ENTREVISTA A MOISES NAIM
“TODO es posible”, señala el reconocido analista internacional Moisés Naím, cuando se le pregunta por los caminos que se abren en Venezuela luego de que el Presidente Hugo Chávez viajara a Cuba a operarse nuevamente del cáncer que le aqueja, y designara como su sucesor político al vicepresidente Nicolás Maduro.
Columnista de gran peso e investigador del Carnegie Endowment para la Paz Internacional, Naím asegura que es muy pronto para anticipar el curso de los acontecimientos. Lo que sí tiene claro es que el escenario regional sufrirá cambios importantes con el eventual alejamiento definitivo de Chávez del poder.
Desde algunas tribunas, como la del Washington Post por ejemplo, se ha señalado que con la actual situación de Chávez, Venezuela podría vivir una larga situación de turbulencia y hasta violencia. ¿Está de acuerdo con ese análisis?
Es muy temprano todavía para saber cómo va a evolucionar todo, pero ciertamente el Presidente Chávez era también una fuente de estabilidad, especialmente dentro de sus seguidores. Una vez que él no esté -y a pesar de que él haya designado al vicepresidente Nicolás Maduro como su sucesor-, no es obvio ni sostenible en el tiempo que los demás, que tienen capacidades, recursos y muchas ganas de dirigir los destinos de Venezuela, vayan simplemente a guardar silencio y ver pasivamente cómo el poder es designado a dedo por un presidente que ya no está.
¿Cuán importante será el comportamiento de las Fuerzas Armadas en este proceso?
Es definitorio. Lo que sucede con las Fuerzas Armadas en Venezuela es que forman parte activa del proceso político. El Presidente Chávez ha politizado las Fuerzas Armadas de una manera en la cual es imposible alcanzar ningún cargo de relevancia o mando sin estar involucrado en la política. Y estar involucrado en política hoy en Venezuela significa tomar partido por alguna de las facciones que existen por debajo de Chávez.
¿Es posible que el oficialismo busque una reforma constitucional para dejar a Maduro en el poder y evitar unas posibles elecciones?
Todo es posible. Aunque, repito, es muy temprano para predecir eso.
Según las señales que ha dado el gobierno, ¿Chávez volverá al poder o no asumirá el 10 de enero?
Todo pareciera indicar que no asumirá. Tanto las últimas declaraciones de Nicolás Maduro como las del vocero de gobierno parecen estar indicando que están preparando a la opinión pública para una clara posibilidad de que Chávez no pueda ser juramentado el 10 de enero próximo.
¿De qué información fidedigna se dispone hoy sobre el real estado de salud de Chávez?
La salud del Presidente Chávez es un secreto de Estado. Desde que la enfermedad fue anunciada por él mismo, lo que hemos tenido es un patrón recurrente, donde primero se anuncia la enfermedad; luego se señala la necesidad de hacer un tratamiento; después, el Presidente va a Cuba a realizarse un tratamiento desconocido para la opinión pública; tras eso, él regresa a Venezuela diciendo que está completamente curado; y a los pocos meses se repite el ciclo. Eso ya ha pasado cuatro veces. Y eso pasa así porque no hay ningún médico que haya dado un parte respecto a su salud. La opinión pública venezolana y mundial no tienen información precisa respecto a la naturaleza, diagnóstico y pronóstico de la enfermedad del Presidente Chávez.
¿Cómo visualiza el panorama regional ante una eventual ausencia definitiva de Chávez?
Cambia de manera bastante significativa. Ciertamente, ninguno de sus posibles sucesores tiene el arrastre, el carisma, la capacidad de inspirar a otros que tiene el Presidente Chávez; ninguno es el símbolo en que él se ha transformado.
Pero, además, nadie tiene el dinero del Presidente Chávez. Su ascendencia internacional es, primero, producto de su carisma y su mensaje pero, de manera muy importante, porque podía disponer con total libertad y sin ningún tipo de restricciones del dinero de todos los venezolanos para distribuirlo como él decidiera hacerlo.
Eso forma parte esencial de la exportación del modelo chavista al resto de América Latina. Una vez que no existe el líder carismático y una vez que quien esté en el poder no disponga de los recursos que dispuso el Presidente Chávez, la capacidad de exportar la experiencia disminuye radicalmente.
¿Qué tipo de nuevos equilibrios pueden generarse en la región a partir de su alejamiento del poder?
Tan importante como la enfermedad de Chávez es el ascenso en México de (Enrique) Peña Nieto, quien está comenzando unas reformas muy profundas, que claramente podría poner a México como uno de los países de mayor crecimiento en América Latina.
Eso, en combinación con lo que está sucediendo en países como Colombia, Perú y Chile, además de otros países de Centroamérica, podría generar un eje de países exitosos que, en contraste con Brasil, no son amigos automáticos, solidarios e incondicionales del chavismo.
Es importante recordar que desde que Lula da Silva llegó al poder, y en lo que va del gobierno de Dilma Rousseff, Brasil ha antepuesto sus intereses comerciales con Venezuela por encima del rol que un líder regional debería jugar para contener las fuentes de inestabilidad que se han venido irradiando desde Venezuela.
¿Subsistirá el Alba en ausencia de Chávez?
Hay que recordar que el Alba es un zombie, un muerto en vida. El Alba existe, camina, hace ruido, se reúne, declara, pero cuando uno busca los logros, las realizaciones del Alba, vemos que son mucho menos que el ruido que genera.
¿Cómo ve el futuro de países como Bolivia o Nicaragua sin la ayuda venezolana?
Es un error igualar a Bolivia con Nicaragua. Bolivia es un país con enormes recursos minerales y energéticos, y que además tiene una oposición que está empezando a cuestionar y limitar el poder de Evo Morales. En contraste, Nicaragua es un país muy pobre, uno de los más pobres del mundo, que depende críticamente para su estabilidad económica de las dádivas de Venezuela y de Chávez, y donde el Presidente Ortega ha impuesto un régimen donde la oposición es más o menos irrelevante.
¿Puede generarse un auge de otras instancias, como el Arco del Pacífico, a partir del alejamiento de Chávez?
Estoy convencido de eso. Pero a eso hay que añadir que el Presidente Obama, en su segundo período, va a estar buscando oportunidades, iniciativas, amigos y alianzas en América Latina. Estados Unidos tiene una larga historia de frustraciones en su relación con Brasil; en cambio, tiene muy buenas relaciones con México, Colombia, Chile, y también con Perú. Entonces, Estados Unidos puede formar parte de este nuevo mapa de la región.
Entonces, ¿la ausencia de Chávez puede terminar allanando un acercamiento entre Estados Unidos y Brasil?
No. Yo creo que Chávez no era la fuente fundamental de los desencuentros entre Brasil y Estados Unidos. Creo que tanto Lula como Dilma tienen una base política que no les permite tener una relación cercana y cálida con Estados Unidos. Ellos se pueden dar el lujo de ser muy ortodoxos en lo que se refiere a su política económica y muy socialistas en lo que les desean a sus países vecinos.
¿Cree que hay algún líder en la región que pueda recoger el “testigo” de Chávez?
Lo intentará claramente Rafael Correa, de Ecuador. Pero él no tiene ni el carisma ni el tamaño del país ni la chequera del Presidente Chávez.
¿Qué peso específico tenía Chávez en la región en el último tiempo? ¿Mantenía su influencia o ésta ya venía en retroceso?
En Centroamérica era definitorio. En Sudamérica, en tanto, jugó un rol fundamental, en su momento, en Argentina. Recordemos que fue gracias al apoyo financiero de Venezuela que Argentina pudo llevar adelante una serie de políticas sociales, y merced a eso tuvieron una alianza muy fuerte.
Evidentemente, con Bolivia tuvieron una relación muy cercana. Pero repito que esto dependía más que nada de que Venezuela tenía capacidades financieras que hoy han sido despilfarradas y que ya no tiene.
En el ámbito local, ¿cree que el chavismo está absolutamente comprometido con Maduro o podrían empezar a surgir divisiones internas? ¿Es viable la mantención del chavismo en el tiempo con el liderazgo de Maduro?
Una de las cosas más importantes es que las jefaturas políticas del chavismo fueron educadas por Chávez, se formaron políticamente junto a él. Y el mensaje central de cómo opera Chávez es que el poder no se comparte. Si ellos han aprendido algo de Chávez es que el poder no es para compartir, el poder es para ejercerlo unilateral y totalmente concentrado en una persona. Chávez no compartió el poder con ninguno de sus aliados, con ninguno de colaboradores y hombres de confianza.
La rotación de ministros en Venezuela es una de las más altas del mundo, no hay cargo más fugaz que ser ministro de Chávez. Y, ciertamente, él no le reconoce nada a quien no suscribe sus opciones políticas.
A sus adversarios políticos no les reconoció ni siquiera el derecho de existir, simplemente por tener una opinión diferente. Eso fue lo que aprendieron y la manera en que se formaron sus seguidores y, por lo tanto, eso va a regir las relaciones entre ellos. No hay nada parecido a compartir el poder.
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