viernes, 26 de septiembre de 2014

¿Pedir la renuncia de Maduro?


            Fausto Masó 
Los profesores universitarios se están marchando para Bolivia o Ecuador, Paraguay igual que los maestros, los peluqueros, los masajistas, los dietistas, todo el mundo: se van hacia donde los admitan. Lo contrario de lo que ocurría en el pasado cuando bolivianos, ecuatorianos, colombianos, acudían en busca de empleo a Venezuela. Ya no solo se marchan los venezolanos a España o Estados Unidos, sino a cualquier lugar que los dejen entrar. Aquí se quedan los profesionales que pasan de cierta edad, sin ganas de empezar de nuevo en otro país. El 90% de los médicos e ingenieros que se gradúan se marchan, es impresionante verlos estudiando alemán. No quieren irse, están conscientes de las dificultades que enfrentarán pero los sueldos que ganan en Venezuela no llegan a los $100 y en el extranjero recibirían $2000 o 3000, por lo menos.
Clorox cerró su fábrica y abandonó un mercado donde controlaba el 50% o el 90%, lo mismo ha pasado con decenas de industrias, el país se desindustrializa, porque para las empresas hay más oportunidades fuera de Venezuela, sobran los sitios mejores para invertir en África, Asia, América Latina. No será fácil que vuelvan al país, aun con un cambio de gobierno Los sindicatos chavistas inicialmente ven los cielos abiertos, suponen que la empresa le caerá en las manos hasta que comprueban que les pasará como a Lácteos los Andes, o a Sidor.
Si la MUD quiere llegar a las clases populares el tema no es pedir la salida de Maduro sino convocar a luchar contra el hambre y el desempleo, no reducirse a los temas políticos sino invocar los que conmocionan a los barrios, hablar del hambre, el desempleo, la inseguridad.
Nicolás Maduro vive en las nubes. Transmite en cadena nacional su discurso en las Nacionales Unidas donde habla del ébola, el imperialismo, la unidad de  América Latina, la guerra económica, mientras en Venezuela pierde el apoyo popular por causas muy concretas. Logra ocasionalmente disminuir el desabastecimiento, aumenta el ingreso de las madres del barrio, pero todo representa gotas de agua en un mar de problemas. Todo se le agrava, y a este paso perderá cualquier elección. Con las consecuencias inevitables de la derrota.
Chávez habló del socialismo del siglo XXI cuando tenía todo atado y bien atado, después de haber logrado el control político del país, derrotado a la oposición, a los empresarios, la iglesia, las instituciones. Había avanzado hacia el socialismo cuando lo sorprende la enfermedad. Chávez estaba logrando un imposible, un socialismo con apariencias democráticas, puso las instituciones a sus servicios; devoraba la democracia a pedacitos, utilizando el voto en un proceso que no entendían sus enemigos.
Cuando a Chávez el cáncer le truncó sus planes el poder quedó en las sorprendidas manos de Nicolás Maduro. Chávez había establecido un sistema que era una burla a la democracia… y que han imitado otros presidentes, para reelegirse indefinidamente: celebrar elecciones espantosamente ventajistas. Nicolás Maduro ha estado aturdido desde el primer día, con razón. No se atreve a abandonar el legado de Chávez, dar un giro a la derecha, ni hacer lo contrario, estatizar otras empresas, avanzar por la ruta del socialismo. Prefiere dejarse llevar por la corriente, apostar que los dólares milagrosamente le alcanzarán, a pesar de que hay signos de que los precios del petróleo bajarán y que lisn dólares a 6,30, o 12, se esfuman. A pesar de la guerra en los países árabes el precio del barril no aumenta porque hay demasiado petróleo en el mundo.
¿Debe pedir la renuncia la oposición a Nicolás Maduro?
No, mejor hablar del hambre, el desempleo, la inseguridad, recordarles que nos quedamos sin anestesistas, cirujanos y hasta enfermeras. Fin de fiesta.

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