miércoles, 10 de marzo de 2010

El chavismo de oposición

Pedro P. Peñaloza

1.- Para los que entienden que el Presidente comanda un proceso, pero degenerativo, la palabra "chavismo" viene a resumir en sí todo lo malo que existe sobre la faz de la Tierra.

Chavismo es, entonces, un régimen político militarista y autoritario que persigue destruir las libertades públicas. Un sistema que estrangula la democracia y permite que la corrupción y la adulancia se esparzan como plagas malignas. Pero también es el motorizado que se come la flecha en la avenida Lecuna o el vagón del Metro sin aire acondicionado. Más que un término, es una anatema. Sinónimo de abuso de poder y de gamberrada. Ocho letras que sintetizan el perfil del venezolano feo. Feísimo. Desde esa perspectiva, "chavismo" sirve para calificar las peores prácticas allí donde se den sin importar qué tan lejos se esté política e ideológicamente del jefe de Estado. Partiendo de esta premisa, ciertos detractores de la revolución bolivariana han acuñado una nueva expresión para censurar el desempeño de la Mesa de la Unidad Democrática. En lugar de sacarles la madre, les dicen algo mucho peor: "chavismo de oposición".
2.- La Mesa de la Unidad Democrática incurriría en manejos propios del "chavismo" porque, braman sus "aliados" críticos, es intolerante, prefiere el pacto de cúpulas antes que la consulta popular, se empeña en postular a dirigentes estudiantiles, pero de los años 50, y antepone sus oscuros intereses a las necesidades de la patria.

Algunos de quienes lanzan tamañas acusaciones pueden decir que la burra es negra porque tienen los pelos en la mano. Son figuras que en los albores de este "proceso" acompañaron con entusiasmo al líder socialista. En pocas palabras, se trata del "ex chavismo" de oposición. Estos antiguos militantes partidistas devenidos analistas políticos y propulsores de la sociedad civil aciertan al momento de describir eso que mientan "chavismo", aunque parcialmente. Olvidan que "chavismo" también es criticar al cogollo, pero sólo si yo no formo parte de él. Es saltarse las reglas acordadas si siento que no me benefician. En fin, "chavismo" es apelar a la descalificación, apostar por el personalismo, arremeter contra el esfuerzo unitario y sembrar cizaña.

3.-Está claro que, en ocasiones, defender a la Mesa de la Unidad Democrática es casi tan difícil como hacer una diligencia ante Cadivi. Espectáculos vergonzosos como la pugna interna de Copei, la lucha por encabezar Miranda, y las disputas en Táchira y Carabobo crispan los nervios de la ya bastante tensa masa opositora.

No obstante, más que apurarse a juzgarlos por las formas, hay que esperar para evaluar sus resultados. Eso es lo importante. La Mesa de la Unidad Democrática no es el conjunto de gaitas del Mater Salvatoris. Está conformada por políticos con ambiciones y proyectos. Es natural y comprensible que existan roces y diferencias. Ahora, lo que sí sería totalmente injustificable y condenable es que no superen esas divergencias para sellar un verdadero pacto y alcanzar la cohesión perfecta. Mientras este esfuerzo se lleva adelante, el elector deberá estar muy atento y presionar para que nadie se desvíe del camino. Y recordar siempre que se pueden caer a trompadas y tirarse las sillas a la cabeza, con tal de que no rompan la Mesa.

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