jueves, 4 de septiembre de 2014

GRACIAS AL MEXICANO CALDERON

ALEXIS ORTIZ

 “Quiero dar la voz de alarma sobre lo que está pasando en Venezuela…Hay un proceso de deterioro de la calidad de la democracia y los derechos humanos que afecta a toda la región…No podemos dejar que eso pase como si estuviera ocurriendo en otro planeta”.

Felipe Calderón, ex presidente de México en un seminario del BID y la OEA en Washington.

En el 2006 Felipe Calderón sustituyó como presidente de México a su compañero del PAN, Vicente Fox, quien venía de romper la hegemonía de siete décadas de la “dictadura perfecta” del PRI. Calderón llegó al poder después de derrotar en unas elecciones huracanadas al jurásico y virulento izquierdista, Andrés Manuel López Obrador.
A pesar del obstruccionismo del PRI, que como los peronistas de Argentina gobiernan mal y no dejan gobernar bien a los otros, Calderón completó un mandato que si no favoreció demasiado a su país, tampoco le hizo daño. Mantuvo la economía sana, controló hasta donde puede ser posible en México la corrupción endémica, respetó la instituciones y, sobre todo, enfrentó con determinación a un narcotráfico que, con la permisividad del PRI, se había hecho todopoderoso en la amable nación de Netzhualcoyolt, Sor Juana, Hidalgo, Benito Juárez, Alfonso reyes, Cantinflas, Agustín Lara, María Félix, Hugol Sánchez, Julio César Chávez y el inolvidable gordito Fernando Valenzuela.
Pero en un país que tuvo la sabiduría de impedir las reelecciones presidenciales, Calderón pretendió prolongarse en el mando a través de un obediente y, algo muy triste para el interés de su partido el PAN, intentó incordiar el desarrollo natural de la nueva líder Josefina Vázquez Mota, que más que una candidata presidencial, era (y es posible que aún lo sea) una garantía de futuro para esa parcialidad de inspiración social cristiana, pero agobiada por la infiltración de los ominosos vicios populistas del PRI y el PRD.
Felipe Calderón, un hombre culto, decente y ponderado, cometió el mismo error de Vicente Fox, Alvaro Uribe, Sebastián Piñera, Alejandro Toledo, Sánchez Lozada, Rafael Caldera, Raúl Alfonsín, Monge, Martinelli, Bachelet, y otros mandatarios del subcontinente latinoamericano, y fue que los resabios nacionalistas los condujeron a desentenderse de la suerte de los países hermanos afligidos por el autoritarismo, o las abiertas dictaduras de izquierda o de derecha.
Hoy en día Calderón, al igual que Fox, Toledo, La Calle, Uribe, Flores, Aznar y otros líderes de la Hispanidad, están asumiendo con brío su compromiso de solidaridad con las naciones martirizadas por el despotismo, tanto el desembozado de Cuba, como los disfrazados de Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Venezuela.
Bienvenida esa nueva comprensión de nuestros líderes políticos, es vital y la añorábamos. ¡Qué Dios los bendiga!

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