"El cambio político vendrá cuando el estudiantado se vincule a otros sectores sociales"
ROBERTO GIUSTI
EL UNIVERSAL
domingo 16 de febrero de 2014
Profesor universitario y alguna vez estudiante de izquierda, Trino Márquez no se molestaría si lo tildan de "reformista", porque como uno de los hacedores de la COPRE (Comisión para la Reforma del Estado) de la cual fue presidente, jugó papel determinante en el rediseño y democratización del modelo político venezolano. Hoy Director Académico de Cedice, Trino analiza, en caliente, las consecuencias de la marcha estudiantil del 12 de febrero, cuando la demostración de fuerza bruta por parte del gobierno, con saldo de tres muertos y decenas de heridos, debía suponer el fin de la protesta. Pero no fue así y al día siguiente y al siguiente del siguiente, amaneció la calle encendida. Los estudiantes han persistido en su lucha, como lo hicieron en el 2007, cuando derrotaron al gobierno en el referéndum del 2D.
-¿Qué tienen los estudiantes que les falta, por ejemplo, a los partidos políticos?
-Una determinación que no se aprecia ni en el movimiento obrero (prácticamente desaparecido), ni en las organizaciones gremiales, quizás por los compromisos y obligaciones de estos sectores. En cambio los estudiantes, históricamente, han estado impulsados por un ímpetu que comparten con sus similares de países como Ucrania y Tailandia.
-¿No tienen un aceptación de la cual carecen otros sectores si consideramos que su movimiento los trasciende y despierta adhesionessuficientes como para provocar cambios políticos?
-Efectivamente, cuentan con una enorme corriente de simpatía. En Guayana ocurre algo similar con los obreros y eso es comprensible que ocurra en aquel polo de desarrollo industrial. Pero eso mismo lo consiguen los estudiantes en el país entero. Hay una visión positiva de los estudiantes y en general de la juventud.
-¿La pureza del joven?
-Y la encarnación del futuro porque los jóvenes representan las generaciones a las que corresponderá la conducción del país. Así, cuando la gente los observa defendiendo sus derechos y exigiendo la libertad de sus compañeros, es atraída por esa combativa creencia en la justicia y la libertad.
-La violenta represión que se aplicó contra la marcha del 12 de febrero y que se ha mantenido hasta ahora, ¿no convierte lo que era una lucha por la seguridad en algo que va más allá de ese reclamo original y se dirige hacia objetivos más elevados?
-En la Venezuela de hoy cualquier lucha, por más reivindicativa que sea, se convierte, inevitablemente, en una lucha política porque este Gobierno se guía por un plan dirigido a cercenar la autonomía universitaria, acabar con las universidades públicas e imponer el modelo de educación superior que predominaba en la Rusia Soviética y continúa en la Cuba de los Castro.
-Según eso no tendría sentido, entonces, plantear un diálogo con el gobierno por un mejor presupuesto para las universidades.
-Claro. No se puede, por ejemplo, reclamar mayor presupuesto para adquirir equipos de laboratorio y esa materia, que resulta tan neutra y aséptica, probablemente terminará en nada.
-Entonces, ¿no asume la protesta otra perspectiva, en este caso, con un objetivo de cambio que adquiere ribetes insurreccionales? ¿Al menos a los ojos del gobierno?
-Así es. Si un estudiante lucha por aumentar el monto de las becas, de inmediato el gobierno asume el reclamo como una crítica frontal a su política universitaria. Entonces, no se puede aislar los problemas y discutirlos por separado.
-¿Si las cosas se plantean así, como avizoras la resolución del conflicto actualmente en progreso?
-Las luchas estudiantiles tienen un momento de desarrollo, alcanzan una cúspide, se estabilizan y luego tienden a decaer. Ahora, ¿en qué va a va a parar esta lucha? El Gobierno no ha demostrado ningún interés en dialogar con los estudiantes sobre el punto básico, que del carcelazo de los estudiantes tachirenses, pasó al asesinato de tres personas. Nosotros podríamos pensar que en el futuro inmediato el fragor de la lucha estudiantil aumentará porque los estudiantes no se acobardan ni atemorizan ante la represión. Eso viene siendo así desde el año 28 (siglo pasado) y luego durante los procesos históricos subsiguientes, incluyendo la dictadura de Pérez Jiménez y/o el enfrentamiento con el primer gobierno de Rafael Caldera. El movimiento estudiantil ha demostrado como se fortalece y gana apoyo ante la fuerza bruta. Pero en algún momento los estudiantes deben regresar a las aulas.
-¿Cuando la gente apoya a los estudiantes no lo hace porque entiende que luchan por un cambio de fondo?
-Habrá un cambio político si la dirigencia estudiantil se vincula con otros procesos sociales. En el país hay un enorme descontento por la crisis más profunda que hayamos vivido en nuestra historia.
-Cuando los gobiernos se encuentra en dificultades buscan piso político mediante acuerdos y cambios en el modelo económico. Pero aquí no hay señales de acuerdo y las medidas económicas, antes que solucionar, parecen agravar la situación.
-Lo que está planteado es un esquema dirigido a bloquear todo acuerdo con la oposición. Es el modelo cubano.
-En esas circunstancias, ¿no le queda al gobierno, como única alternativa, el incremento de la represión?
-El giro autoritario obedece a dos razones: una, como es incapaz de corregir, al gobierno sólo le queda reprimir. Dos, Maduro está acosado, dentro del oficialismo, por diferentes corrientes, pero especialmente por Diosdado Cabello. Por tanto necesita reafirmar su poder y demostrar que no es una figura débil sino que tiene tanta autoritas como Chávez. Eso lo arrastra a una política represiva porque así cohesiona al partido, se gana a los radicales y se fortalece ante su archirival.
-¿Descartas el diálogo?-No existe ninguna posibilidad de diálogo porque la oposición, a pesar de que electoralmente representa, al menos, el 50% del país, desde la
perspectiva de las instituciones carece de fuerza y por tanto su poder no tiene resonancia. Además, cuando intenta tomar iniciativas como la de las marchas, de inmediato sale la Fiscal General a condenarla.
-¿Se distorsiona los hechos hasta llegar a la mentira?
-No sólo eso, sino que se impone el silencio a través de un black outinformativo.Y ese control de los medios, a través de la autocensura y la amenaza, lo utiliza el gobierno para difundir los rumores que mas le convienen.
-Si la oposición no puede materializar la voluntad de más de la mitad de la población y al mismo tiempo se van cerrando los espaciosdemocráticos, ¿no crees que llegó el momento de tomar medidas más drásticas?
-No. Hay que tener un enorme cuidado con el manejo de la calle. La calle no puede sustituir a Globovisión. Cuando ese canal era otra cosa, muchos dirigentes de oposición creían que hacer política era aparecer en pantalla. Hoy se está demostrando la necesidad de permanecer en la calle porque las manifestaciones calientan el músculo de la sociedad. Pero más importante es que los partidos democráticos entren en contacto con los factores mayormente afectados por la crisis.
-Esa tesis, que plantea objetivos a mediano y largo plazo, coincide con la posición de Henrique Capriles. Pero, ¿hay tiempo para eso?
-Lo que le agregaría al planteamiento de Henrique, con quien coincido, es que no son contradictorias las acciones decalle (temidas por el Gobierno) con la lucha por convertir los partidos en redes conectadas a los movimientos sociales.
-Capriles no quiso ir a la calle el 15 de abril para evitar muertes. El miércoles las hubo. ¿Qué cambios produjo la manifestación? ¿Amaneció el Gobierno menos poderoso al día siguiente?
-El Gobierno sigue siendo el mismo de siempre.
-Entonces, ¿valió la pena? ¿O se inició un proceso cuyo efecto aún no se hace sentir?
-Como todo dirigente, Henrique está en sintonía con el sentimiento predominante en la calle. Es evidente que desde finales del 2013 cobró cuerpo la necesidad de que la gente se movilice para expresar su descontento. Ya no alcanzan esas manifestaciones permanentes pero parciales de parte de distintos sectores sociales. Hay que unificar las protestas aisladas y Henrique lo ha comprendido. Ahora, eso no niega el trabajo político permanente. Meterse en los barrios, ir a los sindicatos, conectarse con la gente.
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