lunes, 10 de diciembre de 2012

POLÍTICA VIEJA Y NUEVA


Demetrio Boersner


Un reciente análisis político afirma que, entre los problemas internos que afronta la oposición democrática venezolana, el más serio no parece ser la contradicción doctrinaria entre centroderecha y centroizquierda, sino el enfrentamiento de presuntos promotores de una "política nueva" a quienes tildan de representantes de una "política vieja".
En lenguaje menos eufemístico: corrientes políticas de reciente creación quisieran sacar del juego a los viejos partidos AD y Copei, supuestamente corresponsables de errores del "pasado". En lugar de una polarización interna entre tendencias socio-filosóficas contrapuestas (la cual sería respetable), la Unidad Democrática sufre fisuras causadas por mediocres celos "generacionales" de promociones políticas recientes contra las de mayor veteranía y experiencia.
En el mundo entero, la tendencia a la lucha "generacional" representa un grave peligro para la democracia. Frente a las fuerzas opresivas que acechan a los pueblos ­neofascismos plutocráticos o populistas, fundamentalismos violentos, neo-estalinismos-, los hombres y mujeres libres necesitan disponer de un arsenal de conocimientos teóricos y prácticos que no sólo abarquen los descubrimientos recientes, sino también incluyan la sabiduría adquirida por quienes se fajaron contra enemigos similares en épocas pasadas y que, todavía vigorosos, tienen el derecho de participar en liderazgos presentes.
En Venezuela, partidos como Acción Democrática y Copei tienen la virtud de recordar su historia, autocriticar sus errores, y renovarse incorporando a algunos de los mejores y más dinámicos elementos de la juventud venezolana. Juventudes conscientes de que la renovación no es posible sin la asimilación creativa de las raíces históricas.
Sin duda existen tendencias similares en el MAS y otras organizaciones políticas (en la tambaleante coalición chavista, el veterano y siempre respetable PCV). Con dirigencias remozadas por la inclusión de estas juventudes, los viejos partidos posiblemente volverán a tomar la delantera que por méritos históricos les corresponde.
Por lo demás, los inmaduros que niegan la vigencia de los partidos viejos cometen el grave error de hacerse eco de los "notables" y demás "náufragos" que, por trasnochado antiadequismo, le crearon la "leyenda negra" al régimen democrático de 1958 a 1998 que, pese a sus fallas, brindó a Venezuela la mejor etapa de desarrollo, libertad y progreso social de toda su historia. Opinamos que es negativo, y favorece al embuste histórico chavista, la afirmación opositora frecuentemente escuchada de que "no queremos volver al pasado". Es verdad: no queremos repetir los errores del pasado, pero sí queremos recordar sus luces e iluminar con ellas nuestro camino hacia un porvenir de libertad y justicia.

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