domingo, 8 de septiembre de 2013

El gendarme




CARLOS ALBERTO MONTANER

Le reprochan a Estados Unidos que se haya autoproclamado gendarme mundial. Basta abrir cualquier diario para advertirlo. Irrita a mucha gente, incluido un buen número de norteamericanos. Creo que es una actitud equivocada. El planeta sí necesita gendarmes, jueces internacionales y castigos severos a los infractores más graves.

En una situación ideal la ONU sería esa entidad justiciera, pero ese rol fundamental ha sido anulado desde los inicios de la institución por la posibilidad de veto que tiene cualquiera de los cinco grandes vencedores de la Segunda Guerra mundial. Ni a China ni a Rusia les importa la suerte de las víctimas sirias. Ninguno de esos dos grandes países tiene una visión ajustada al derecho y movida por la compasión. Ambas potencias se guían exclusivamente por frías concepciones geopolíticas. A sus líderes, los factores morales les parecen debilidades imperdonables. Es lo que sucede cuando uno crece cultivando la visión marxista de las relaciones humanas: el cinismo se apodera y pudre los razonamientos. Todo parece iniciarse y terminar en el ámbito de los intereses económicos.

Estados Unidos es hoy casi la única potencia capaz de servir de gendarme mundial y una parte sustancial de la sociedad está inconforme con esa tarea. En ello coinciden, curiosamente, sectores de la derecha y de la izquierda. El aislacionismo es una causa transideológica. Qué no hubieran dado los armenios por que un gendarme internacional hubiera detenido la enorme masacre llevada a cabo contra ellos por los turcos durante la primera guerra mundial.

Cuánto dolor y sacrificios se hubiera ahorrado el mundo, y muy especialmente los judíos, si un gendarme internacional, en 1935, cuando los nazis dictaron sus leyes antisemitas, hubiera presionado o intervenido para detener la carnicería en el momento en que afilaban los cuchillos. El exterminio de casi 1500 personas en Siria por medio de crueles armas químicas es uno de esos hechos terribles que no deberían quedar impunes. Frente a esta monstruosidad no cabe el argumento de la soberanía y de los asuntos internos. También existe, y se ha admitido en Naciones Unidas, la “responsabilidad de proteger”.

No obstante, es muy difícil que Estados Unidos, y quienes lo acompañen en la acción punitiva contra el gobierno sirio, logren su objetivo de contener la dictadura de Asad. Bashar El Asad y algunos de sus generales más sanguinarios deben enfrentarse a los tribunales internacionales, y eso no se va a lograr con un castigo militar casi simbólico. Para disuadir a otros canallas hay que dar un ejemplo contundente.


Es verdad que ser el gendarme del mundo cuesta mucho en todos los órdenes, pero, como dijo John Kerry, el precio de no actuar puede ser mucho más elevado que el de hacerlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario