Fausto Masó
El Nacional
No quieren darnos un parte médico confiable sobre la enfermedad de Chávez, esa política inaudita nos deja en piloto automático. Chávez no gobierna, finge que manda, nombra embajadores, envía mensajes, pero este régimen autoritario, unipersonal, este curioso socialismo del siglo XXI que ha destruido las instituciones, requiere su presencia constante en perfecto estado de salud. Volamos a la buena, o a la mala de Dios. Chávez volvió. Pero ¿es el mismo Chávez?
Esto coincide con el racionamiento de dólares, faltan divisas para importar medicinas, repuestos, materias primas. Los proveedores de telas han cerrado las puertas, aguardan los nuevos precios que impondrá la inevitable devaluación. Todo esto está provocando una parálisis de la economía y conflictos laborales de consecuencias imprevistas. Una dirigente laboral chavista, Marcela Máspero, fue detenida por la Guardia Nacional cuando protestaba en favor de los famosos tercerizados. Chávez les concedió los mismos beneficios que los trabajadores sindicalizados y arrojó una carga incosteable sobre las empresas estatizadas de la CVG, que en este momento para pagar las nóminas hacen un verdadero pote, reciben asignaciones especiales del Gobierno.
En estas semanas el dólar innombrable se ha devaluado 100%, lo que dispara la inflación y siembra el caos: no hay actividad económica en Venezuela tan atractiva como la especulación monetaria. Quizá no haya dólares, en realidad ocurre algo peor: se esfuma aquel que tiene la última palabra, un régimen autoritario perdió al que decidía hasta en los últimos detalles, entramos en Mercosur a ciegas. Esta situación se prolonga indefinidamente porque Chávez aun enfermo hace lo que le da la gana, logra gobernar sin gobernar, mandar sin mandar. A los futuros historiadores les asombrará el poder de un hombre que controlaba un Estado supuestamente moderno con métodos semejantes a los de un brujo africano y que ganaba elecciones a control remoto, y que ahora decidió aparecer ocasionalmente como hacían los monarcas absolutos.
El socialismo del siglo XXI ha decidido aliarse con las multinacionales, con los representantes verdaderos del capitalismo internacional, como la forma de alcanzar un poco de eficiencia; descubre el mecanismo de las empresas mixtas después de haber pasado 14 años acosando, arruinando a las empresarios locales, permitido tranquilamente que se trasladaran a Colombia empresas que desde Caracas controlaban sus negocios en este continente. Eso sí, para conservar las apariencias se asocia con Samsung y Renault.
¿Tendremos de todas maneras elecciones presidenciales? Esa pregunta se la hacen sectores de la oposición, conscientes de la posibilidad de participar en un gobierno chavista sin Chávez, debilitado por la transición y que busca legitimarse electoralmente. Sería una repetición democrática de lo que ocurrió en 1945, cuando Acción Democrática audazmente se alió con los militares y se convirtió en un gran partido. Esta vez no se trataría de un golpe de Estado sino de un pacto democrático entre sectores de la oposición y del chavismo. Están hablando por los rincones, mandan mensajes. En realidad Chávez dice el Estado soy yo, como un nuevo Luis XIV, rodeado de sus adoradores. Volverá la regaladera, a pesar de Giordani.
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