miércoles, 17 de noviembre de 2010

LA MEMORIA IMPLACABLE

Rebobinando, ya no era preciso el golpe a la brava, “para qué vas a tomar las armas si por el voto puedes”. No había necesidad, en este segundo asalto, de peripecias de sangre o de sombras en la noche, de camuflajes o betún en la cara. El de ahora, el segundo, era el mismo de antes en desprecio por los principios democráticos pero con apoyo de tantos; con un guante de seda y otro de odio, “juro sobre esta Constitución moribunda”. Se trataba además de un plan de los que andaban a su detrás, y él lo sabía, para utilizarlo como caballo de Troya, ¡vamos a operarte esa verruga!, para tumbar a unos partidos rajados, a unas instituciones obturadas de tanto sarro, a unas organizaciones sindicales y empresariales enchumbadas de caídas y mesa limpia, pero sobre todo a un país que ya no tenía la fe ni la confianza en una dirigencia en la que creyó un día en forma franca y mayoritaria, pero ya no más.

Como en botica, había de todo. Apellidos ilustres de alto coturno, clase media mayamera, culturosos, poetas, pedidores de fiado, vendedores de catalinas. La gente, eso que llaman pueblo, en su perplejidad, fue más bien abstinente y seguía el proceso de reojo, desde su duda, viendo a ver qué pasaba y agarraba aunque fuera fallo. También estaban los intelectuales criollos, izquierdosos los más, oriundos de nuestras universidades, quienes en su mayoría tienen rango de funcionario que es lo que siempre quisieron ser, !haberlo dicho!, y ahora son enemigos acérrimos de la casa donde se les enseñó a leer, escribir y comer, Contó además con el concurso de una sociedad cómplice, boba y frasquitera, y de unas “élites”, sería una desproporción citarlas sin comillas, con una mentalidad minera y zángana que reprimió el aplauso hasta que finalmente se bajó los calzones sin tapujos. Los medios de comunicación, “cabrones” leo en el DRAE, también estuvieron allí haciéndole guardia y ayuno con sus faroles encendidos para dar luz, relieve y encanto al héroe que hoy los agobia con el espantajo de quitarles la señal.

Ahí estábamos todos si se quiere, unos más asomados que otros, mirando aquellos golpistas como quien se acerca a un extraterrestre. Gente de bota, zapato, chancleta, alpargata o pata en el suelo, que ya casi no quedan; banqueros, directores de periódicos, altos funcionarios, políticos de antes, empleados, marginales, malandros sin oficio, los mismos que tal vez acompañarían a Carmona el Breve en los días aquellos tan aciagos de Miraflores, buscando un rey. Todos reunidos haciéndole comparsa a un aquelarre. A cualquiera, da igual.

Ahora andamos pariendo para sacárnoslo de encima. Y mire usted que nos cuesta. Dicen ellos mismos que no saldrán por las buenas. Ya nadie los quiere, nadie los respeta, porque fracasaron. Al mayor y al detal fracasaron. En el metro y en el milímetro fracasaron. Meten miedo o lo compran. ¿Qué más les queda? A nosotros nos toca la ilusión elusiva de la unidad así sea por 24 horas que son las que necesitamos para vomitar.

Leandro Area

1 comentario:

  1. Me gusto el articulo. Para mi la tragedia venia de la época de Lusinchi. En el link que te envio solo tienes que cambiar unos nombres y tendrás la panorámica de como estábamos:
    http://librojrt.blogspot.com/2010/02/intermedio.html

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