen chavista para suspender las garantías constitucionales, deponer a mandatarios locales y darles un papel formal a las miles de personas que componen las milicias bolivarianas y que han recibido armas del Estado venezolano.

En medio de tal escenario, Colombia necesita hacer oídos sordos a los cantos de sirena de quienes proponen contestar a las eventuales provocaciones con actos de fuerza. Una confrontación, por más corta que sea, causaría profundas heridas que tardarían años en sanar, y no dejaría ganadores. Por tal motivo, la actitud correcta del país es informar semana a semana a la comunidad internacional y tener mesura en declaraciones y respuestas.

Todo lo anterior exige recordar que la patria está por encima de los partidos. En ese sentido, hay que esperar que la próxima Comisión Asesora de Relaciones Exteriores sirva para conformar un frente unido, ojalá con la participación como invitados de los líderes de las bancadas que no se encuentran representados en ella. También, los diferentes aspirantes a la Presidencia y al Congreso deberían dar muestras de responsabilidad al tocar un asunto cuyo tratamiento merece el mayor cuidado y cuyo manejo corresponde única y exclusivamente al Presidente de la República. No se trata de ser alarmistas. Simplemente, de llamar la atención sobre algo que parece imposible, pero que debe ser considerado como una amenaza verdadera, hasta que la sensatez y el ánimo de cooperación con Colombia regresen al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.

Ante Hugo Chávez, Colombia debe tomar con toda seriedad la que constituye la más grave amenaza a su seguridad en más de siete décadas.

EL COMERCIO: "Venezuela vive una emergencia"

Roger Zuzunaga Ruiz

El sacerdote jesuita Luis Ugalde, además de ser el rector de la Universidad Católica Andrés Bello, en Venezuela, es periodista y puntilloso crítico de la gestión del presidente Hugo Chávez. Estuvo en nuestro país esta semana invitado por la Pontificia Universidad Católica del Perú para hablar sobre la doctrina social de la Iglesia y el desarrollo humano integral. El Comercio dialogó con él acerca de la situación política y social en su país y los retos de la oposición.

¿Qué opina del golpe de Estado contra Hugo Chávez en el 2002?rnEn aquel momento estaba fuera del país. Pero unos días después escribí un artículo que se llamó ?El golpe homeopático?.

Lo que ocurrió son varios hechos distintos. Una cosa fueron las marchas multitudinarias de protesta, que estuvieron más que justificadas, y otra es el golpe dentro del golpe. El golpe fue de los militares y el antigolpe también, y las dos cosas fueron un monumento a la torpeza.

El Gobierno acusa de manera constante a la oposición de estar preparando un golpe de Estado. ¿Percibe si en algún sector de la oposición existe ese ánimo?

En el 2002 el que originó el golpe fue el Gobierno. En este momento lo que hay en Venezuela no es un ambiente de golpe. Hay un enorme deterioro del Gobierno. Creo que al inicio de su gestión el presidente Chávez planteó algunos problemas muy serios de la política y de la sociedad venezolana. En concreto, la corrupción, la ineficiencia de los partidos y la pobreza, que estaba creciendo. En ese sentido, Chávez señaló bien el problema. Pero aChávez no le gusta hacer un buen gobierno, él quiere hacer una revolución con fórmulas que han fracasado. Basta con recordar el Muro de Berlín. Y está demostrado que Venezuela va por el mismo camino. El malestar es profundo, la corrupción no ha disminuido, la eficiencia del Gobierno es peor que nunca, y la población empieza a sentir la frustración, incluso la gente que lo apoyó. Eso de que hay una invasión estadounidense, que el imperio nos va a tumbar, que viene un golpe.

¿Por qué Chávez usa ese discurso?

Son formas de defensa para distraer a la población de los problemas reales. El Gobierno tiene en lista diez problemas de primera magnitud. Por ejemplo, la inflación, el empobrecimiento es brutal, la educación no ha mejorado, los servicios de salud básicos están por el suelo, no tenemos ni el sistema de seguridad social (el viejo colapsó y el nuevo no se ha implementado). Entonces la población no puede vivir solo de palabras. El presidente habla cinco horas y aplica siempre el verbo futuro: ?haremos?, ?inauguraremos?, ?iniciaremos?, pero, por ejemplo, la construcción de viviendas este año no va a llegar ni al 10% de lo que el país necesita cada año.

Chávez se apuró a aclarar que no dijo que los venezolanos se preparen para una guerra con Colombia. ¿Por qué ese cambio tan radical?

La reacción, y con toda razón ante la locura de hablar de una guerra internacional y nacional, ha sido muy contraria y contundente. Entonces ahora suaviza el discurso. Con Colombia tenemos una frontera muy complicada, hay una presencia muy significativa de las FARC y del ELN en la zona, seguramente tendremos paramilitares, porque cuando un grupo empuja al otro pasan a Venezuela. Todo eso existe, y hay que resolverlo. Pero la solución no es llamar a la guerra ni el maltrato a la población que vive a ambos lados de la frontera.

¿La única solución pasa por el acercamiento bilateral??

Hay que acercarse. Es muy posible que Álvaro Uribe tenga sus propios cálculos políticos porque tiene adelante unas elecciones y podría aspirar a la reelección. Pero no se puede ni pensar en la posibilidad de una guerra. Esa es una locura.

El gran caudal electoral del presidente está en los sectores populares. ¿Cómo ha cambiado en estos 10 años de gestión de Chávez el tema de la redistribución de la riqueza en comparación con el pasado?

La redistribución de la riqueza no ha cambiado. Lo que ha mejorado tremendamente es el precio del petróleo, que pasó de 8 dólares el barril en 1999 a 140 dólares en su momento más alto. Entonces, eso le permite al Gobierno dar más limosnas. Pero el pobre sabe que la salida a la pobreza no va por la limosna. Aunque vivas de la limosna del Estado, sigues siendo pobre. Salir de la pobreza significa que haya un buen empleo, en una empresa eficiente, de manera que pueda sostenerse ese empleo en el tiempo. Eso en Venezuela lo sabe hasta el más pobre. En esa parte estructural, la calidad del empleo en Venezuela no ha mejorado. Lo que sí ha habido en sectores populares, al existir más dádivas, es más dinero. Pero si vemos las cosas sostenidas en el tiempo, no hay un cambio real. Todas las grandes empresas del Estado están prácticamente en la quiebra.

Se viene una elección parlamentaria para el próximo año. ¿Cómo ve el trabajo de la oposición? ¿Tiene posibilidades de ganar o perderá nuevamente?

En Venezuela es muy importante que se recupere el equilibrio parlamentario en el sentido de que este poder, por definición, tiene que ser representativo de la sociedad. En este momento no existe tal. Representa a menos de la mitad de la sociedad. Entonces, es muy importante que se logre ese equilibrio, para, en lugar de pelear en la calle, las cosas se discutan en el Congreso. Para que ese espacio se recupere en las próximas elecciones existirían los votos, pero hay dos obstáculos: primero, el oficialismo ha cambiado la ley electoral, de manera que desaparece la posibilidad de que las minorías queden representadas, lo cual es muy desacertado. Segundo, si la oposición no se unifica en torno a programas y a necesidades del país, no para repartirse puestos, sino con un sentido de país, porque Venezuela vive una verdadera emergencia, no va a lograr que el Congreso represente a todos los venezolanos y que se puedan discutir ahí todos los temas.

¿La Iglesia tiene alguna participación en los programas sociales del Gobierno?

Ninguna. Solo hay un financiamiento parcial de un programa educativo de la Iglesia.


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