Thaelman Urgelles
1. La arrolladora victoria del chavismo en las elecciones regionales del domingo ratificó el irremediable efecto inercial de las elecciones mayores sobre las menores. Por ello las democracias sólidas y tradicionales separan suficientemente tales procesos, dos o más años, para evitar que los triunfadores de elecciones presidenciales se hagan inmediatamente de todo el poder en subsiguientes comicios menores.
2. Ya lo sufrimos los opositores a Chávez en 2004, cuando las regionales se celebraron 3 meses y medio después del Referendo Revocatorio ganado por Chávez en agosto de ese año. Fue una derrota tan severa como esta, con el agravante de que perdimos Miranda, lo que no ocurrió hoy. Y esta vez la separación entre una y otra fue criminal: apenas seis semanas.
3. Los candidatos de la MUD se enfrentaron, pues, a una tendencia histórica no solo venezolana sino mundial. Así lo dijimos cuando, sin embargo, animábamos a participar con el argumento de que había serias oportunidades en un importante número de estados. No voy a desconocer hoy aquellas afirmaciones, escritas con la mayor esperanza y sin duda dirigidas a estimular el voto del electorado opositor.
4. La oposición perdió importantes espacios de servicio público. El Zulia y Táchira son golpes demoledores y duros de interpetar, dadas las estupendas gestiones de ambos gobernadores y la fortaleza antichavista que teníamos en el Táchira. Puntualizo lo de “de servicio público”, porque esa derrota no saca de la lucha política a un Pablo Pérez, quien tiene un enorme futuro por delante.
5. Las derrota en Carabobo y Nueva Esparta son más comprensibles; se veían venir, dado el desgaste sufrido por ambos gobernadores tras varios lustros de ejercicio del cargo. Ojalá que esta lección la aprendan quienes no son capaces de predicar con el ejemplo. Lo mismo le ocurrió a varios exgobernadores de larga data –Colmenares. Galíndez, Lippa- quienes se hacen candidatos a base de maquinarias locales pero no logran convencer a un electorado ávido de nuevos rostros.
6. El perfil de los 3 gobernadores que lograron sobrevivir al arrrase contiene un mensaje muy claro para la comuniidad opositora y para el país: se trata de políticos surgidos en estos 14 años de lucha democrática contra el proyecto totalitario, dos de ellos nacidos “en las entrañas del monstruo” y escapados de allí por sus indiscutibles convicciones democráticas. Y el tercero –Capriles Radonski- un fenómeno del crecimiento político, quien se reconstruyó como hombre de centroizquierda a partir de un comienzo político en la centroderecha.
7. Los llamados partidos tradicionales recibieron un neto mensaje de los electores, una auténtica tarjeta amarilla que virará a roja si no ejecutan los cambios de actitud y modos de operar que la gente no aceptará más. La retrechera arrogancia del Secretario General de AD, negado a revisar su liderazgo también vitalicio en ese partido y tan locuaz para arrojar sombras y sarcasmos sobre los nuevos líderes, terminó por arropar la imagen de todo el partido.
8. Y lo de Copei no tiene nombre. Un partido que no termina de salir de un bochornoso espectáculo de lucha interna y sale con una estúpida cuña que ironiza a la “nueva política” en nombre de una fulana “buena política”, y para ello trató de enfundarse los enormes pantalones de los fundadores de la democracia. El infeliz episodio terminó por fulminar las oportunidades de César Pérez Vivas en el Táchira.
9. Sin negar la amplitud e importancia de su victoria, el chavismo también recibió lo suyo de los electores. La pérdida, de una elección a otra, de 4 millones de votos, no es para estar demasiado optimistas. Con todo el impulso inercial que traía del 7-0, con toda la oportuna manipulación emocional de la gravedad de Chávez –con sus misas, llanteríos públicos y mensajes ventriloquiales desde La Habana- los seguidores del presidente sólo convocaron a poco más del 50% de su electorado.
10. Aunque la peor noticia para el PSUV fue sin duda la imposibilidad de vencer a Henrique Capriles en Miranda. Miranda fue Stalingrado, como certeramente lo calificó Fausto Masó apenas comenzaba la campaña. Y nuestro Stalingrado resistió, pese a que el mayor esfuerzo miliitante, amenazador, ventajista y financiero del gobierno estuvo concentrado allí. Sólo con el propósito de liquidar a Capriles: el único hombre que puede encabezar a la oposición con chance de victoria, en la batalla presidencial que se avecina.
11. Cuando participé en una consulta sobre si Capriles debía lanzarse en Miranda, opiné que era un error que lo hiciera. Muchos pensaron igual, sobre todo en los días finales de la campaña. Hoy reconozco que Capriles tuvo razón en hacerlo. Con todo respeto por Carlos Ocariz, él no hubiese podido resistir el festival de ventajismo y chequera que el chavismo montó en Miranda. Y además el triunfo de Henrique lo sitúa, sin ninguna reserva, como el candidato democrático en las eleciones que se avecinan. Quedó liquidado cualquier debate mezquino al respecto.
12. En mi perfil de Facebook escribí el domingo en la noche: “El chavismo lamentará toda su vida que en esta corrida el toro Capriles se le haya ido vivo a los corrales. Verán que en pocos meses les clava una cornada irremediable”. El optimismo instrumental del final de la oración no disminuye la gran verdad de esta idea: con Capriles en el ruedo, tenemos real oportunidad de competir con éxito en lo que viene; no digo que tendrá la primera opción, pero es sin duda el único de nuestras filas que puede escalar la monumental cuesta que tenemos enfrente.
13. El lúcido Fernando Mires -ya uno de nosotros, tanta su generosidad con Venezuela- lo expresó de una manera que yo nunca hubiese logrado: “Si yo estuviera en una imaginaria disyuntiva, pienso que sería mil veces preferible ganar Miranda y perder todas las demás gobernaciones a ganar todas las gobernaciones y perder Miranda”.
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