Las crisis se agravan
Demetrio Boersner
Prevalece cada vez más, tanto entre partidarios del régimen como de la oposición democrática, la convicción de que Venezuela se encuentra en una crisis política, económica, social y moral sin precedentes, y que está recargada de insoportables tensiones que podrían generar algún estallido apocalíptico. Vivimos bajo el desgobierno de un autoritarismo militar y civil, mezcla pardirroja de fascismo y comunismo, inepto e irresponsable en la gestión del Estado, tolerante de corruptos y de criminales, violador de la libertad y los derechos humanos, y despilfarrador de la más fabulosa riqueza jamás soñada hasta hundir en la quiebra y al neosubdesarrollo a un país que, hace dos décadas, se contaba entre los más avanzados de América Latina. Cuando falleció el caudillo fundador del régimen, hace un año y medio, a los males señalados se le agregó otro, que es el de la división entre quienes ahora intentan gobernar, y rivalizan para ver quién es el más radical e intransigente ante cualquier asomo de diálogo o intento de transición pacífica hacia una situación menos tensa. Tal intransigencia creciente no puede ser doblegada sino por una mayor firmeza y energía de la unidad democrática. Aunque mantenemos firmemente el apoyo a la MUD y la tesis de que, pese a todo, debe permanecer abierta la posibilidad de una salida negociada, igual nos sentimos cada día más convencidos de que es esencial mantener y fortalecer la presión no violenta desde las calles, barrios y sitios de trabajo de toda Venezuela, así como desde todos los frentes de la solidaridad democrática internacional.
También el ancho mundo exterior es escenario de crisis agravadas, en momentos en que se conmemora el centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial. La Comunidad Europea, que se apresuró demasiado en transformarse en “unión” política, en adoptar una moneda común y en acoger en su seno al continente entero, hoy sufre los amargos efectos de una crisis económica y social que no puede ser superada con medidas dictadas por los menos afectados. La indignación de los europeos excluidos se acaba de expresar por un respaldo electoral masivo a nefastos movimientos políticos de extrema derecha, antiunionistas, xenófobos y afines al fascismo. En torno a Ucrania –país que por razones históricas y geopolíticas esenciales debería ocupar una posición neutral entre influencias e intereses del Occidente y de Rusia– se ha formado una insensata “nueva guerra fría” que podría poner en peligro la estabilidad del orden internacional global. En Asia del Este, China y sus vecinos han iniciado riesgosas disputas por espacios marinos y submarinos, a la vez que India da un significativo viraje hacia la derecha.
País en crisis en mundo inestable: atravesamos una etapa histórica difícil, en lo interno como en lo exterior.demboers@gmail.com
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