viernes, 26 de septiembre de 2014

Un radar para la oposición venezolana

ANDRES CAÑIZALES
La oposición venezolana acaba de vivir un cambio de primer orden. No se trata sólo de que una persona sustituyó a otra. Tal cosa efectivamente ocurrió ya que el periodista Jesús “Chúo” Torrealba, al asumir la secretaría ejecutiva de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), termina sustituyendo a Ramón Guillermo Aveledo, tras la renuncia de éste semanas atrás en medio de una aguda división que parecía insalvable en el seno de las fuerzas políticas democráticas que se oponen a Nicolás Maduro.
Sin embargo, con la llegada de Chúo Torrealba están ocurriendo de forma simultánea varios cambios de envergadura en la coalición que se formó en 2009 y que paulatinamente fue conquistando terreno cada vez más amplio en el campo electoral, pero que al mismo tiempo exhibía un cierto inmovilismo en un año como éste, en el cual no se realizaran elecciones en Venezuela.
Chúo Torrealba, en tanto, si bien fue militante de la izquierda venezolana, desde hace largo tiempo no es un activista político, sino que se distingue como un luchador social. Ha usado estratégicamente a los medios de comunicación (en sus diversas plataformas: prensa, radio, televisión, redes sociales) para posicionar su imagen pública junto al nombre de su espacio mediático: “El radar de los barrios”. Enfatizando no ahora, sino desde hace varios años, la idea de que la clase media venezolana debía concertar con los sectores populares para lograr el cambio político.El primer gran viraje que vive hoy la MUD —y me atrevería a decir que el conjunto de fuerzas opositoras a Venezuela— es que la conducción política no la ejercerá un político profesional en el sentido estricto. Aveledo contó con su largo bagaje como diputado en la década de los años ‘80 y ’90, formó parte del círculo del poder en el gobierno del socialcristiano Luis Herrera Campins (1979-83) y en un sentido general puede decirse que es una figura política tradicional. Ese bagaje fue clave para lograr sentar en una mesa a partidos político muy disimiles y diseñar una estrategia electoral que se ha mantenido en el tiempo.
El propio fenotipo de Chúo Torrealba es en sí un enorme cambio. No es que los líderes opositores de Venezuela sean oligarcas, pero en su gran mayoría (al igual que la dirigencia chavista) provienen de una clase media que ascendió socialmente gracias al maná petrolero que caracteriza a esta nación. En un sentido estricto esa dirigencia se dirigía al pueblo, pero no era tan parecida al pueblo como lo es Torrealba. No se trata sólo un cambio de rostro o del fenotipo de quien ahora ejerce la conducción de la MUD, es también un cambio en el discurso como quedó en evidencia al asumir la secretaría ejecutiva. La palabra “pueblo” fue la que más repitió Torrealba y eso es vital, ya que el chavismo y ahora Maduro, en el campo simbólico, parecían tener bajo su égida el uso de esta palabra, mientras que la oposición parecía cohibida o se refugiaba en los términos ciudadanía o ciudadanos.La vocería y conducción de la MUD pasan de un político tradicional a un comunicador popular y eso tendrá repercusiones claras en las estrategias que debe seguir de ahora en adelante la coalición que se opone a Maduro. Una de las fortalezas que desarrolló Hugo Chávez, y que tomó su heredero en el poder, ha sido el aparato de propaganda y comunicación gubernamental, que tiene muchas vertientes (presiones sobre medios críticos, aumento dela aparato mediático oficial, transmisión obligatoria de los discursos presidenciales por toda la red de radio y televisión del país, etc...). La MUD, en tanto, ha sido inconstante y en muchas ocasiones errática en su propuestas comunicacionales al país, a favor del cambio. La experiencia de Torrealba en este campo debería imprimirle un sello diferente a la lucha política desde el terreno comunicacional.
El viraje en la conducción de la MUD acaba de suceder, es un viento fresco para los venezolanos que apuestan por un cambio, pero apenas se reinicia la lucha política teniendo a Chúo Torrealba como uno de los referentes principales.
Torrealba no sólo comunicará, tiene a mi modo de ver tres grandes desafíos político-estratégicos: sanar las heridas patentes entre los actores opositores y salvar la unidad como respuesta ante el poder del chavismo; definir una hoja de ruta consensuada para lo que resta de 2014 y 2015, en la que claramente se establezcan prioridades dentro de una diversidad de acciones a desarrollar; finalmente reanimar y rearticular al pueblo opositor y en especial captar la adhesión del pueblo chavista, que de forma notable se deslinda de Maduro pero que no termina de cruzar la línea, permaneciendo en un estado de malestar y descontento pero que no tiene canalización política, al menos hasta ahora por las fuerzas de oposición


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