jueves, 19 de septiembre de 2013

MALDICION APOCALÍPTICA


Y mire usted, apreciado lector, que no hubo quien no les dijera, propios y extraños, que por el camino desquiciado que estaban transitando de manera terca e intoxicados por una ideología fracasada, nos estrellaríamos.
Cuántas veces no fueron advertidos que los controles y el manirotismo conducirían más temprano que tarde, al desastre económico que ya estamos viviendo. Y no olvidemos la megacloaca reventada de la corrupción, a la que nadie quiso ponerle arreglo, sino todo lo contrario.
No hay peor ciego que el que no quiere ver o el que se aferra a seguir viendo con espejuelos del pasado.
Profesionales de las distintas áreas de las políticas públicas y políticos en general, con largas experiencias de gobierno y en la empresa privada, en la última década han venido señalando los desaguisados e indicando posibles enmiendas y encarrilamientos de la situación antes de que fuera demasiado tarde.
La destrucción institucional y el descalabro del aparato económico público y privado era el panorama seguro si se seguía insistiendo en políticas absurdas, causas eficientes para alcanzar el estatus de Estado fallido, que ya estamos cerca de obtener.   
Sin embargo, los aprendices de brujo -y nunca mejor dicho- de esta calamidad que nos cayó encima como gobierno, ni pendientes del precipicio hacia donde nos dirigíamos. Engolosinados y enajenados, se tragaron sin fiscalización y a bocajarro el erario público, enarbolando un discurso engañosamente  democrático  y participativo. La constitución y las leyes han sido letra muerta y enterrada, ¿los contrapesos? Si te veo, no te conozco, Montesquieu.   
El señor Maduro sale ahora en carrera desesperada a buscar un nuevo préstamo de miles de millones de dólares que despilfarraron todos estos años sin pensar en el futuro. Va a vender su alma y al país de todos, al Dragón amarillo, ávido de materias primas.
Mientras tanto, algunos en el gobierno, que hasta ahora se habían hecho de la vista gorda, intentan enderezar el rumbo, para así prolongar su estadía en el poder; tarea difícil, habida cuenta de lo que ella significaría en términos de costos ideológicos ante una militancia fanatizada y embrutecida por más de una década.
¿Cómo quedarían entonces tanto discurso anticapitalista, tanta basura ideológica, difundida a diestra y siniestra, si ahora deben echarse para atrás con leyes y políticas que en su momento se les dijo que eran equivocadas y nos conducirían al atolladero crítico en que estamos?
Ahora, con su cara muy lavada, como si no fueran ellos los responsables directos y conscientes de tanto daño infligido a la República, pretenden torcer el mal rumbo que habían trazado.  
Lleva razón el chofer de taxi que me dijo hace un tiempo, que sobre nuestro país había caído una “maldición apocalíptica”.
En efecto, todas las plagas se han echado sobre el país. Desde los servicios públicos, pasando por la educación y la industria petrolera, hasta la política exterior y el abastecimiento alimentario, la situación es de descalabro in crescendo. Hay una sensación de naufragio insoportable.
Venezuela sólo tendrá futuro si a corto plazo se revierte toda esta locura, si conjuramos esta “maldición”. Con equivocados, incompetentes y corruptos al frente del gobierno, a la familia venezolana no le espera otra cosa que la miseria y la insignificancia en el mundo de hoy.
La oposición democrática está obligada a echar el resto para encaminar al país hacia la prosperidad y el bienestar, contra los cuales han conspirado los que nos gobiernan.
¡Y tanto que se les advirtió que ése iba a ser el resultado de sus disparates¡
¿Debemos esperar peras del olmo?

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV

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