Pedro Luis Echeverria
Después de la reciente visita de Maduro a los hermanos
Castro, el “sacudón” anunciado, con bombos y platillos, ha venido siendo
relegado al olvido y se han reactivado odios, amenazas y provocaciones contra
la disidencia. El contenido del discurso gubernamental muestra una gran deriva
desde los temas vinculados a las eventuales incipientes correcciones a las
variables macroeconómicas, hacia el establecimiento de más represión a los
adversarios del régimen, mayores regulaciones
a la iniciativa privada, creación de nuevas instancias burocráticas
para el
control, nuevos lineamientos para la acción de la fuerza armada y una
escalada en el empeño de convertir a la Asamblea Nacional en un ente carente de
enjundia y poder. Es decir, en esta etapa, el régimen se apresta a ejercer un mayor control político, social y
económico sobre la ciudadanía.
El país necesita
modernizar las estructuras del Estado, hacer eficiente y mejorar la
productividad de las instituciones públicas y garantizar a la ciudadanía
seguridad y un sistema de justicia y legalidad. El Gobierno desestima
irreflexiva e irresponsablemente tal necesidad y obcecadamente responde con más
centralización administrativa y más presencia del Estado en las actividades
económicas; menos autonomía de acción para los entes públicos y mayor control
gubernamental para las actividades privadas Así encontramos:
Se profundiza la centralización y monopolización de las
actividades de importación y exportación ; nuevas prohibiciones a la
circulación de productos de la cesta básica y farmacéuticos; puesta en práctica de diversos sistemas de
racionamiento de alimentos a la población, cuyos niveles de escasez se ubican
arriba del 50%; amenazas de encarcelación, multas, confiscaciones y expropiaciones
al sector privado; erradicar del discurso oficial toda referencia a un ajuste
macroeconómico para corregir el déficit del 8% del PIB que tendremos este año,
la esperada inflación anual de 800% con cifras mensuales superiores al 20%- la
más alta del mundo- , el incremento del porcentaje de personas por debajo de la
línea de pobreza- 73% de la población- ; las acciones a adoptar para obtener
del exterior los recursos financieros necesarios para evitar el colapso- se
estiman en US$ 30 billones-; como enfrentar la crisis de generación de
electricidad más allá de las soluciones cortoplacistas de racionamiento; los
temas de violencia e inseguridad que
están en límites de entregar al hampa y la anarquía la seguridad ciudadana; no
se habla de las divisas que es menester asignar al sector privado para
reactivar la economía ni tampoco de la pérdida de las reservas internacionales
que se han esfumado a ojos vista y mucho menos de la destrucción de PDVSA.
Tampoco se refiere al "complot" institucional del régimen contra la
Asamblea Nacional.
El discurso
gubernamental habla de represión; de descalificaciones políticas y acusaciones
sin fundamento; de un "mundo feliz"
inexistente; de planes y proyectos sin
viabilidad racional ni recursos para ejecutarlos; de la reafirmación política
de la vigencia del ineficiente modelo
socialista; creación de nuevas instancias burocráticas para definir y establecer los términos del "modelo
económico de transición al socialismo" .
En las peroratas que pronuncia Maduro queda claramente establecido que el único objetivo
que persigue es mantenerse en el poder a cualquier costo y ejercer un mayor
control sobre la iniciativa privada para endilgarle a ésta todos los males y
avatares por la que transita y transitará la economía nacional. En tal sentido,
le atribuye las distorsiones que en este momento tiene la economía nacional,
pero sin admitir que las referidas distorsiones son de la exclusiva
responsabilidad de las erradas políticas instrumentadas por el régimen. Una vez
más, se atribuyen los males de nuestra economía al acaparamiento, especulación
y otras perversas prácticas supuestamente realizadas por lo que queda del
sector privado nacional. Se pretende crear el “chivo expiatorio” para las
dificultades presentes y para las que sobrevendrán por la tozudez suicida de
mantener el modelo estatista que no ha dado resultado positivo alguno en los
tres lustros y fracción en que se
ha venido aplicando.
De esta manera, el gobierno sepulta la esperanza que tenían
muchos ciudadanos de ver la puesta en práctica de algunos cambios para mejorar
el desenvolvimiento de la economía y consecuentemente su situación personal.
Maduro reafirmó la “guerra económica”, no a los corruptos e
ineficientes burócratas que medran a su alrededor para lucrarse ilegalmente,
ni a las inconvenientes e irresponsables
políticas que aplica su régimen, ni a las limitaciones ideológicas y políticas
que le impiden realizar las correcciones y ajustes necesarios; sino a unos
supuestos saboteadores, que obviamente no están en el gobierno. Eso significa que
en lo sucesivo, los empresarios y la ciudadanía en general debemos esperar
fuertes ataques de descrédito y represión a nuestras actividades, más controles
burocráticos a la gestión económica, más entornos adversos para el desempeño
empresarial, menos seguridad personal y jurídica, más deterioro del clima de
inversión, más obstáculos para mejorar la productividad, más incoherencia
gubernamental y mayor sobrevaluación monetaria, cierre paulatino de los canales
para que la oposición pueda expresarse y ejercer su derecho, conquistado por el
voto popular, de participar en la conducción del país. Es decir, el caos, la
incertidumbre y la desesperanza
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