jueves, 13 de diciembre de 2012

La certeza del voto

Fernando Rodríguez
TalCual




Es posible que la que vivimos sea la confusión política mayor en que hayamos estado en mucho tiempo y vaya que hemos vivido algunas en estos años esquizoides. 
La economía amenazada por una demoledora crisis que pareciera ponernos en el dilema de enfrentarla, racionalmente, con un doloroso proceso de ajustes, popularmente llamado paquete, y sus secuelas inevitables de violencia social y política o, nada lo impide en el pensamiento mágico que nos rige, irnos a la última paila del infierno de la historia armando comunas y, si fuese necesario, apelando a algunas formas tribales para organizarnos al son de tambores ancestrales. 
La política no puede ser más confusa, después del anuncio de la extrema gravedad presidencial, sobre todo el tiempo de su desarrollo y las furias que podría desatar la sucesión del Único. Es difícil predecir cómo se rehará la nueva geografía política. Se podría pensar lo impensable hasta hoy, la ruptura del esquema chavismo-antichavismo. 

Y hay quien ha comenzado, en otro extremo, a mirar a los cuarteles, tan sumisos después que fueron depurados, empoderados y decretados revolucionarios (como si tal cosa fuese susceptible de decretos, capaces de mover ancestrales mentalidades uniformadas). Por otra parte, y para generar nuevas paradojas e interrogantes, se habla de amnistía y empresarios entusiasmados por Mercosur y un nuevo estatus que los saque del oprobio a que han sido sometidos por mucho tiempo. 
En síntesis, que si algo va a acompañar las hallacas y el pan de jamón de estas navidades va a ser la incertidumbre, un futuro pétreo e invisible, el mal sabor del miedo a los despeñaderos o la impotencia que causa el ocasional desquiciamiento de nuestras brújulas. Pero lo que sí podemos tener como certeza es que tenemos un paso seguro que debemos dar, ya, en tres días, el voto en las elecciones para gobernadores y consejos legislativos regionales. 
Ese voto es en las actuales circunstancias más obligante que nunca. Cualesquiera que sean los avatares del inmediato porvenir es imprescindible que estén en pie fuerzas democráticas robustas capaces de mantener el hilo constitucional, darle cauce a las justas demandas populares en crecimiento y racionalidad a las respuestas al desastre económico a que nos ha conducido la borrachera populista y sin norte, el degüello irracional de las vacas gordas del boom petrolero. Y convertirse en una verdadera, cualitativa y cuantitativamente, opción de poder. Si hace unos días votar masivamente, superando el infantil despecho de la relativa derrota de octubre, era un deber insoslayable, ahora después del anuncio presidencial sobre su enfermedad, ese acto democrático esencial cobra una singular urgencia. Sería muy triste que quienes nos oponemos al caos generalizado de este gobierno inepto, delirante y corrupto entremos a esta etapa de trascendentales decisiones en la vida nacional con el handicap de una clara derrota electoral, producto de nuestra abulia e irresponsabilidad cívica. 






MEJORA MADURO




SEBASTIÁN BOCCANEGRA


Para el momento de escribir esta minicrónica han sido dos las oportunidades en las que el vicepresidente Nicolás Maduro se ha dirigido a los venezolanos para informar sobre el tratamiento de la enfermedad que aqueja al presidente Hugo Chávez. En la primera afirmó que la operación resultó exitosa. En la segunda aseguró que la intervención había sido compleja, dura y difícil y que el postoperatorio tendría las mismas características. Ambas apariciones tuvieron una segunda parte que no fue igual aunque el tema que tratara era el mismo. Pidió el cese del odio hacia el jefe del Estado. El martes no hizo distingos a la hora de señalar a aquellos que supuestamente odiaban a su comandante. Englobó y agredió a todos los que no simpatizan con el proceso bolivariano. El miércoles el tono fue otro. Señaló que quienes tenían esas "campañas de odio" eran un sector minoritario y extendió su mano a la oposición que había expresado palabras de solidaridad para con el Presidente de la República. El cambio para algunos puede ser insuficiente, pero es importante. 


Esperamos que no se quede en un simple gesto. No dudamos que existan sectores minoritarios entre los venezolanos que hayan manifestado odio hacia el comandante presidente, no los justificamos. Sin embargo, creemos que Maduro debería hacer un ejercicio de contrición. Aunqueél en lo personal no sea uno de los más agresivos de la dirigencia chavista, no está de más recordarle que su líder, a quien sigue sin equívocos según ha manifestado, fue el promotor de la división entre los venezolanos. Fue su jefe quien bautizó a los que no lo apoyaban como escuálidos, apátridas, cochinos, basura, vendepatrias, pitiyanquis, majunches. Esos epítetos han sido empleados con profusión durante estos casi catorce años. Reconocer lo anterior, evitar el uso de dichos calificativos, así como resaltar que sectores importantes del país no se guían por el odio, sería un avance para poder enfrentar con éxito unos tiempos que parece serán duros, difíciles y complejos. 




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