jueves, 27 de febrero de 2014

NICOLAS NO ESCUCHA Y SIGUE MINTIENDO

Marta de la Vega

Ante las palabras de Santos y Piñera el 18 de febrero después de la detención de Leopoldo López, para ofrecer su ayuda a favor del diálogo entre las fuerzas políticas e instar al respeto de instituciones y libertades democráticas, atentos a la denuncia de los hechos de gravísima violación de los derechos humanos, torturas, secuestros y maltratos a estudiantes y a activistas, agudizados en Venezuela desde la manifestación pacífica del 12 de febrero pasado y el bloqueo informativo de medios independientes, incluido NTN24, Maduro agrede: se siente aludido. No ve lo que pasa.
Para él Santos y Piñera, defensores de principios universales de dignidad y libertad de las personas, se equivocan al dejarse conquistar por los "fascistas de la derecha". Niega tanto el maltrato comprobado de la GN contra colombianos humildes en peajes y frontera como contra los jóvenes manifestantes. En lugar de oír, justifica la brutal represión, las prácticas fascistas de bandas armadas de motorizados auspiciados y financiados por el gobierno, el uso desproporcionado de la fuerza por los militares, las detenciones arbitrarias y otros procedimientos propios del terrorismo de Estado. Testimonios desgarradores de la crueldad de los soldados contra los estudiantes dan cuenta de las monstruosidades de las que son capaces funcionarios escudados por la impunidad que Maduro les ha asegurado "para mantener el orden". Las instituciones públicas, poder judicial, fiscalía, defensoría del pueblo, contraloría, son cascarones vacíos y el Estado de derecho, una farsa siniestra.
Estamos viviendo un momento tristísimo y vergonzoso en el país.
Impunemente siembran odio, desde los altos funcionarios, presidente de la república, hasta el más oscuro burócrata, al calificar de "trilogía del mal" a los líderes de las fuerzas democráticas opositoras, Leopoldo López, María Corina Machado y Henrique Capriles.
Libertades públicas y ciudadanas, libertad de expresión, de asociación y de manifestación pacífica son pisoteadas a diario. Los amedrentamientos y despidos a los funcionarios públicos que no se sometan mansamente a las directrices de sus superiores oficialistas a favor de la llamada "revolución socialista del siglo XXI" son política de Estado. Estamos viviendo una censura mediática sin precedentes en la historia venezolana para fabricar una versión idílica de la situación del país que oculta la verdad, expresada en un aparato productivo destruido por el acoso a empresarios pecuarios, agrícolas e industriales, la escasez cada vez peor en todos los rubros de consumo, la inflación, el auge criminal, el desmantelamiento de los servicios de salud, las carencias trágicas en medicamentos y equipos, el deterioro del sistema educativo en todos los niveles, los abusos de poder, la corrupción obscena de militares y civiles vinculados al gobierno y la peor crisis económica de la república por la incompetencia y las medidas erráticas de los que ejercen el poder dominante de manera excluyente y sectaria. ¿Hasta cuándo?


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