viernes, 19 de noviembre de 2010

En busca de otro 13-A


ARGELIA RÍOS | EL UNIVERSAL
viernes 19 de noviembre de 2010

La atmósfera del país anuncia incidentes inéditos de protestas extendidas por todo el territorio nacional. Los signos del descontento traspasaron los límites de la ciudad de Caracas. La provincia, que durante años se mantuvo casi al margen de la agitación política, está abandonando la indiferencia. El hecho es un "dato de la realidad" que anuncia complejidades novedosas para el Gobierno. Venezuela parece una bomba de tiempo y a eso responde el presidente cuando intenta simular que la FAN mantiene un unánime respaldo a su proyecto político.

Habiendo sido un aventajado conspirador durante su época de militar activo, Chávez reconoce que el momento cumple los requisitos para que prospere dentro de la institución castrense un clima de impaciente irritación. Las declaraciones del general Henry Rangel Silva pretendieron hacerle un mandado al Presidente. El propósito era y es identificar a la oficialidad descontenta y estimular una nueva "razzia" dentro de los cuarteles, en la procura de reconfirmar la autoridad de Chávez dentro de la institución castrense.

Pero esta elocuente maniobra lleva un objetivo de mayor alcance: ocultar lo que, paradójicamente, ha quedado al descubierto. A todas luces, lo de Rangel Silva fue una rigurosa reláfica sobre el ambiente militar y, en especial, sobre la relevancia que el jefe del Estado le atribuye a la necesidad de impedir que los ciudadanos detecten la fragilidad del apoyo de la FAN al modelo revolucionario.

Enfrentado a una espiral de protestas sociales que tiende a expandirse, Chávez está urgido de enviarle un mensaje a la sociedad venezolana. Su experiencia le indica que, de quedar expuesta la pérdida de sus apoyos en la FAN, los ciudadanos le darían rienda suelta a la inconformidad. Así ocurrió en el pasado, cuando su propia emergencia el 4-F, desencadenó el derrumbe del Puntofijismo. El interés de producir algún incidente en los territorios castrenses puede lucir contradictorio con este objetivo. Si embargo, no lo es: el Presidente confía en que, si se le cristalizan hoy las condiciones para una nueva "razzia", reafirmaría ante la opinión pública su mando férreo sobre la FAN, reduciría la ola de conflictos callejeros, y obstaculizaría un inoportuno pronunciamiento militar en 2012, en el contexto de una medición electoral a la que asistirá en condiciones inseguras.

Durante los próximos dos años, los venezolanos presenciaremos maquinaciones similares a la que ahora ha protagonizado el general Henry Rangel Silva. Sus provocadoras declaraciones han servido para conocer el quebranto de los respaldos de la FAN a la revolución. El caso es que no sólo Chávez aprendió del 11-A. Sus colegas de armas, y el país, también lo hicieron. Por eso, nadie le dará el gusto de regalarle un nuevo 13-A.

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