viernes, 5 de marzo de 2010

ENTREVISTA // Guillermo Cochez, Embajador de Panamá ante la Organización de Estados Americanos

"Venezuela se aísla cada vez más dentro de la OEA"

-Luego del debate en el Consejo Permanente de la OEA, ¿no se produjo un deslinde entre los países que apoyan las posiciones venezolanas?

-Yo llegué a la OEA en julio del año pasado, tres días después de la toma de posesión de Ricardo Martinelli (presidente de Panamá), cuando se produjo la suspensión de Honduras en la OEA. Desde entonces a la fecha ha habido un cambio sustantivo en la Organización. El 4 y 5 de julio, cuando se discutió el tema hondureño, por Venezuela vino Nicolás Maduro, por Argentina Cristina Fernández y por Paraguay Fernando Lugo. En esa ocasión, Maduro ejercía una influencia muy grande sobre los dos presidentes que te acabo de mencionar y sobre los países miembros de la ALBA. Esa influencia resultaba hasta prepotente porque Maduro le faltó el respeto al embajador de Costa Rica, actual presidente del Consejo Permanente, José Enrique Castillo Barrantes. Pero tal dominio, que incluía a los hondureños y su cancillera, Patricia Rodas, ha ido disminuyendo, al punto de que hoy, en la OEA, la posición de Venezuela es defendida únicamente por Nicaragua. Ni Bolivia ni Paraguay ni Ecuador han salido, en los últimos cuatro o cinco meses, a batirse por ninguna de las posiciones del Gobierno venezolano. Más aun, el embajador boliviano, José Enrique Pinelo, se ha convertido en uno de los más conciliadores y equilibrados que hay en la Organización. Ahora, no creo que haya un deslinde, sino que cada día somos más los países que queremos una democracia, no sólo ganada en elecciones sino ejercida en el gobierno y en ese sentido Venezuela se ha ido aislando junto con Nicaragua.

-¿Qué repercusiones puede tener ese aislamiento en el sistema interamericano, tomando en cuenta que Chávez forma parte de una iniciativa dirigida a crear un nuevo organismo continental, con exclusión de EEUU y Canadá?, que, se especula, podría sustituir a la OEA?

-Ese organismo no podrá ser creado nunca porque cuando venga el momento de necesitar los reales para fundar y poner a funcionar el nuevo organismo, va a ser difícil que los países hagan los aportes. Esta amenaza de separación de la OEA no es nueva. Yo estuve en la Asamblea General de San Pedro Sula, en julio del año pasado y allí Nicaragua, Honduras (a través del presidente Zelaya), Paraguay, Argentina y Venezuela orquestaron una campaña de difamación y de amenazas contra la OEA si no se incorporaba a Cuba. Finalmente, con una votación muy inteligente, se acordó (con el voto de EEUU) levantar la sanción contra Cuba de 1962, pero amarrando su entrada al cumplimiento de los principios de la Carta Democrática, que el gobierno de la isla no puede cumplir porque carece de la menor pizca de democracia. Así que la de ahora es una amenaza más y quienes terminan yéndose salen perdiendo. Eso quedó demostrado en el caso de Fujimori, quien abandonó la CIDH y un par de meses después estaba fuera del poder. Quienes ofenden a la OEA y a sus funcionarios, como lo han hecho los venezolanos contra Santiago Cantón (secretario ejecutivo de la CIDH) y además vilipendian a los españoles y los norteamericanos, denigran de su propio país porque el lenguaje que utilizan no se corresponde con el de los demócratas.

-Conocido el contenido del informe de la CIDH, ¿no es factible, considerando que hasta Argentina se aleja de Venezuela, aplicarle al gobierno de Chávez la Carta Democrática?

-Eso será un poco más difícil porque se requiere de las dos terceras partes de los votos de la Asamblea. Creo que vamos camino a posiciones de ese tipo, pero se deben agotar ciertas instancias. El informe le está abriendo los ojos a mucha gente, sobre todo por la posición del Gobierno venezolano. Es posible no estar de acuerdo con el informe, pero no podemos negar que se trata de una Comisión apegada a la ley. De manera que cuando el Gobierno venezolano niega las denuncias y las quejas, se hunde aun más porque no acepta una realidad debidamente fundamentada. El embajador argentino demostró durante su intervención de ayer (el miércoles) cómo fue la CIDH la que puso el dedo en la llaga al denunciar las violaciones de los derechos humanos en su país, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile. Entonces, ¿es buena para unas cosas y mala para otras? En junio fue el golpe en Honduras,y en julio la relatora encargada de Honduras, la comisionada venezolana Luz Patricia Mejías, estuvo en ese país y hay quien dice que exageró un poco sobre los presos de los estadios. Sin embargo, ahí sí estuvo Venezuela de acuerdo con la CIDH porque se trataba de Honduras. Yo pregunto, si Micheletti aceptó la presencia de la Comisión en Honduras, ¿por qué no se permite su entrada a Venezuela? ¿Cuál es el miedo?

-El embajador venezolano, Roy Chaderton, lo explicó en su propio lenguaje.

-Yo conozco a Roy Chaderton desde hace más de 45 años porque ambos militamos en el socialcristianismo y siento que muchas de las cosas que el amigo Roy dice no las siente. Con ese tono folclórico que usa ahora, nos dijo que se iba a referir al Caracazo y terminó hablando de la CIDH y vilipendiando al gobierno "franquista" de José María Aznar, hasta el punto de que el representante de España debió contestarle advirtiéndole que en España hay separación de poderes.

-¿Por qué cree usted que Chaderton se cambió de casaca si, además, consideramos que durante el Caracazo, que ahora condena, formaba parte de la Cancillería?

-Yo dije, en mi intervención, cómo me parece extraño que no se hubiera llamado a juicio a quienes ellos acusan de responsable de lo ocurrido, luego de 21 años del Caracazo, con once años en el poder y en un país donde, según el informe de la CIDH, se conjugan en un solo poder todos los poderes. Roy Chaderton pretendía usar el tema con otros objetivos, pero le salió la criada respondona. EEUU, Canadá y Panamá, pero sobre todo Argentina, se pararon firmes ante sus señalamientos contra la Comisión y quien la preside, un reconocido demócrata argentino. Yo creo que la OEA está cansada de los insultos y de la forma grosera a la cual acude Chaderton para tratar a los demás.

Roberto Giusti

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