viernes, 6 de septiembre de 2013

CARTA A MIGUEL ANGEL LANDA




      
Maxim Ross      Emeterio Gómez

El Espíritu Humano, estimado Miguel Ángel, no crece ni se desarrolla mucho en medio de los triunfos, éxitos, logros y comodidades. Cuando obtenemos una victoria salimos a celebrar, a brindar con los amigos… y ya; ¡¡se acabó!! Cuando nos derrotan, salimos a reflexionar y a crecer espiritualmente. Sólo las derrotas, fracasos, obstáculos y dificultades obligan al Alma a crecerse. No te quepa ninguna duda, Pana: esta Tragedia que hoy vive Venezuela, que ciertamente es ya larga; este inaudito regreso al Comunismo, precisamente después que Él fracasó de manera estruendosa y espectacular, dondequiera que se lo ensayó; después de aquella gloriosa Demolición del Muro de Berlín –símbolo supremo del triunfo de la Democracia, la Libertad Individual y la Economía de Mercado–; luego de la disolución de la Unión Soviética y de la conversión del Comunismo Chino al Capitalismo mas Salvaje; después que esta locura infantil nuestra, liderada por una triste criatura que, precisa y lamentablemente, no logró ir mas allá de su propia infancia; toda esta inmensa derrota que en efecto vive nuestro País, nos ayudará de manera poderosa a fortalecer el Alma de nuestra Sociedad. Por eso te decimos, Miguel Ángel: Venezuela no se acaba. Se acaba si queremos y dejamos que eso pase.
Cuando todo va bien o nos sale fácil, cuando no tenemos que hacer esfuerzos, nuestro Espíritu se va aflojando y va creyendo que, de verdad, la vida es un regalo de Dios y no –lo que realmente es– un reto que, tal vez, el mismo Dios nos impone para templar y acrisolar el Alma. Estos 15 años, apreciado amigo, nos han enseñado más, mucho más, acerca de la Naturaleza Humana, que décadas y décadas de reflexión en frío. Haber visto a Chávez destruir dolorosamente el chance que tuvo de construir un país formidable; haberlo visto tirar por la borda la posibilidad cierta de haber rescatado a nuestro pueblo de la humillación y de la pobreza; haberlo visto acercarse –aunque sólo fuese fallidamente– a las grandes potencialidades que Lo Espiritual tiene, a lo que en otras épocas fueron Utopías que se creían irrealizables; en suma: a la posibilidad cierta de reforzar sustancialmente el Crecimiento Humano de nuestra gente; todo ello, Miguel Ángel, son logros que nos permitirán en el futuro desarrollar esas potencialidades… y nosotros, tú y nosotros, estaremos allí para verlo… y para ayudar o empujar.
No, Miguel Ángel, Venezuela no se acaba. Saldremos de esto, y saldremos con una inmensa ventaja sobre todos los demás pueblos del mundo, una grandiosa posibilidad que la vida nos ha regalado; este terrible desafío al que se nos somete, redundará en beneficio nuestro. Fíjate: quizás, a la venezolana, lo logremos sin sacrificar una gota de sangre de nuestro pueblo, si tenemos la paciencia y la sabiduría para saber combinar el voto y la protesta. Lo intentamos hace 55 años y lo logramos. Supimos poner el Alma de nuestra sociedad al frente de la batalla. Cuando superemos esta locura –que la vamos a superar, no lo dudes, ni te desesperes– seremos, si no la única, sí de las pocas sociedades que sabrán a fondo, existencialmente, lo que puede pasar cuando no se atiende de forma adecuada a las grandes masas de los hermanos más pobres, los que no tuvieron la suerte que tú y nosotros tuvimos. Gentes que siguen, por ahora, igualmente abandonados.
Cuando superemos esta loquetera –que será muy pronto– ya habremos aprendido mucho de las derrotas y de los fracasos. Y en ese estricto sentido, Miguel Ángel –y en la alegría de compartir contigo y con Él, este terruño maravilloso y sublime– permítenos regalarte un poema de uno de nuestros grandes bardos, Rafael Cadenas. Unos versos que fueron escritos hace ya muchos años, pero anticipándose precisamente a estos tiempos que ahora vivimos. Porque aluden, de manera por demás hermosa, al cómo es que las derrotas y las dificultades fortalecen el Espíritu.

FRACASO
Rafael Cadenas
Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.
Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio más
exigente,  difícil de entreleer es tu letra.
Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en
el mensaje que traías, mas precioso que todo los triunfos.
Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe
que era para salvarme.
Por mi bien me has relegado a los rincones,
me negaste fáciles éxitos, me has quitado salidas.
Era a mí a quien querías defender no otorgándome brillo.
De puro amor por mí has manejado el vacío que tantas
noches  me ha hecho hablar afiebrado a una ausente.
Por protegerme cediste el paso a otros, has hecho que
 una mujer prefiera a alguien mas resuelto,
me desplazaste de oficios suicidas.
Tú siempre has venido al quite.
Sí, tu cuerpo llagado, escupido, odioso, me ha recibido
 en mi más pura forma  para entregarme a la nitidez del desierto.
Por locura te maldije, te he maltratado, blasfemé contra ti.

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