Su reto actual
Oswaldo BarretoDomingo, 14 de noviembre de 2010
Quisiéramos traer a nuestra Balanza lo que a todas luces es hoy la preocupación común más grave de de los venezolanos: entender cuál es el sentido, la verdadera significación de la conducta pública que el presidente Chávez ha asumido después de las elecciones celebradas el pasado 26 de septiembre.
Y hablamos de reto en nuestro título porque una de las acepciones que da el DRAE de esta voz se nos antoja que señala cabalmente lo que más nos afecta de los nuevos comportamientos del Presidente. "Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo" dice el tan respetado Diccionario y que constituye por ello "un estímulo y un desafío para quien lo afronta".
Desde hace ya seis semanas nos hemos consagrado, individual y colectivamente, a la labor de establecer qué fue lo que realmente percibió, sintió y pensó Chávez en torno a los resultados de los comicios del 26.
Y a la labor concomitante de establecer las relaciones que puede haber entre lo que él percibió y seguramente vive como un reto y las múltiples acciones y empresas que ha realizado desde entonces.
Labor individual y colectiva de donde han salido distintas lecturas e interpretaciones, todas susceptibles de transformarse en retos para el propio chavismo y para la oposición, como es en el caso de la propiedad privada. Y hemos conocido, sucesiva o simultáneamente, distintas posiciones, que han motivado más especulaciones sobre la manera de enfrentarlas que verdaderas acciones callejeras o de masa promovidas por la oposición
Se ha hablado, así, de acciones puntuales bien emprendidas bajo la iniciativa directa del Presidente, bien por la más o menos espontánea iniciativa de quienes lo siguen. Se ha pensado en el campo de la oposición que, por ser puntuales, tales acciones requerían puntuales respuestas.
Pero muy pronto se ha comenzado a pensar que todo cuanto hace Chávez o deja hacer a sus seguidores conforma una verdadera estrategia, la cual sí puede tomarse como una respuesta global a lo que han significado para Chávez los resultados del 26 S. Se ha hablado, así, de un plan estratégico para acelerar y radicalizar el "proceso revolucionario".
Y se ha puesto en evidencia que los chavistas no vacilan en utilizar la violencia física, no sólo para ejecutar con éxito esta acelerada radicalización del proceso, sino para algo que se creía fundamental y prioritario para el chavismo: triunfar en las elecciones presidenciales del 12 de diciembre.
Pero en estas últimas dos semanas y de ahí que hablemos del reto actual fenómenos como la declaración de Chávez que puede tomarse como una incitación a un golpe militar y el rápido eco que esta declaración ha encontrado en un altísimo oficial activo, obligan a una nueva interpretación de lo que ha sido la reacción de Chávez al reto lanzado por el electorado.
Fenómenos que, amen de claros indicios de una decidida voluntad de poder, dan pie para leer de otra manera el itinerario, la agenda y los propósitos de Chávez al exterior y todos los desmanes que, en abuso a las leyes y a la Constitución, han cometido sus fuerzas. Hay signos ciertos, en una palabra, de que Chávez esta decidido a conservar el poder, así sea pasando por encima de los mecanismos electorales y recurriendo abiertamente a la violencia armada.
La Constitución y las leyes no sólo permiten y autorizan que en todas las instancias públicas y privadas se discuta el alcance de estos signos y se tome posición ante la situación que virtualmente pretenden crear.
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