Para caer simpático, decir mentiras
Fausto Masó
Fausto Masó
El Nacional, Marzo 13, 2010
Nada mejor para caer simpático que anunciar un triunfo en septiembre. Buena parte del país quiere salir de abajo sin tanto trabajo, seguir hablando de “la pesadilla” para referirse al Gobierno mientras planifican su viaje de Semana Santa. Algo le da la razón a los optimistas: Miraflores se comporta como si previera una derrota: amenazan con castigar los saltos de talanquera, analizan un resultado negativo, trazan un plan B: le impiden a RCTV volver al aire; por unas declaraciones de Oswaldo Álvarez Paz, anodinas en comparación con otras anteriores, lo citan en Fiscalía, cierran la emisora de La Victoria, arranca una campaña contra un banco.
Hay un dato para recordar: entre las elecciones y la toma de posesión de la Asamblea pasarán cuatro meses.
Miraflores quiere ganar las elecciones, pero si las pierde sacará un garrote. Los radicales de café con leche no comprenden que no celebrar elecciones acabaría con el debate si en Venezuela hay, o no, una dictadura. Con las elecciones no se agota la lucha política, pero despreciarlas es regalarle el país a Miraflores.
Surgen nubarrones, augurios del precio de la victoria de la oposición. En el rincón más apartado corre peligro aquel que puso bonita su pequeña finca: llamó la atención de los depredadores locales, los que han sido alentados por el discurso oficial. No hay nada mejor en la Venezuela de hoy que no usar buenos relojes ni manejar carros del año y volver una propiedad un asco.
¿Adónde vamos así? A convertir el país en uno de esos basureros que dejan los conciertos de rock cuando se marchan cantantes y público. Los depredadores no asaltan la finca de un coronel, la vivienda de un ministro, el negocio de un amigo de un amigo.
Nos quedamos literalmente a oscuras. Los que nos metieron en este atolladero eléctrico no nos sacarán de él. No se trata del sistema capitalista o socialista, de la cuarta o la quinta República, sino de una colosal ineptitud, de una incapacidad manifiesta para recoger la basura, impedir que los malandros se apoderen del Metro. No queda otra salida para la oposición que la unidad. ¿Lo saben? Hablan de la unidad para acabar con la unidad. Asombroso.
¿Qué es la unidad nacional? Una que vaya mucho más allá de los planes electorales y unifique al país real, en una organización en la que participen partidos, sociedad civil, universidades, gente de la cultura, eclesiásticos, hasta el gato, pues. Todos, bajo una dirección común.
Con encuestas no se escogen ni candidatos ni líderes, eso se logra elaborando criterios comunes, reglas para actuar, forjando una constitución, por así llamarla, que respeten todos los que participen en esa unidad nacional, como prometieron hacerlo los partidos y la sociedad civil a finales del año pasado para escoger los candidatos unitarios.
Ya sabemos lo que pasó: no aguantan las ganas de darle la patada a la mesa.
¿Hay alternativas a esa unidad? Ninguna.
¿Quién ignora que nada tan peligroso como arrinconar un tigre? Miraflores intentará tratar a la Asamblea como a las alcaldías y las gobernaciones opositoras.
A esta altura del partido a la oposición sólo la puede derrotar la propia oposición.
¿Hemos aprendido algo?
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