Miguel Angel Santos
Había pensado en un título que hiciese referencia a aquella parábola de los talentos, que según Jesús un señor entregó a sus tres sirvientes para que los invirtieran durante su ausencia. A fin de cuentas, la reflexión acerca de qué hemos hecho con lo que se nos ha entregado, en qué hemos invertido nuestros recursos, incluyendo el más valioso de todos ellos, nuestro tiempo; y qué hemos sido capaces de conseguir, es de naturaleza mucho más amplia que la mera administración de la extracción petrolera.
En trece años y tres trimestres hemos recibido 674.987 millones de dólares. Es una cifra colosal, que ajustada por la inflación en dólares y por habitante supera en 102% a los catorce años anteriores. ¿Qué hicimos con todo esto? Cerca de dos tercios (61% o 410.596 millones) se fueron en importaciones. Es decir, al bolívar que perdía poder adquisitivo en Venezuela se le mantuvo su poder de compra en el exterior, una política que nos inundó de importaciones y ahogó a los productores nacionales. En esos catorce años la manufactura privada por habitante cayó 9%, disminuyendo su peso en la producción del país de 17% a 13%. En ese período las importaciones por persona crecieron 173%, alimentando un boom de consumo de 53%, en muy buena parte responsable por la popularidad del Presidente (esa es, en mi opinión, una fracción importante de lo que algunos llaman la “conexión emocional”).
¿Y el resto? Nada menos que 25% de la exportación petrolera se ha ido en fugas de capital privado (169.950 millones de dólares). ¿Por qué el Gobierno ha permitido esto? No lo ha permitido, lo ha fomentado. En medio del clima negativo para la inversión, si a la aceleración de liquidez que resulta de financiar el déficit imprimiendo real no se le responde ofertando dólares, la inflación hubiese sido mucho mayor. De allí la política de emisiones de deuda bolívar-dólar y las numerosas filtraciones en Cadivi. Si a las importaciones (61%) y a la fuga de capital privado (25%) agregamos el saldo en servicios (viajes, transporte y seguros sobre mercancías: 12%) llegamos a 98%.
Uno llega aquí y, a pesar de la enorme decepción, siente algún alivio derivado del poder contabilizar, así se hayan despilfarrado los recursos de los que dispusimos. Es sólo una ilusión. El Gobierno no sólo ha gozado de una extraordinaria bonanza petrolera, sino que además ha aumentado nuestra deuda externa neta en 73.902 millones de dólares. Y eso sólo contabilizando la deuda financiera que reporta el BCV. Si se incluye la deuda de Pdvsa con contratistas, socios y proveedores, y algunas estatizaciones por pagar, pasaríamos de 150.000 millones de dólares. Lo que vuelve a abrir el hueco en nuestras cuentas, muchas de las cuales se han ido por el desaguadero de Fonden, que hasta ahora ha recibido entre Pdvsa y BCV nada menos que 95.554 millones de dólares. ¿Qué hicimos con todo esto? Más aún, ¿qué hicimos con todos nuestros talentos, como país, en estos catorce años? Es un período más largo que la propia guerra de Troya: ¿Qué dejamos? Es una pregunta que agobia, sobre todo a los que hemos tenido la fortuna de recibir más (oportunidades), porque fue así como repartió y juzgó el señor de la parábola: A cada uno según sus capacidades.
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