miércoles, 19 de febrero de 2014

EL GRITO DEMOCRÁTICO

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Beatriz de Majo

El Nacional

Fue Álvaro Uribe, el ex presidente de los colombianos, quien ya acuñó un nombre para los gestos de disidencia masiva en desarrollo y generalizada en la geografía de nuestro país. El “grito democrático” es esta inquietud civil que se expresa en protestas pacíficas indetenibles que han sido la secuela de la primera marcha monumental de estudiantes del Día de la Juventud de este año 2014.

Los jóvenes fueron seguidos solidariamente en su convocatoria por ciudadanos cansados, alienados y dispuestos a no seguir tolerando la flagrante pérdida de su calidad de vida y dispuestos a seguir disintiendo hasta conseguir un cambio.


La respuesta del gobierno ha sido bipolar. Por un lado han fabricado una historia falaz de los acontecimientos que causaron la muerte de tres ciudadanos para inculpar, desactivar y descabezar a líderes opositores. Desde una incesante cadena nacional, el mandatario acompañado de los grandes jerarcas revolucionarios se han subido a las tarimas públicas y se han exhibido en interminables reuniones del alto gobierno –en donde lo que abundan son los uniformes– para lavar sus manos de la violencia que ha cobrado vidas, que ha herido compatriotas, que ha encarcelado ciudadanos en franca violación de sus derechos.



En el otro extremo de la bipolaridad, Nicolás Maduro vocifera insistentemente su disposición a dialogar con los que protestan e insiste en su política inclusiva para propios y para ajenos, mientras, de boca en cuello, califica a las enormes masas de descontentos de “oligarquía parasitaria” y de “apátridas vendidos al yugo imperial”. Al mismo tiempo que ofrece diálogo y concordia al país, utiliza el lenguaje más destructivo, excluyente, descalificador e incitador a la violencia de cara a todo el que se permita cuestionar el modelo y las ejecutorias revolucionarias. Llama a expresarse a la población de manera abierta y franca mientras les obstaculiza las comunicaciones digitales y el acceso a las redes cibernéticas. Se autoproclama el gobierno más democrático del continente mientras impide la circulación de medios impresos, embozala a los radioeléctricos y cercena la posibilidad de contar con otra realidad que no sea la perifoneada desde el gobierno.



El “grito democrático” es la manera de expresarse de una población hastiada por el maltrato de sus gobernantes y está marcando nuestra historia con un “antes” y un “después”.  Al 50% de los venezolanos que no votó por esta parodia revolucionaria se están sumando en las calles, en las casas, en el interior del país, miles de compatriotas animados por el deseo de construir un país vivible.

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