La caída de Brasil: un estruendo que hace temblar a todos sus vecinos
Ramiro Pellet Lastra
La Nación
Los brasileños no saben en qué área de la vida les va peor: si en las eliminatorias del Mundial de Rusia, donde navegan en una desacostumbrada mitad de tabla; en la arena política, donde la presidenta Dilma Rousseff se desliza en tobogán hacia el impeachment, o en la economía, donde millones de personas sobrellevan como pueden una larga recesión.
La tristeza desborda las calles de San Pablo y de Río de Janeiro y se derrama sobre América latina, que ve la caída del gigante con preocupación. Porque el estruendo hace temblar a todos. Además de la Argentina, que lo sufre directamente en el comercio y la economía, son muchos los que siguen de cerca el penoso día a día de un país que solía ser citado con admiración.
El mismo ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, que desde el escándalo de corrupción de Petrobras es tan buscado por la justicia como rechazado por la población, se permitió exaltar los viejos tiempos del país que él lideraba. "Con [Néstor] Kirchner y [Hugo] Chávez estábamos alineados como Luis Suárez, Messi y Neymar en el Barcelona", dijo durante una entrevista con corresponsales extranjeros en San Pablo.
La actualidad, sin embargo, invita a superar la dudosa comparación con las estrellas del Barça, y a preguntarse hasta qué punto la tormenta brasileña les complica la vida a sus vecinos. Y también, como diría Lula, en qué medida pueden cambiar las alineaciones en la región, cuando el gobierno de Dilma ve más limitada su influencia diplomática.
Algunos países quedaron en primera fila para recibir el cachetazo de la recesión brasileña. Es el caso evidente de la Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, que destinan entre un quinto y un tercio de sus exportaciones al enorme mercado de la novena economía del mundo. Pero en mayor o menor medida la situación reverbera en el resto del continente.
"La crisis de Brasil golpea a toda la región. Las crisis por renuncias o salidas de presidentes en Honduras (2009) y en Paraguay (2012) afectaron mucho menos. Brasil es el país más grande de la región. Si Brasil anda mal, toda la región se contagia. Me temo que lo que pasa en Brasil anticipa malos años para el resto", dijo a LA NACION el politólogo chileno Patricio Navia, de la Universidad de Nueva York.
Allá en lo alto del mapa, México, la segunda economía de América latina, quedó medianamente a salvo de la debacle brasileña, gracias a sus vínculos cada vez más estrechos con el mercado norteamericano. Aquel famoso lamento que atribuía todas las desgracias mexicanas a los "gringos" ("Pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos"), ahora podría cambiar por un dicho sobre la suerte de vivir lejos de Brasil.
El comercio, con todo su peso, no deja de ser sólo una de las cosas que se enloquecieron en América latina con el traspié del gobierno de Dilma. También está el prestigio que el Partido de los Trabajadores (PT) se ganó con sus políticas sociales. La persistente recesión y el doblete de escándalos del mensalão-petrolão, el primero con Lula y el segundo con Dilma, mostraron la cara sombría de un poder que, en algún momento, extravió el camino.
"El PT era el referente del gobierno de izquierda exitoso. Lula era el líder de izquierda más admirado de la región. José Mujica es más popular, pero Uruguay es un país pequeño con problemas pequeños. La caída del PT deja a la izquierda sin un referente democrático de izquierda al que seguir", dijo Navia. "Pero la derecha tampoco tiene referentes. Mauricio Macri debe demostrar que es capaz de sacar a la Argentina de la crisis antes de ser alternativa para la derecha."
Para el historiador y sociólogo brasileño Marco Antonio Villa, lo del PT fue poco más que pirotecnia. Más que derecha o izquierda, una fama exagerada. "La masiva propaganda dio un falso retrato de Brasil, y principalmente de su líder, Lula. Hoy Lula es el líder más rechazado en las encuestas. Cayó la máscara. Este encuentro con la realidad desnudó la dominación del PT, una especie de 1984 tropical", disparó Villa.
Declive del comercio regional, derrumbe de referentes políticos... la caída de los dioses brasileños ventiló un tercer fenómeno: el giro en la escena diplomática. No se trata, esta vez, de un cambio negativo. El gobierno brasileño ya no tiene ánimos, ni está en condiciones políticas ni morales de echar su peso, por ejemplo, a favor del chavismo en Venezuela. Como Lula con Chávez, Dilma ejerció una defensa cerrada del gobierno de Nicolás Maduro.
Los unía la retórica de la lucha social y la exaltación de los pobres, por no hablar de ciertas cosas... Por ejemplo, de los millonarios negocios de las empresas brasileñas de la construcción en Venezuela, según resaltó a LA NACION el economista venezolano Orlando Ochoa. Estas compañías resultan ser, por casualidad, las mismas que están hundidas hasta el cuello en el intrincado esquema de corrupción de Petrobras.
"El cambio más importante en términos diplomáticos ya ocurrió, y fue en 2015, cuando Dilma decidió alinear la política exterior con la política comercial", dijo Thomaz Favaro, analista para Brasil de la consultora de riesgo Control Risks.
Movida por los números en rojo, Dilma salió el año pasado en busca de nuevos acuerdos e inversiones con Estados Unidos y México, con quienes relanzó unas relaciones algo frías y apagadas. Del otro lado de la mesa quedaba Venezuela, un aliado más bien impresentable. A la hora de buscar trabajo, hoy en día el chavismo no es una buena referencia para nadie en el mercado laboral.
"El gobierno de Dilma ha sido bastante más cauteloso en su apoyo a Maduro en los últimos dos años; el deterioro de la situación política y económica en Caracas aumentó el costo político para Dilma de mantener ese apoyo", dijo Favaro.
Sin el grandote del barrio como sostén y valedor, Venezuela verá difícil continuar libre de costos con los excesos y atropellos de su política doméstica a la vista de la región.
"Pero el problema es mayor -concluyó Patricio Navia sobre las lecciones que deja el caso brasileño-. El modelo de desarrollo de la región está en crisis. Se acabó el boom de las exportaciones y ahora ya no se puede confiar en que se derrotará la pobreza y consolidará la clase media sólo con un modelo exportador. Hay que buscar alternativas."
Economía, ideología y diplomacia
Contagio
La Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia destinan entre un quinto y un tercio de sus exportaciones al enorme mercado de la novena economía del mundo y son los primeros en sentir los efectos de la recesión brasileña
Salvado
México, la segunda potencia económica de la región, quedó en parte a salvo de los efectos de la debacle brasileña por los vínculos mucho más sólidos que mantiene desde hace décadas con Estados Unidos, de lejos su principal socio comercial
Referencias
En el plano ideológico, la caída del Partido de los Trabajadores (PT), jaqueado por la persistente recesión y la galopante corrupción en lo más alto de su dirigencia, deja a la izquierda del continente sin un referente democrático que muchos citaban con admiración y querían emular
Prioridades
El gobierno de Dilma debió cambiar sus prioridades diplomáticas a partir de la crisis; se acercó mucho más a Estados Unidos y tomó relativa distancia del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, para desprender su imagen de los excesos del chavismo en su trato con la oposición y con la prensa
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