Decadencia
del régimen
Sadio Garavini di Turno
El
chavismo es un sistema político híbrido que la ciencia política contemporánea
podría calificar como un autoritarismo
competitivo con vocación totalitaria de raíz ideológica marxista
leninista. En una primera etapa, se trataba de un neoautoritarismo caudillista,
que combinaba ambiguamente la aceptación
retórica de los valores y reglas de la democracia, el mantenimiento formal y,
en buena parte aparente, de las
instituciones del Estado de derecho y un menguante respeto por unas limitadas libertades civiles
y políticas, con prácticas claramente autoritarias. La fortaleza del gobierno se
sustentó sobre el carisma del comandante; el abultado y sostenido precio del
petróleo, que permitió un populismo distributivo, económicamente ineficiente e
insostenible a largo plazo, pero políticamente eficaz, a corto plazo; y la carencia de una alternativa creíble en la
oposición. A partir del 2006, se ha acentuado la vocación totalitaria del
régimen a través de una masiva intervención del Estado en la economía. No hay
todavía una estatización total, como en Cuba, sin embargo en los últimos años se ha
ampliado enormemente el control estatal de los medios de producción, empezando
por la energía eléctrica, las comunicaciones, la minería, la industria del
cemento y más recientemente buena parte de la industria agroalimentaria. El
objetivo político-económico evidente es debilitar y limitar al sector privado y
aumentar considerablemente los sectores de la población dependientes
directamente del Estado. El proceso también creó su propia burguesía, generalmente
ligada a la construcción y el comercio importador. El todo condimentado con una
retórica de clara estirpe comunista. La otra característica totalitaria que se
está acentuando considerablemente es el militarismo. La progresiva
militarización de la sociedad y el Estado es uno de los objetivos fundamentales
del gobierno chavista. La Fuerza Armada dejó de ser apolítica, obediente y no
deliberante y padecen un constante adoctrinamiento ideológico-político.
En
el 2014 ha habido un acelerado debilitamiento
del apoyo popular al régimen. El despilfarro,
la ineficiencia, la corrupción, la incapacidad y sobretodo la ceguera
ideológica del régimen ha producido una creciente crisis socioeconómica. El gobierno
ha optado por el aumento de la represión, la criminalización de la oposición, a
través del terrorismo judicial y la “presión” sobre los medios de comunicación.
El nerviosismo y las diferencias entre los dirigentes del proceso ha creado las
condiciones para acciones inconcebibles en cualquier país civilizado, como la
agresión por parte de militares en contra de presos
políticos en sus propias celdas. En vida del difunto caudillo había unidad de
mando y poder decisión, ahora en el “Directorio
Cívico-Militar” de la “revolución” sólo hay poder de veto, lo que impide las
decisiones necesarias para enfrentar
eficaz y oportunamente la crisis
económica. Vendrán medidas parciales y tardías sin la coherencia requerida,
verdaderos “paños calientes”, que quizás sólo servirán para atenuar el ritmo del progresivo e
indetenible deterioro de la calidad de vida de los venezolanos. Según la
dialéctica hegeliana muchos cambios cuantitativos terminan creando las
condiciones para el inevitable cambio cualitativo. El cambio viene … con dolor.
A
pesar de las diferencias tácticas y personales, la alternativa democrática está
hoy en mejores condiciones que durante la vida del caudillo. La Unidad es
indispensable, fuera de la Unidad sólo hay suicidio político, fracaso, traición
y estupidez.
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