MERCOSUR EXTRAVIADO
Emilio Nouel V.
Mercosur se reúne de nuevo y lo hace saber con mucho
despliegue mediático. Algunos piensan que estas reuniones se han convertido en
un show diplomático, de las que no se espera que muchas cosas al final se
concreten. Tiendo a pensar igual, habida cuenta de la trayectoria de los
últimos años, marcada por lo político-ideológico en detrimento de lo
sustantivo.
En esta oportunidad, se reúnen en Brasilia los presidentes,
para ventilar, como es usual en estos casos, temas de interés del bloque. El
ausente será Chávez, cuya enfermedad sigue siendo el secreto mejor guardado.
El embajador Antonio Ferreira Simoes, desde Itamaraty, ha
dicho que la XLIV Cumbre estaría caracterizada por el signo de la expansión del
bloque, y subraya las posibles adhesiones de Bolivia y Ecuador, aunque ambos
países estén estudiando aún el asunto.
Por vez primera, Venezuela asiste en calidad de miembro
pleno, condición ésta que, jurídicamente hablando, es aún precaria, habida
cuenta de la controversia pendiente generada con la suspensión de Paraguay.
El cronograma para la adecuación de Venezuela, según las
informaciones que se conocen, se habría acelerado. Se dice que la nomenclatura
arancelaria y parte de la normativa de ese bloque estarían vigentes para los
primeros meses del año entrante. Parece que la contribución financiera de
nuestro país al bloque ya estaría fijada.
En esta Cumbre se aprobaría “un sistema de movilidad académica”, inspirado en el Erasmus de la
Unión Europea; se reforzaría el papel del sector económico privado a través del
Foro Empresarial y pasaría a formar parte de la institucionalidad del bloque la
Cumbre Social.
Sólo queda esperar cuántos de estos proyectos se cumplirán
realmente.
Sin embargo, no se puede hablar de la “salud” de este esquema
de integración sin que debamos referirnos también a la marcha económica de sus
integrantes y al estado de las relaciones entre sus miembros y con terceros.
Así, es en el balance objetivo que hagamos de un proceso ya
veinteañero donde podremos detectar sus fallos e incongruencias, algunos graves
y sin resolver.
La economía de Brasil, el gigante de Mercosur y sexta
economía del mundo, no ha alcanzado despegar su economía en los últimos años, a
pesar de los ingentes recursos gastados en estímulos y reducción de impuestos
para empresas nacionales, y la revalorización de su moneda. Ha subido impuestos
a la inversión extranjera. Su crecimiento este año será de 1,5%, por debajo del
promedio de la región. Según la OMC, es el líder del proteccionismo en la
actualidad.
Por su parte, Argentina, no muestra un panorama económico
claro y las perspectivas a corto y mediano plazo no son muy halagüeñas. Es
considerado el país más proteccionista del planeta por el Banco Mundial y otras
instituciones internacionales. Ha regresado a políticas de sustitución de
importaciones. Su deuda externa ha desencadenado demandas judiciales que
afectan su imagen profundamente. Los inversionistas internacionales pierden
confianza en ella.
Uruguay tiene un comportamiento distinto. Es una economía
pequeña y sus datos macroeconómicos son sanos. En 2011, creció 8,5%, por encima
de lo esperado. Sus exportaciones se incrementaron sustancialmente, siendo sus
socios principales Brasil, Argentina y China.
Nuestro país, Venezuela, endeudado hasta los tuétanos,
mantiene la inflación más alta de la región (18 % este año aproximadamente) y
un aparato productivo privado y público descalabrado por políticas
colectivistas absurdas y dañinas para el conjunto de la sociedad, debilitado
para hacer frente a los nuevos desafíos que trae consigo el ingreso inconsulto
a Mercosur. Sus exportaciones no petroleras caen estrepitosamente. Esto, sin
mencionar la incertidumbre política que significa la enfermedad del presidente.
Mercosur, después de dos décadas, no ha podido lograr el
objetivo que se trazó de crear un mercado común vigoroso y consolidado. Los
enfrentamientos comerciales en lugar de reducirse o eliminarse, se reproducen
de manera repetida y por las mismas razones.
“Hay un discurso de integración, pero las
acciones de los países conspiran contra eso”, dice el
profesor Coutinho, de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Y agrega: “En la práctica
hay cada día menos Mercosur y más proteccionismo y bloqueo del libre comercio”.
Desde Uruguay y Paraguay son permanentes las quejas respecto de las
restricciones comerciales que imponen los socios grandes. En los empresarios brasileños
crece el escepticismo sobre el bloque, vistas las restricciones comerciales
reiteradas de Argentina.
Con el resto del mundo, la relación en los últimos años ha
generado mucho ruido. Argentina y Brasil están acusados de proteccionismo
exacerbado y creciente, no solo en el ámbito regional. El acuerdo con la Unión
Europea no termina de concretarse, y China está jugando un rol muy importante
en este bloque. La UE ha introducido reclamos contra Brasil y Argentina en la
OMC. Argentina ha ripostado demandando a la UE y EEUU.
Una expresión de rechazo velado a esas políticas comerciales
restrictivas la vemos en iniciativas como la del Acuerdo del Pacifico,
conformado por países de economías más abiertas al intercambio exterior (Chile,
Perú, Colombia y México), las cuales contrastan con las de Mercosur, al apuntar
a la diversificación de su relacionamiento económico externo hacia un área que
se está convirtiendo en el centro del planeta: el Pacifico.
La marcha de Mercosur sigue siendo muy cuestionada, sobre
todo por el giro político-ideológico que ha dado. También se habla de su
estancamiento. “Pepe” Mujica no cesa de llamar la atención: “Le vamos a pedir a los presidentes de la región que
si bien tienen la obligación de pensar con cabeza nacional, al mismo tiempo
deben pensar con cabeza de Mercosur”.
Como dirían por allá abajo en
el sur, en un quilombo estamos entrando los venezolanos, cuyo extravío como
bloque de integración se hace cada día más patente.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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