domingo, 23 de febrero de 2014

CIVIL Y CIUDADANO


     Leandro Area

De tanto pasado y charretera macha o de proyectos posmodernos tipo satélite “Simón Bolívar”, por supuesto, se nos ha ido cansando el caballo con el que pretendemos atravesar la distancia que borrosa nos separa de ese paradigma que llamamos deseo, progreso, democracia. Mientras, Rocinante espanta moscas y observa que su jinete se refresca con el sombrero cual abanico sabanero, frente al río en cuyas mismas aguas nunca se bañará dos veces y que corre hacia su destino que es siempre el de una ilusión que flota.

En esta tierra de gracia, por mirar el futuro con el fardo del pasado, nos hemos ido convirtiendo en esperanza que no concluye. ¿Pero por fin, quiénes somos? ¡Qué fastidio! Singular y plural respuesta entreverada como el tejido del chinchorro donde se mece el espacio que soñamos ser y está vacío. Esta imagen hecha de color, espacio y tiempo, que la cinética tan criolla y culta ella, pero tan fuera de contexto, como si de nieve se tratara en Maracaibo, destapa cual una realidad-irrealidad ya anunciada por Ramos Sucre y Armando Reverón, que es paralela y subyace en la cotidianidad. Que está más allá pero que vive al mismo tiempo en nuestras maneras de no pensar y de no actuar.
El centro, meollo de nuestro desarrollo humano como nación, ha sido el que se esconde bajo el concepto de “liberación nacional”. Primero del Imperio Español, luego de los intereses foráneos que en conjunción con los nativos han sido causa para que se haya formado una sociedad como la que cargamos encima. Ahora la narrativa mitológica afirma que la “nueva liberación” debe hacerse del neo imperialismo representado esta vez por los Estados Unidos, la cultura occidental en general, y sus aliados criollos.
En este despilfarro de proyecto histórico, hemos perdido lo que debe ser el centro de nuestra atención. Ya ha habido demasiado norte, sur, este y oeste, y más que la unidad, más allá de ella, sigue pendiente una aspiración de síntesis, que implica una fuerza central, civilizada, no de gendarme necesario, que le dé sentido a este alboroto, a esta bulla que no dejamos de ser.
Lo planteo, quién no lo ha hecho, lo reitero pues no como una ilusión que pueda realizarse de inmediato sino como un proyecto vital, de abecedario para lo que pueda venir. Cualquier proceso de transición política democrática debe poner el mayor de los esfuerzos en la búsqueda de esa síntesis que habría que imaginar, definir, ir construyendo, y que debe ser implementada por todos los medios, sobre todo el de la educación, para que todos sepamos, quiero decir cada uno, hasta dónde llegan nuestros derechos y hacia dónde se dirigen nuestros deberes. Allí, en ese esfuerzo, espero, aparecerá un territorio donde construir un país con los pies sobre la tierra.


  


leandro.area@gmail.com

  

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