martes, 2 de marzo de 2010

EL SILENCIO CLAMOROSO
Pilar Rahola
La Vanguardia

¿Dónde está Cayo Lara estos días? Lo pregunto porque como es uno de los líderes políticos que hablan de Cuba con más pasión, y como siempre que habla de los Castro parece que hable de Santa Teresa, una esperaba, en su ingenuidad, que tuviera unas palabras para Orlando Zapata Tamayo, el disidente cubano muerto después de 85 días de huelga de hambre.
¿Por qué hacía huelga, Orlando? Porque reclamaba el derecho a ser considerado "preso de conciencia". ¿Por qué estaba preso? Porque formaba parte de un grupo de 75 disidentes que luchaban por algunos derechos fundamentales. ¿A cuántos años había sido condenado? A 23 años de cárcel, sin ni tan sólo ser reconocido como preso político. Orlando Zapata, pues, debería tenerlo todo para ser mentado por el líder de la izquierda española verdadera: era cubano defendía la Carta de Derechos Humanos, luchaba por la libertad de sus compatriotas, su brutal castigo provenía de una dictadura inflexible, y su muerte es un asesinato de Estado. Y, sin embargo..., el silencio.
¿Dónde está Jordi Miralles, el diputado que tan sonoramente clama por la Cuba de Fidel en las tribunas catalanas? Sus huestes llegaron, incluso, a enfrentarse a los disidentes cubanos que precariamente se manifestaban por las calles de Barcelona. Se presenta a sí mismo como un líder de clase, un luchador a favor de los más discriminados, un puro de la izquierda. ¿No es
Orlando Zapata el paradigma de la discriminación, de la brutalidad del poder ante el débil, de la causa de la libertad? ¿No debería ser la causa de Miralles? Y, sin embargo..., el silencio.
¿Dónde está el ministro Miguel Ángel Moratinos, avalador del diálogo europeo con Cuba y máximo sustento socialista del régimen castrista? Asegura que el diálogo con el castrismo es necesario, que la política europea de sanciones es errónea, que el régimen se está abriendo. La muerte de Zapata ¿no debería arañar en el corazón de su conciencia, no debería hurgar en sus palabras y en sus intenciones? Y, sin embargo..., sus pocas palabras sobre Orlando, ¡qué desprecio!
¿Dónde está Joan Tardà, protagonista de una bochornosa sesión en la comisión de Exteriores del Congreso donde avaló la dictadura castrista, defendió el eje con Hugo Chávez y despotricó sonoramente contra la maldad yanqui y la bondad de los pueblos oprimidos? ¿No era Orlando Zapata un ciudadano oprimido, símbolo mártir de su propio pueblo oprimido? 23 años de cárcel por pedir libertad ¿no le parecen suficiente opresión? Y, sin embargo..., su ronca voz en silencio.
¿Dónde están los ruidosos de las pancartas, los gritones contra la opresión, los monopolizadores de la palabra libertad? ¿No es Orlando el paradigma de la víctima? Y, sin embargo..., todos en silencio. Un silencio clamoroso, pesado, cómplice..., culpable.Un silencio que incluye todas las letras de la palabra traición.

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