RAMON GUILLERMO
GUSTAVO LINARES BENZO
EL UNIVERSAL
sábado 2 de agosto de 2014
Mucho hay que reconocer a Ramón Guillermo Aveledo en sus cinco años al frente de la Unidad. Basta ver el país político del 2009 y el de hoy para apreciar la magnitud de la tarea realizada, la primera de las cuales fue precisamente la unidad de tan diversos actores, cada uno con legítimas expectativas.
En 2009 la Asamblea Nacional era total y absolutamente gobiernera, por la decisión de la oposición de no ir a las elecciones parlamentarias de 2005. Sin entrar a criticar esa opción, pues es muy fácil ser manager los lunes, en todo caso era muestra de la absoluta repulsa de buena parte de la opinión pública a la lucha electoral y al oficio elemental del político, buscar votos. Surge entonces la Mesa de la Unidad como vehículo y aglutinante para enrumbar de nuevo las fuerzas democráticas, teniendo como primer objetivo las elecciones parlamentarias de 2010.
Esas elecciones fueron un milagro, dividen la historia reciente del país en dos toletes, del mismo modo que lo hizo la derrota de la reforma constitucional. Un milagro, en primer lugar, porque políticos de verdad, con Aveledo a la cabeza, pusieron de acuerdo a decenas de factores en una lista única y así se logró ganar unas elecciones y llevar una nutrida representación a la Asamblea Nacional. Sólo la trácala estelar de la ley de procesos electorales, dictada, claro está, por una Asamblea totalmente oficialista, logró la alquimia perversa de convertir a la mitad del país en poco más de un tercio de los diputados. Pero la derrota de Chávez fue también estelar, como recordamos de una de sus rabietas, ésta contra la periodista que le pidió razón de esta magia negra electoral.
Fue un milagro también por el caudal electoral de la oposición. En el 2009 la popularidad de Chávez era altísima, venía además de ganar las elecciones con casi el 60% de los votos. Un año después, gracias a la MUD dirigida por Aveledo, la oposición había conquistado a la mitad de los electores; fue posible decir, cosa increíble pocos meses antes, "somos mayoría". Esta derrota obligó a Chávez a desprenderse del último velo que tapaba sus vergüenzas totalitarias, e impuso mediante una Asamblea Nacional moribunda una Ley Habilitante que le daba una ñapa de año y medio para hacer y deshacer, justo antes de que asumiera el nuevo Parlamento electo. Esa ley habilitante del 2010 es una de las mayores iniquidades de estos años y demostró lo que ya se sabía: Chávez era demócrata siempre y cuando ganara las elecciones.
Factor decisivo
Los logros de Aveledo sólo pueden medirse adecuadamente partiendo de dos premisas, que el fragor de la batalla diaria hace olvidar, o se olvidan a propósito. Primera: la oposición no es el chavismo. No es el chavismo, no sólo en la obviedad de sus antitéticos planteamientos, sino en que en este lado no hay ningún Comandante, mucho menos eterno. En la Unidad no hay estado mayor, ni lealtades a mesías o redentores. La Unidad es una entidad política democrática, que además incluye distintos partidos, todos ellos queriendo poner en Miraflores a su candidato, como debe ser en cualquier entidad política que merezca el nombre, afán de poder que a nadie avergüenza como ocurre en el chavismo. Poner de acuerdo a corrientes por definición enfrentadas es un logro épico, y Aveledo fue actor decisivo en ello.
Segunda premisa. Chávez usaba, al igual que sus sucesores, armas políticas y no tan políticas impensables en una democracia. La MUD no es AD y el chavismo Copei o viceversa, la lucha en Venezuela es la lucha electoral más difícil del mundo. Cuanto amaño constitucional es concebible, cuanta mordaza puede imaginarse, cuanta ventaja indebida existe, se empleó contra la MUD y las fuerzas de oposición. Desde hacer que el voto chavista valga el doble o más que el voto opositor, gracias a la mencionada ley de trácalas electorales, pasando por un CNE que diseña los circuitos a la carta (del chavismo, claro) hasta el uso de todos los fondos y recursos públicos para la campaña oficial, mientras se persigue a quienes quieren contribuir con la de oposición.
Luego de las parlamentarias del 2010, el 2012 fue el año de las primarias. Evento político que implicó una movilización impresionante y sentó las bases de un resultado muy bueno en el 2012, gracias al claro liderazgo del gobernador Capriles, y a lo que fue un empate en el 2013, según el CNE. Aveledo liderizó también esos procesos.
La salida de Aveledo no ha debido ocurrir, es un verdadero golpe para la Unidad. Presiones inicuas, fuerzas desintegradoras con mucha más voz que votos conspiraron contra quien sólo tenía éxitos que mostrar. Lo único bueno de todo esto es que ahora, como dice en su renuncia, "rescata su derecho a la opinión". Ahora Ramón Guillermo podrá hablar claro y eso ayudará a arreglar muchas cosas.
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