Manuel Felipe Sierra
Es ingeniero químico, especializado en el área de Planificación y Gerencia. Ha cumplido importantes responsabilidades en el sector público y la empresa privada. Coordina un grupo de especialistas que hacen periodismos diagnósticos de la situación económica y social del país, desde la Mesa Técnica Agroalimentaria, asesorando también a la Mesa de la Unidad Democrática. Estas son sus reflexiones para los lectores de ABC de la Semana.
—Conocemos tus reflexiones en relación a que la situación económica que vive Venezuela responde a razones estructurales y no es una crisis como las que tradicionalmente suelen vivir las economías en el mundo, más bien ésta da signos de que estamos ante el colapso de un modelo, con el costo que ello supone para la población.
RA: Ciertamente, yo estoy convencido de que lo que está viviendo Venezuela no es un problema de coyuntura, ni es la misma situación que vivimos vivido en el pasado, porque teníamos escasez pero obedecía a un factor externo, que era la caída temporal de los precios del petróleo, los ingresos. Hoy en día estamos viviendo una situación, y por eso la califico como estructural, mucho más profunda y además, es multifactorial. Lo que a nosotros más nos afecta es el problema de la escasez y el desabastecimiento en el consumo de los bienes, sean esenciales o no. Lo que es más evidente y más preocupante, o que genera más noticia en ese sentido, es la escasez de alimentos, por razones fundamentales.
—Pero se trata de escasez y también desabastecimiento…
RA: Exacto. Vale la pena diferenciar el desabastecimiento de la escasez. El desabastecimiento fue la primera etapa de esta situación, cuando fuimos perdiendo presentaciones de los productos, cuando comenzaron a desaparecer ciertas marcas. Pero escasez es cuando no hay un producto. En una economía normal la escasez puede ser de un 2% ó 3%, pero nosotros hemos superado escasez de un 30 ó 35%, es decir, de cada 100 productos no consigues 35 y los otros 65 tienen desabastecimiento porque no hay variedad. Ahora, esa situación que estamos viviendo es estructural porque el problema no es sólo de desabastecimiento y escasez, sino que el país está sumergido en una crisis política, y la conducción del Gobierno cambió radicalmente.
— Como se ha hablado, se trata del agotamiento de un modelo.
RA: Partimos de una autocracia donde la voluntad de un hombre era la única orientación de la conducción del país, pero mal o bien se tomaban decisiones, aunque fueran erradas. Lo que pasa es que fallecido el expresidente Hugo Chávez, el escenario es distinto para su relevo porque estamos ante una sociedad sucesoral de alta entropía, que es lo que en mi área se conoce como la medición de desorden de un sistema, sin una visión común de país, con intereses encontrados, donde conviven varias corrientes y ninguna es mayoritaria, por lo tanto muchas veces se anulan entre ellos. Y eso ha dado como resultado una conducción política inercial donde hoy se anuncian cosas y mañana se “desanuncian”; donde hoy se llega a acuerdos y mañana éstos se violan; donde hoy se ofrece una cosa y mañana todo lo contrario; donde tenemos ya dos años hablando de un diálogo y no hay soluciones ni respuestas a los problemas que se han planteado. Entonces, el país entró en una especie de conducción inercial, por un Gobierno que trata de aparentar que tiene autoridad, que tiene mando. Este Gobierno, más que buscar solucionar los problemas que estructuralmente ha empezado vivir la sociedad, está buscando demostrar que es fuerte.
Crisis general
— Por eso se habla de una “guerra económica” o de conspiraciones y magnicidios.
RA: Así es, por ello empiezan a inventar cosas tan ridículas como el magnicidio. Hay que ver la cara que tenían los demás “altos jerarcas” en la rueda de prensa, cuando el alcalde Jorge Rodríguez estaba hablando, con seriedad y viendo hacia abajo, así como implorando “¡créanos lo que estamos diciendo, porque necesitamos que el país crea que nosotros estamos siendo perseguidos!”, cuando realmente los que estaban ahí era una serie de personas que internacionalmente ya han sido identificados como violadores de los derechos humanos.
— Además, se junta la crisis económica con la política, pero también con la social.
RA: El país está viviendo una crisis política, pero por otro lado tenemos una crisis social. Creo que hay algo que es importante destacar, y a veces la oposición ha cometido el error de señalar que el país tiene 15 años soportando los estragos o la agresión de un modelo. Pero yo personalmente creo que eso es un falso paradigma, creo que ciertamente la clase media tiene 15 años sufriendo los rigores de este modelo, que durante 15 años esa clase media se fue pauperizando y ha desaparecido de alguna manera. Porque queramos o no, la clase media es la que genera opinión, es la que conduce al país y fue el objetivo político de ese modelo altamente ideologizado que trataba de buscar la hegemonía del poder. Pero la Venezuela popular, ese 80% de la población, durante muchos años recibió transferencias directas de un Gobierno que no eran sustentable en el tiempo, y eso es lo que estamos viviendo hoy como consecuencia, pero al fin y al cabo las recibió.
— Pero al costo de haber dilapidado diversos recursos.
RA: Exactamente.No nos podemos olvidar de que durante 15 años, el presidente Chávez dilapidó un billón de millones de dólares. Aquí se habla mucho de los controles de cambio de la época de la democracia, pero los niveles de inversión que se hicieron con el Régimen de Cambio Diferencial (RECADI) de alguna manera sustentaron la economía venezolana de los 30 años posteriores y el que más usufructuó de esos beneficios ha sido este régimen, que tanto lo ha criticado. En cambio, ese billón de millones de dólares se dilapidaron en corrupción y en regalos externos y en regalos a esa Venezuela popular a la que le dimos comida barata y mucha veces gratis, a la que le regalamos viviendas, propiedades. Esa Venezuela sintió durante 15 años que crecía, que se empoderaba.
Populismo clientelar
— Todo eso acompañado con un discurso que establecía una relación entre el Gobierno y el pueblo.
RA: Y por eso hablamos entonces de ese populismo clientelar. Esa Venezuela empieza a agotarse desde 2010, cuando los precios del petróleo se estabilizan y desaparecen los ingresos adicionales que generaban esa “botija” al Presidente para sus regalos, porque Chávez utilizó la hacienda pública como su chequera personal, y Venezuela lo que hacía era aprovecharse, sin entender el refrán “pan para hoy, hambre para mañana”. Esa Venezuela comió pan, un pan regalado, un pan que no lo generó el trabajo y hoy, empieza a tener hambre. ¿Cuál es el resultado? A partir de 2010 como señalaba, se estabilizan los precios de petróleo, la producción baja, por lo tanto la generación de divisas por la vía de la exportación petrolera se reduce y comenzó a endeudarse el país. Y de 2010 a 2012, la deuda creció de 33.000.000.000 a 140.000.000.000. Llegó un momento en el que las reservas internacionales llegaron a cubrir en un 66% esa deuda, pero hoy éstas sólo cubren el 18%. Con ese nivel de desequilibrio de las cuentas públicas, nadie le piensa prestar a Venezuela, ya somos un país riesgoso. Se acabó la producción nacional bajo la falsa premisa de que siempre iban a tener dólares para importar, hoy las importaciones que necesita Venezuela para satisfacer toda su demanda de bienes de consumo son mucho mayores que la disponibilidad de los dólares que tiene el Estado.
El Estado quebró.
— Con sus consecuencias sociales…
RA: Así es, tenemos una crisis social además de esa crisis política, donde la inflación está por el 70% que ya empieza a golpear a todos los venezolanos; donde hay más de 400 contratos colectivos del propio Estado vencidos; donde el salario real pasa a ser el más bajo de Latinoamérica, porque no tienen la excusa de medir el salario en función del dólar, porque ahora hay un dólar oficial a 50 bolívares, los otros son dólares subsidiados y aquí no les pagan a los trabajadores con esos dólares, les pagan con el dólar oficial. Saquemos cuál es el salario son 89 dólares, el más bajo de la región. Solamente superamos el salario mínimo de un país que está casi en la extinción social, que es Haití. A ese nivel hemos llegado, siendo una economía petrolera.
— Prácticamente estamos ante un cuadro de post-guerra entonces.
RA: Pero además con un drama, que el venezolano todavía siente que vive en un país rico, todavía siente que puede tener ese nivel de vida y tiene esa expectativa, y el Gobierno sigue generando esas expectativas porque si no, evidentemente ese populismo clientelar dejaría de tener apoyo. ¿Entonces cuál es la realidad? Que hoy no conseguimos ni medicinas, ni alimentos, ni repuestos para el carro, y esta escasez no es coyuntural, esta escasez vino para quedarse mientras que siga existiendo la expectativa de que ese modelo puede seguir.
TOMADO DE ABC DE LA SEMANA
No hay comentarios:
Publicar un comentario