El fenómeno inflacionario: características y responsables
EDDY REYES TORRES
EL NACIONAL
Múltiples son las causas de la inflación. Para los gobiernos de Chávez y Maduro ha sido un pesado fardo que han arrastrado desde el comienzo de sus respectivos mandatos, por las implicaciones negativas que tiene para la población y la economía en general. Venezuela ostenta la triste condición de ser uno de los países que tiene la más alta inflación en el mundo. Entrar a hacer un análisis completo de las causas que impiden su abatimiento y llevarla a dígitos aceptables sería materia de un largo ensayo. No por eso, sin embargo, podemos dejar de hacer mención de tan sensible tema, resaltando sus características generales y señalando quiénes son los responsables de su aparición.
En uno de sus tantos asertos, John Maynard Keynes (1883-1946) dijo: “No hay ningún medio tan sutil y tan seguro para subvertir la sociedad por su base, como la adulteración de la moneda”. Hacia allí precisamente apunta la inflación, cuyos efectos perniciosos han sido puestos en evidencia por Milton Friedman en estos términos: “Cualquiera que sea su fuente inmediata, la inflación es una enfermedad, una dolencia peligrosa y muchas veces fatal, que, si no se ataca a tiempo, puede arruinar una sociedad” (Paradojas del dinero). Con más precisión, la ex presidente del Banco Central de Venezuela, Ruth de Krivoy, ha señalado: “Pero hay un efecto especialmente nocivo, a saber, la redistribución o transferencia indeseada de ingresos. Perjudica a los preceptores de ingresos fijos, usualmente los asalariados y pensionados, y beneficia a quienes tienen la posibilidad de ajustar sus ingresos a la inflación, que son normalmente los que se encuentran en los estratos superiores de ingresos. También perjudica a los que tienen activos monetarios, bien sea dinero en efectivo o en acreencias por cobrar, y beneficia a los deudores cuyo pasivo está determinado en unidades monetarias, ya que estas valdrán cada vez menos a medida que cae el valor del dinero. Los activos monetarios se vuelven sal y agua, en tanto que los deudores se benefician al poder, como se dice en la jerga, licuar sus deudas. Otro efecto indeseado de la inflación se expresa en que termina por ser una suerte de impuesto, de impuesto inflacionario, que es inconsulto, confiscatorio, y por todo ello al margen de los mecanismos legales” (“No nos importa aunque puede acabarnos”, ensayo incluido en Varios Autores, Venezuela siglo XX).
La inflación se define como el aumento continuo y persistente del nivel general de precios, que en Venezuela está representado por índice de precios al consumidor (IPC). Dicho índice se basa en el costo de una cesta de mercado de bienes y servicios que expresa las compras de una economía doméstica urbana representativa. La proporción y peso que cada bien o servicio tiene se fundamenta en encuestas sobre los hábitos de consumo que se realizan para un período determinado. Cuando la cantidad de bienes y servicios que están presentes en una economía aumentan en igual proporción y rapidez que la cantidad de dinero, los precios se mantienen estables. Pero cuando ocurre lo contrario –o sea, cuando el volumen de dinero en circulación aumenta en mayor proporción y rapidez que los bienes y servicios que se producen, derivándose de esa situación un incremento de los precios–, se produce la inflación.
Es al Estado al que corresponde la obligación de velar por un desenvolvimiento sano de la economía y sus distintas variables, razón por la cual uno de sus órganos, esto es, el Banco Central de Venezuela tiene asignado por la Constitución Nacional el objetivo de lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria (artículo 318). De manera que los únicos responsables de ello son el Banco Central y el gobierno, como representación del Estado.
Cuando la inflación aparece y se hace persistente, los gobernantes eluden su responsabilidad. En tales casos es común oír a los personeros oficiales asignar las culpas a otros: el sistema capitalista, el “imperio”, los empresarios codiciosos, los sindicatos irresponsables o algún hecho económico significativo de carácter puntual. Nunca reconocen las políticas económicas y monetarias erróneas que han adoptado: la sustracción de las reservas internacionales del BCV para transferirlas al Fonden y los préstamos concedidos por el Banco Central a Pdvsa que ascienden a más de 80.000 millones de dólares, entre otras, los cuales han aumentado la masa monetaria de manera exponencial.
La verdad verdadera es que la inflación no es un fenómeno exclusivo del capitalismo y que, además, el único que tiene el control de la política monetaria (la capacidad de aumentar discrecionalmente la circulación del dinero) es el Estado, que modernamente ejecuta esa función a través de la banca central, como ya indicamos. Así, pues, hay que admitirlo de una vez: toda inflación sustancial es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario cuya responsabilidad descansa en el Estado (el gobierno y el Banco Central).
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