jueves, 27 de diciembre de 2012


R.G. AVELEDO: "Quizás confundimos consenso de las élites con apoyo popular"


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ELVIA GÓMEZ 
|  EL UNIVERSAL
Junto al árbol navideño doméstico, Ramón Guillermo Aveledo degusta galletas tostadas de Carora mientras reflexiona, en su sofá favorito, sobre el resultado del 16D, que dejó bajo el control del PSUV a 20 de las 23 gobernaciones. Admite que ese fue para la Mesa de la Unidad Democrática "un retroceso severo". Alerta que ese revés ha puesto a algunas personalidades, que no identifica, en la actitud de hacer públicas sus dudas sobre la conveniencia de mantener a la alianza como la conductora de la alternativa. 

"Hemos pasado esa prueba tan dura porque la alianza se mantiene. Todos estamos muy conscientes de que esta es la política correcta". Ratifica que la MUD revisará su táctica "para producir un cambio democrático por la vía electoral, constitucional, con un programa". 

-¿Sigue siendo la Mesa la mejor opción para el sector que adversa al Gobierno? 

-Tenemos estos acontecimientos en marcha sobre la salud del Presidente y si tuviéramos que enfrentar sus consecuencias políticas sin que hubiera Mesa de la Unidad sería todo más difícil. Hay un viejo refrán: "a río revuelto ganancia de pescadores" y hay gente a la que yo les observo que tengan cuidado con la óptica, porque están pensando que son pescadores y en realidad son peces. Otra cosa ante la cual hay que prevenirse es ante el síndrome de Cristiano Ronaldo. Ese es un jugador superdotado, que sería mucho mejor si se diera cuenta de que hay otros 10 jugando con él y no rinde lo mismo porque es muy individual, y por más brillante que sea un jugador necesita del equipo. 

-¿Por qué cree que los electores apoyaron a candidatos impuestos por el PSUV y no a los que ofrecían defender la descentralización? 

-Es interesante que después de que parece ser un consenso del liderazgo del país en todos los ámbitos, que la descentralización es necesaria, no parece ser un valor de primer nivel de exigencia para las mayorías. Allí tenemos que plantearnos, no que la descentralización es mala, ¡por el amor de Dios!, sino que o somos los descentralizadores los que no hemos sido buenos o quizás confundimos el consenso en las élites de las regiones con un respaldo popular mayoritario. Claro, el análisis inmediato de las elecciones por parte de los políticos siempre trata de buscar culpas e inocentes, pero yo quiero ser consistente: hay que ver las cosas en profundidad para poder curar cualquier mal y hay que tener capacidad de autocriticarnos en profundidad. 

-¿Tiene la Mesa dificultad para comunicar su mensaje o no quieren admitir que no comprenden a la mayoría? 

-Creo que hay que hacer un esfuerzo mayor. Yo creo que los grandes liderazgos del país han comprendido que el rentismo es el núcleo de la ideología nacional y cuando se presenta una alternativa a eso, estamos obligados a convencer a la gente de que es mejor la productividad que el rentismo, el progreso mejor que vivir del azar. Si uno nada contra una corriente tan profundamente arraigada tiene que conectar los cambios con la vida real de la gente. El Gobierno, con la excusa de una gran quimera, mantiene a una sección muy importante de venezolanos en el corto plazo. Es una paradoja, ofrece una cosa milenarista, ¡la revolución!, pero no ha habido nunca un momento de más dependencia de la renta petrolera que ahora. 

-Parte de la dirigencia de oposición también se maneja en el corto plazo. 

-Sí y la Mesa de la Unidad se rebela contra eso. No es que sean inmunes al ecosistema y no tengan esa tentación, pero la Mesa le ha producido a la alternativa democrática una gran respetabilidad en el mundo y en el pueblo. Aquí la clave está en no confundir ciertas voces con un estado de la opinión pública. La Mesa ha sido una respuesta a la inconstancia, un mal muy venezolano consecuencia de nuestra visión de corto plazo. La idea de un Gobierno de Unidad Nacional es más pertinente y el compromiso que firmaron todos los que aspiraban a la Presidencia, el 26 de septiembre de 2011, trasciende las diferencias. Ahora, tenemos que recordarlo también todos nosotros, ¿no?, porque a veces nos olvidamos y la gente también se olvida. 

-Seguimos sin tener certeza sobre la salud del Presidente ¿cómo actuar ante eso? 

-Tenemos meses diciéndolo, pero ahora es muy obvio, la versión oficial acerca de la enfermedad del Presidente no se sostiene en varios aspectos: en decir qué tiene y cuál es el pronóstico de un modo fiable y en decir que puede ser que el Presidente no venga (a juramentarse el 10 de enero) y se forma todo este debate constitucional. Ellos han dado información a retazos y lo que han hecho es generar más rumores. Dicen: "el Presidente está gobernando", ¡cómo va a estar en funciones!, esa versión está cariada. Para poder enfrentar el asunto, que no es solamente cuestión de los partidarios de Chávez, hay que admitir la realidad, ahora todo se reduce a la rivalidad entre Maduro y Cabello y las demás pretensiones dinásticas en el seno del PSUV. Pero esta es una república y el país no es solamente el partido de Gobierno. La idea de una oposición marginable, que no existe, que son traidores a la patria o de una oposición que está al acecho de lo que pasa para ver cómo encuentra una oportunidad, es una visión agotada, obsoleta. 

-¿Qué le puede ofrecer la Mesa ante esta crisis política al sector que le sigue? 

-Tenemos el deber de ofrecer coherencia, responsabilidad y demostrar comprensión de la realidad. Yo creo, por lo que he estado hablando con los dirigentes de los partidos, que esa es su disposición, a dar respuestas rápidas, certeras, a estar por encima de lo pequeño, estoy consciente de que eso debe proyectarse y no lo estamos haciendo. En la medida en que lo hagamos con más fuerza va a haber más confianza y eso contribuye a morigerar a los tentados por el individualismo, a esos peces que se creen pescadores. Aquí ha llegado la hora de la política y hay que asumirla sin complejos. 

-Jesse Chacón dijo que el resultado del 16-D ratificó que "el chavismo es una identidad política", ¿acepta eso? 

-Yo no discuto la cuestión de la identidad, hay unos rasgos que los unifican, pero eso no es monolítico. Es muy evidente que para ganar en Táchira, en Carabobo y en Zulia, Vielma Mora, Ameliach y Arias Cárdenas hablaron como si no fueran chavistas, hablaron como gente respetuosa de los demás, pero cuando tengan que enfrentar las presiones para gobernar tendrán que ver y optar. Cuando uno ve que en las encuestas un porcentaje alto de la gente es partidaria de que haya diálogo político eso significa que también gente del chavismo está en esa idea. Pero concediendo que el chavismo sea una identidad, lo que sí no es posible conceder es que así es toda Venezuela. El actuar en consecuencia les ha dado hasta ahora éxitos políticos, pero muy malos resultados en términos de inseguridad, empleo, inflación. Entonces, si persiste la noción de que el chavismo es el país y si empieza otra vez a cobrar fuerza una manera de hacer política que le habla solamente a los opositores, eso traería más problemas y lo peor que le podría pasar al país es que esto se agravara con una crisis política. Esta competencia de malas imitaciones del Presidente es porque no están interpretando correctamente la realidad. Eso aumenta nuestra responsabilidad para incidir en el grupo de poder. 

-¿Y como incidir en ese grupo con tanta pugnacidad? 

-A mí me gustó mucho el discurso del gobernador (Henri) Falcón en su proclamación, invitó a conversar al exgobernador Reyes Reyes y dijo que quería ser el epicentro del diálogo nacional. A los dirigentes del Gobierno debe quitárseles el miedo a hablar con los demás, el vicepresidente Maduro está a cargo de un gobierno que es para todos y el presidente de la Asamblea Nacional con más razón, es el poder público plural por definición. Maduro con su tono radical va camino de nuevas equivocaciones, piensa más en la rivalidad entre chavistas que en su responsabilidad con el país. Y nosotros tenemos que estar dispuestos, con mucha seguridad en nuestras convicciones, porque hablar con el otro no quiere decir que uno abjure de sus convicciones. ¡Si es que la gente dialoga porque tiene posiciones distintas! 

-Estamos ante una crisis económica, el Presidente ausente con un mal pronóstico, los dos jefes encargados rivalizando. ¿Hay salida? 

-Si actuáramos con fatalismo, como las tragedias griegas, diríamos: "esto no tiene remedio", pero los seres humanos tenemos la capacidad de torcer el rumbo. Tenemos que mostrar nuestra fuerza real, que no es la que deseamos pero que no es pequeña. Decantada la abstención, las proporciones de los votos son las mismas que el 7 de octubre ¿y eso por qué?, porque el país no es homogéneo. La política unitaria es pertinente y no es un accidente, es un proyecto y, nosotros insistiendo en el Gobierno de Unidad Nacional, admitiendo nuestros errores y dirigiendo una palabra fuerte al país contribuiremos a que se asienten las aguas. 

-¿Qué harán si llaman a elecciones presidenciales? 

-La Mesa va a resolver lo que haya que resolver oportunamente, no nos vamos a adelantar pero tampoco a demorar. Hay una combinación interesante de la que no siempre estamos conscientes, de experiencia y juventud, mientras el oficialismo está recurriendo siempre a la figura del Presidente para mantenerse unido y tener qué decir. Producto de ese susto que les causa el desamparo, hemos visto unos gritos desafinados del Vicepresidente y unos gruñidos del presidente de la AN. Yo estoy seguro de que ellos pueden dar más que eso y es nuestro deber llamar a todos a la responsabilidad.

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