AL ESTE DE QUEBRADA HONDA
RAFAEL POLEO
Basta de hablar a media voz. La renuncia de Aveledo
ha roto los silencios. La Oposición no funciona
porque niñatos y niñatas diletantes no ven el
interés colectivo ni el objetivo de recuperar la
libertad, sino que nos quieren instrumentalizar
a todos como sirvientes de sus aspiraciones de
niños ricos a quienes desde chiquitos su mamá
les ha dicho que deben ser presidentes.
Basta de hablar a media voz. La renuncia de Aveledo
ha roto los silencios. La Oposición no funciona
porque niñatos y niñatas diletantes no ven el
interés colectivo ni el objetivo de recuperar la
libertad, sino que nos quieren instrumentalizar
a todos como sirvientes de sus aspiraciones de
niños ricos a quienes desde chiquitos su mamá
les ha dicho que deben ser presidentes.
El lunes tendremos encerrona opositora. La primera no fue un ejemplo de seriedad, responsabilidad, generosidad o alguna de esas virtudes que hacen respetables a los líderes y grandes a los pueblos. Los chicos de Voluntad Popular, más chicos que nunca, violaron la norma con su solo acto de presencia, duplicada por simpático capricho. Sentaron dos representantes cuando la norma dice que es uno por cada partido. Al final quedó uno, pero en discutir eso se fueron dos horas y un chorro de energía. No quedó tiempo sino para que cada uno presentara su egocéntrica protesta por reales o supuestos agravios que en todo caso ya prescribieron.
Y no es que faltara tema para protestar. Capriles, que ahora se porta bien, tiene en su pasado el haber, de manera inconsulta, convertido la elec¬ción en un plebiscito, tremendo petardo. Por su cuenta, como si él fuera el dueño de la pelota y el novio de la madrina cuando sólo era jefe de campaña a solicitud propia. En vista de lo cual sus rivales en la candidatura salieron con La Salida -todos la apoyamos porque a esos muchachos les consentimos todo, como se le consiente a los nietos malcriados; pero también todos sabíamos que no se saldría a parte alguna. De paso, nadie entendía qué era eso de La Salida ni para dónde íbamos a salir. Era una manera de recuperar Leopoldo, María Corina y Antonio- el terreno que Capriles les había ganado, por cierto de manera absolutamente deshonesta, pretendiendo prolongar “sine die” una condición de candidato que se otorga por una elección, pues viene del Derecho Común y no del Derecho Divino de los reyes.
Mientras tanto se había producido la renuncia de Ramón Guillermo Aveledo a la Secretaría Ejecutiva de la MUD, hecho inesperado que liberó los silencios -de lo cual es prueba esta amargada crónica. Aveledo había sido, durante los últimos meses, el blanco de una campaña de descrédito nacional e internacional, movida con muchísimo dinero y originada en un centro plutocrático ubicado por los lados del pico Roraima. Los intereses que la movieron no son políticos, sino económicos. Hombres de negocios, banqueros y dueños de medios de comunicación, traficantes que acechan el colapso del régimen para ponerle la mano a la botija.
Cuando dicen a ser canallas, nuestros sedicentes aristócratas son más canallas que los compinches de François Villon en La Corte de los Milagros. Lo que le hicieron a Ramón Guillermo, honesto y útil ciudadano, hijo de cuna honrada, intelectual y democrática -esa burguesía ilustrada que es columna vertebral de la sociedad civilizada-, político casi desde niño que asoma a la vejez sin una sola mancha, hace temblar el ánimo de quienes aspiramos a respirar libertades. Si esa es la reserva culta y tecnocrática, ¿qué le vamos a pedir al sedimento que salió a flote con la revolución chavista?
La razón para vilipendiara Aveledo ha sido que él está al frente de la MUD y esa es una asociación de partidos. Y hay que acabar con los partidos porque esa nobleza auto-designada no ha hecho el trabajo de organizar estructuras democráticas sino máquinas de hacer dinero para comprar coches de colección. Si hubiera sobrevivido el FND de Uslar Pietri, ellos no conspirarían contra los partidos, sólo contra los demás partidos.
Pero debíamos hablar sobre la unidad política, que básicamente es la unidad de los partidos ¿Qué otra cosa puede ser que no sea una entelequia? ¿Qué otra cosa se puede unir sino los partidos, los cuales, amados u odiados, sublimes o deplorables, son los instrumentos naturales de la acción política? Muchas veces hemos dado una imagen, fisiocrática si se quiere, de la sociedad sana. La sociedad sana requiere que cada órgano cumpla su función y no pretenda cumplir las de otros. ¿Qué se puede esperar cuando el corazón pretende ser páncreas, el páncreas hígado y el hígado riñones? También hemos dicho que una sociedad justa es aquella donde hay un equilibrio de poderes. Como los móviles de Calder que vemos en el techo del Aula Magna de la Ciudad Universitaria, un juego de pesos y contrapesos que mutuamente se compensan produciendo un equilibrio armónico que nos trasmite una sensación de dinámica estabilidad. Pero si a una de las piezas del móvil se le añade el peso de otra, el equilibrio se rompe y el móvil se desgonza, destruyéndose la sensación armónica. Protestamos al Estado hotelero, pulpero y transportista, porque ese Estado empresario, al poder político que le es propio suma el de manejar los mecanismos y recursos que natural¬mente deben manejar los empresarios. Pues con las mismas razones resistimos al proyecto por el cual determinados empresarios quieren reempla¬zar al actual régimen en el manejo de los resortes del poder político. No debemos repetir la aberración que hoy vivimos con el poder político secuestrando al poder económico y mediático, y manipulando el poder militar. Cierto que en Venezuela tenemos ahora mismo una sumatoria de poderes en manos de los gobernantes, pero es eso lo que queremos cambiar, luego no podemos ofrecer lo mismo sólo que ejercido por empresarios o por políticos que son empleados en las nóminas de los grandes millonarios.
María Corina, que quiere ser presidenta o quiere ser presidenta, y si no que se acabe el mundo, no haya qué inventar para ser presidenta sin tener partido ni apoyo de alguno, que no lo tiene porque no tuvo paciencia ni habilidad para hacer el suyo, que no es fácil -aquello de Súmate, que tampoco le funcionó a pesar de que todos la ayudamos. Así que ahora convoca a un “congreso de congresos”, un “movimiento de movimientos”, siempre así de etéreo y difícil de imaginar como no sea una especie de sabana ilímite en el centro de la cual halla un cerrito sobre el cual estará montada ella, la candidata; porque eso sí, por Dios: candidato o muerta. Los partidos son una necesidad odiosa pero inevitable. Los aspirantes que hablan mal de ellos es porque no han tenido talento para construir ese aparato indispensable para el ejercicio de la política, la cual sin ellos se convertiría en un aquelarre de voces inaudibles, como el “movimiento de movimientos” conque María Corina tratará de recuperar el terreno que le quitó Leopoldo, todo más acá de Quebrada Honda, donde está el límite geográfico de la oposición chic.
De los otros, ¿qué decimos? Enríquez trata de mantener un zapato en cada banda, Antonio se contraría a sí mismo, Rosales no acaba de entenderse con su partido originario para reconstruir la socialdemocracia y Henry se desentiende del conjunto, lo cual quizás sea lo único que nos queda.
Es posible que en la encerrona del próximo lunes veamos algo de cortesía y consideración, no con el semejante partidista, sino con el ciudadano común angustiado ante el espectáculo de inmadurez que dan los supuestos dirigentes. Puede ser que las elocuencias se moderen ante la inminente reacción de María Corina, desplazada por Leopoldo con lo del carcelazo pero dispuesta a inventar algo que le devuelva el protagonismo en Plaza Brión porque miren ustedes que el delirio plutocrático no ha podido llegar ni a Quebrada Honda. Como si el resto de la oposición no existiera, como si ella tuviera derecho a hablar por todos, la señora inventa que dentro de dos meses reunirá su “congreso de congresos”, “movimiento de movimientos”, nada menos que “todos los grupos organizados de la sociedad”, “todas las fuerzas”, “desde luego, también los partidos políticos”, el mundo, pues, en torno a ella.
Digo yo, en mi media lengua, que en ese MDM (Movimiento de Movimientos) con el cual MaCorina quiere reemplazar a la MUD, la única presencia indispensable es la de la Sociedad de Psiquiatras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario