Jóvito Alcides Villalba Vera
Martes, 2 de marzo de 2010
Otros, desde el interior mismo de la Mesa, se desentienden de la organización de las primarias que ellos mismos han levantado como supuesta garantía de equidad, al igual que en el pasado agitaron la bandera de la abstención y aun siguen sin reconocer su error.
También los hay pontífices críticos de la Mesa que no saben ni quienes la componen, ni donde ni cuando se reúne, pero aun así, engolan el tono para dar consejos y pedir programas y reconexiones mientras campanean un güisqui o juegan un partido de golf en el CCC y dejan que esos seres inferiores que son los políticos se partan el alma enfrentando el desánimo y la desilusión; son los oportunistas de siempre que vivieron de los vínculos con los partidos y ahora los niegan para estar a tono con esa crema social a la que siempre desearon pertenecer.
Son los que siguen sin entender que la sociedad civil, en tanto que política, esta unívocamente representada en los partidos políticos, independientemente del acuerdo o desacuerdo que con ellos se tenga y que, las demás organizaciones sociales interesadas en la política, más temprano que tarde, tendrán que convertirse en partidos políticos o incorporarse a estos, si quieren aportar a la lucha contra este despropósito que nos gobierna.
Otra de las formas sibilinas de oponerse a la Mesa de Unidad, es decir, que se está de acuerdo con ella pero con las mejores candidaturas, es decir, con el que esta declarando tal ñoñería.
Que duda cabe, las mejores candidaturas son las de la unidad, el candidato puede ser feo, sifilítico, bruto, analfabeta, pero basta que sea el candidato de la Mesa de Unidad, para que sus cuescos despidan aroma de Chanel número cinco y sea ese el hombre por el que votaremos todos.
Y, oído al tambor, aquellos que quieran forzar la barra del ego, que se vean en el espejo de Claudio Fermín.
De cualquier forma, el prestigio de Chacumbele es un prestigio que se fue.
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