jueves, 13 de diciembre de 2012

AHORA MAS QUE NUNCA
 
 
 
DIEGO BAUTISTA URBANEJA   
EL UNIVERSAL
 
Ya habrá tiempo para examinar con más calma las implicaciones que tiene para el futuro político venezolano, las revelaciones que Hugo Chávez hizo en su cadena del sábado por la noche. Lo que corresponde en este momento, es comentar las consecuencias que ello tiene de cara a las elecciones regionales de este domingo. 

No quiero dejar de comentar sin embargo la reacción inmediata del oficialismo respecto a la oposición y hacer algunas consideraciones adicionales sobre el punto. La reacción oficialista ha consistido en descargar su rabia y su impotencia sobre el sector político que adversa a este gobierno. Insultos, anuncios de que no hay diálogo posible, clausura de todo contacto o toda relación con los apestados de la oposición, descalificaciones del mayor calibre, en una especie de competencia a ver quién demuestra más lealtad y más dolor a través de la agresión al adversario. Es el reino de la pura emoción, del puro desahogarse. Las revelaciones de Chávez constituyen un golpe político, psicológico, afectivo de una enorme magnitud para sus seguidores más apasionados, así como para sus cuadros políticos y sus lugartenientes. Pareciera que la obligada constatación de que la oposición no ha tenido ni arte ni parte en la grave situación que Chávez atraviesa diera más fuerza a la rabia que se expresa de la manera dicha. No es el momento para entrar en controversias argumentales con interlocutores dominados por emociones de ira de gran fuerza, ni para censurar a Chávez por esto o lo otro, o reclamar que sí informó o no informó, que sí sabía o no sabía, aunque algunas personalidades de la oposición no han podido resistir la tentación. 

Pasemos ahora a lo de las consecuencias políticas inmediatas. Como ya han indicado diversos comentaristas, la información que Chávez ha dado sobre las difíciles perspectivas de su salud, sobre sus dolores, etcétera, debe tener un efecto galvanizador para sus partidarios. Posiblemente concurran a votar este domingo en mayor cantidad de lo que lo hubieran hecho de no haber mediado esa cadena del sábado. Los días transcurridos desde entonces y los intensos llamados políticos que todo el aparato oficialista ha hecho y seguirá haciendo para "que no se pierda la revolución" tendrá como efecto una mayor concurrencia a las votaciones por parte de los seguidores del gobierno que la que de otro modo hubiera tenido lugar. 

Pero eso mismo debe tener como efecto una contrapartida en el electorado opositor. Todo aquel que aún tenga dudas, o quejas, o desánimos, que lo hayan llevado a pensar no votar este domingo, debe dejarlas definitivamente de lado. Ahora más que nunca es esencial obtener una vigorosa votación opositora, superando la movilización gobiernista. Si el oficialismo va a votar más, pues la oposición también tiene que votar más todavía. 

Ya hemos visto en otras ocasiones hasta donde puede llegar el oficialismo en la interpretación de resultados electorales favorables. Que si el pueblo, cuando votó por Chávez, votó por las comunas, o por el socialismo, y cosas de ese tipo.

Si eso ocurre en circunstancias más o menos normales, que no podrán inferir de un resultado favorable este domingo, en esas condiciones psicológicas tan extremas en la que hoy se encuentra ese sector. Así que es necesario que la oposición saque una contundente votación que frene cualquier exabrupto por parte de un oficialismo presa de un desequilibrio primordial. 

En un artículo anterior se lanzaba desde estas mismas líneas una conjetura para fundamentar la necesidad de una alta votación de la oposición unida, la conjetura de que el país viviría el año que viene momentos muy delicados que requerían una oposición fuerte, y unida en una plataforma y un programa político claros. Lo que hace unas semanas era una conjetura se ha convertido desde el sábado en una casi certeza. 

El país va a vivir en las próximas semanas y meses un declive, visible y constatable día tras día, de las capacidades de Chávez de ejercer la conducción política del país. 

Ya veremos que procesos de reflexión desencadena una evolución como esa en el campo oficialista, a medida que transcurra, y que los actuales momentos de schock vayan quedando atrás. Pero sean esos procesos cuales vayan a ser, el país va a necesitar una oposición unida, fuerte, coherente, con la moral en alto, que esté en capacidad de jugar un papel estabilizador de la situación política, así como de competir exitosamente en futuras y no muy lejanas contiendas democráticas. 

dburbaneja@gmail.com

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