domingo, 6 de marzo de 2016

BUSCAR EL TIEMPO PERDIDO PARA PERDERLO DE NUEVO

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CARLOS RAUL HERNANDEZ

Se desconoce al Poder Legislativo de frente, sin titubeos, sin ambages, sin excusas, y se le arrebatan por la fuerza sus atribuciones constitucionales inseparables que le dan razón de ser. Parecido actuó Alberto Fujimori en el golpe contra el Congreso de 1992. La enorme, abismal, escandalosa diferencia (política, no ética) es que Fujimori un par de meses antes había ganado las elecciones, era la fuerza ascendente, la esperanza de los peruanos, un outsider que derrotaba al sistema político institucional. En Venezuela es exactamente al revés, lo contrario, las antípodas. La masiva victoria opositora en diciembre, la sistemática fuga de respaldo gubernamental desde entonces y el bloqueo de los mecanismos constitucionales, crean un status en el que la cúpula de poder rechazada, con apoyo menguante, es un poder de facto. Es un esqueleto sin músculo, con polifracturas y sin porvenir.

La mayoría de los peruanos había votado por Fujimori para salir de una situación parecida a la de hoy en Venezuela, creada por un gobierno de la misma estirpe populista: hiperinflación, recesión, delincuencia, violencia, control de la calle por grupos armados irregulares, escasez, corrupción, incompetencia. Aquel solitario insurge ante eso y luego da el golpe de Estado contra el Parlamento, al que acusa de boicotear su plan de gobierno. Su argumento es que va enderezar la situación, cosa que efectivamente hizo, y hoy después de 24 años, los peruanos le agradecen y están cerca de premiarlo a través de su hija. Realizó una profunda reforma económica y aplastó a los terroristas de Sendero Luminoso. En cambio el único punto de apoyo del gobierno venezolano es la capacidad de coacción que mantiene prestada a un alto costo en materia de concesiones a quienes la controlan.

Caballos y flautas

En la práctica es una cesión de poderes formales a quienes manejan la fuerza, a cambio de un tiempo precario que también derrochan. Si ese tiempo se utilizara como Fujimori, posiblemente tendría racionalidad, pero es para profundizar los errores y cebar aún más la bomba de la crisis. Las medidas que anunciaron, lejos de atacar los problemas, apenas medio atienden los síntomas y preanuncian nuevas medidas, en peores condiciones, a la vuelta de meses o días. Con las decisiones del TSJ, disfrutan una apariencia de poder que ante el mundo y el país, por el contrario, desnudan una temible precariedad. Apelan al viejo expediente fidelista: actuar como si tuvieran la sartén por el mango. Intentan, como de costumbre la radicalización, para hacer sucumbir a los ingenuos en un intercambio de lenguaradas de fuego y propuestas inoperantes. Vuelve el infantil ¡calle, calle, calle¡ de lamentable recordación.

Otra forma de ansiedad es declarar salidas ilusorias que colocan el debate en la polarización política que buscan los que no tienen otra cosa que ofrecer. Caer en el juego agónico del Gobierno es la peor opción, hacer lo que él espera, una confrontación sobre "el método" y no sobre medicinas y alimentos. Cuentan que la ciudad griega de Sibaris (de donde viene el término sibarita) entró en guerra con la vecina Crotona, cuyos generales conocían muy bien las costumbres de sus enemigos. En la batalla "atacaron" la caballería sibarita con música de flautas, en vez de armas, y los caballos abandonaron el combate y se pusieron a bailar. No hay que actuar por reflejos condicionados. El Gobierno lo integran unos cuantos señores con flautas, una cúpula aislada, mientras la enorme mayoría de la dirección del PSUV, desde el principio se distanció de maniobras que ponen en peligro la existencia del partido.

Gobierno de Unidad

Un grupo de militares retirados que participaron en el golpe del 4F publicó un documento en el que llaman a un gobierno de Unidad Nacional, cosa que refleja el sentimiento de gran mayoría del chavismo que no participa en la cúpula retraída y ojalá ese grupo cobre fuerza y obtenga apoyo en sus planteamientos. Todas estas operaciones de birlibirloque, de magia de feria que hace la cúpula, sacar conejos de los sombreros en la empresa inútil de ganar tiempo perdido para volverlo a perder, se producen mientras avanza la carreta que chirrea amenazas estremecedoras. Default de Pdvsa y del Estado en general, crisis humanitaria, escasez de alimentos, de medicinas. Colas interminables para conseguir escasos bienes, neurosis colectiva, incubación de odio, colapso de la vida civilizada, como siempre es el socialismo.

El servicio eléctrico es una ineluctable amenaza, una variable incontrolable, asociada a la escasez de agua y a la violencia. Un grupo humano que en cuadro tan complicado, tan terrible para la ciudadanía, se dedique a hacer jugarretas sin futuro, malabarismos de feria y profundizar la crisis en vez de buscar apoyo de todas partes para resolverla, es la mejor manera de definir al gobierno. Mide a quienes lo integran y cuál es el margen de confianza que merecen. Cuenta Vargas Llosa en El pez en el agua que en la monumental crisis producida por Alan García entonces, la sociedad peruana creó un gran movimiento nacional de rechazo a sus políticas a propósito de la posible intervención de los bancos. En vez de discutir "el método" para deponerlo, todo el mundo se movilizó a dar el debate sobre la crisis y sus opciones. El país entero se desplazó hacia ese movimiento nacional y el Presidente se escogió entre dos de sus expresiones. Fujimori y Vargas Llosa.

@CarlosRaulHer

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