domingo, 21 de noviembre de 2010

Los náufragos
GUSTAVO LINARES BENZO | EL UNIVERSAL
domingo 21 de noviembre de 2010

A no ser que se sea Vargas Llosa o Aristóteles, es mejor omitir las referencias a uno mismo. Sin embargo, tengo que alterar mi costumbre para hablar de un libro fundamental: La rebelión de los náufragos, de Mirtha Rivero, crónica y ensayo a la vez sobre el segundo gobierno del presidente Pérez. Tuve el honor de trabajar en esa administración y al menos presencié buena parte de los hechos que en ese libro se refieren con absoluta precisión histórica. Sufrí en carne propia, además, que el país entero -sí, el país entero, duélale a quien le duela ahora- hiciera del presidente Pérez y de su gobierno una piñata y ahora se queja de un estado de cosas que era consecuencia segura de la traición a la democracia de los Rodríguez Corro, Escovar Salom, de los magistrados de la Corte Suprema que aprobaron el bodrio del antejuicio y de tantos otros.

El trabajo de Mirtha Rivero es impecable, resumido en el epílogo 2: "y ahora, ¿de qué se quejan?". El patetismo de Eladio Lares diciendo que ayudar al sistema democrático "no es asunto nuestro, nuestro negocio es el entretenimiento", suicidio con efectos años después, es quizás el capítulo menos conocido. ¿Cómo era posible que gente tan inteligente no se diera cuenta de lo que venía?

Para contar una anécdota que no está en el libro, pero que lo resume de algún modo, recuerdo la reunión en el despacho de Ricardo Haussman, entonces ministro de Cordiplan, en la que esperábamos la rueda de prensa del inefable Rodríguez Corro, aquel 19 de mayo de 1993, en que se condenaría sin defensa al Presidente. "No podía ser otro que el presidente de la República quien manejó la partida secreta de ese modo", decía aquel pastiche de la ponencia, sin nada de pruebas. En esa reunión le dije a Ricardo que anotáramos los indicadores macroeconómicos de ese día, dentro de un año los chequearíamos. Recuerdo dos con absoluta precisión: el dólar -libre, no había ni Recadi, ni Cadivi, ni Sitme- lo dejamos en Bs. 84,00 (es decir, 0,08 bolívares fuertes, ¡ni un centavo de hoy!) al año estaba en 400, hoy ni siquiera se puede decir. Y otro, más importante aún, los salarios reales, descontando la inflación, habían crecido ¡23%! en los últimos dos años.

Es justo que casi veinte años después se reconozca lo que ese gobierno hizo y la putrefacta maniobra que lo acabó. Aquellos polvos trajeron estos lodos.

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