RICARDO COMBELLAS |
EL UNIVERSAL
Los últimos acontecimientos en el seno de la oposición revelan una hendidura, que si no se le pone coto a tiempo se profundizará y producirá ineluctablemente una división irreversible. Factores de variada índole han producido este amago de previsible crisis. Por supuesto, me refiero aquí a la oposición democrática, y no a la oposición histérica y cuasi insurreccional que nunca ha dejado de rondar, felizmente sin ningún éxito hasta ahora, la política venezolana, siempre tentada por lo demás a estimular un golpe de Estado y quebrantar, como tantas veces en nuestra agitada historia, el orden constitucional. Estoy de acuerdo en que no fue la más correcta la estrategia de Capriles una vez perdida la elección con el actual presidente Maduro; desmovilizó la oposición y generó una gran, aunque silente, frustración. Igualmente, el intentar plebiscitar las elecciones municipales contribuyó a erosionar su liderazgo, alcanzado por lo demás con pasión y mérito, una hazaña de dedicación a todas luces encomiable que merece nuestra admiración. Consecuencia de ello, y aprovechando una suerte de "baja de las defensas" en su liderazgo, se han desatado prematuramente las ambiciones de quienes pretenden desbancarlo de la posición alcanzada como líder fundamental de la oposición.
En absoluto rechazo la legitimidad del debate por el liderazgo, algo consustancial y hasta natural en el debate democrático; lo que discuto es el momento y la estrategia que han comenzado a utilizar los adversarios de Capriles, y me refiero, en orden a su relevancia, en primer lugar a Leopoldo López, y en segundo lugar a la inefable María Corina Machado, secundados por una inescrutable, extraña y a todas luces escuálida "movida parlamentaria", para intentar desplazar a Capriles, y lo que es absolutamente inadmisible, llevarse por delante la de por sí frágil unidad de la oposición.
Comencemos por el momento. En política el tiempo de las acciones y decisiones es en suma relevante. Ni muy temprano ni muy tarde, pero parece que el dúo López-Machado se fue de bruces. ¿Viveza criolla? El momento exige unión, reflexión, decisión y acción, pero sobre todo y ante todo unión. Por supuesto que la oposición democrática debe permanentemente revisarse y autocriticarse desde adentro, para salir a la calle con una sola voz, con el liderazgo compartido y colectivo donde todos cuentan y todos contribuyen a la unión. El dirigente político que se precie debe valorar en todo momento la sabiduría del dicho popular: Por más que se madrugue no amanece más temprano. La calle es importante (¿por cierto, porqué no ir a plazas más populares, plazas del pueblo llano, y no contentarse con las sempiternas plazas de la clase media?), pero también lo es el Parlamento, donde no basta con lanzar cuatro gritos sino hacer serias propuestas de política alternativa, y las múltiples formas de comunicación política que sigue ofreciendo, pese a los obstáculos que le interpone el régimen, el país.
Luego la estrategia. ¿Hasta cuándo la bendita constituyente?, la ruta más tortuosa y más manipulable, además de peligrosa, para salir de Maduro, aparte de la negación rabiosa e irracional de su hoy indiscutida legitimidad. Tres formidables obstáculos se atravesarán, si en ella perseveran, en su camino: el CNE, el TSJ y el mismo presidente en funciones, que fácilmente les arrebataría la bandera y convocaría una constituyente socialista, para no hablar de los electores, no fáciles de convencer para mostrar públicamente su firma de respaldo. No niego el valor de la asamblea constituyente como una institución originaria para el cambio radical, no sólo de la Constitución sino también del sistema político en su conjunto. Me enorgullezco de haber sido uno de sus proponentes el año 1999, y sobre todo de exigir la participación del pueblo tanto en su convocatoria como en la ratificación de la nueva Constitución. Mi opinión es que no es el momento ni es el camino, por lo menos en el corto plazo de la coyuntura actual.
En suma, le recomendaría el dúo López-Machado, así como a sus desesperados secuaces, retomar la cordura y debatir a fondo sus reclamos y propuestas en el seno de la oposición democrática, con el pueblo y de cara al pueblo. La unión es un bien demasiado preciado, cuya pérdida generaría un daño inconmensurable a la oposición democrática. Blandir un puñal contra Capriles, pido excusas por el lenguaje metafórico, es hoy por hoy jugar con la conciencia libertaria de la inmensa mayoría de los venezolanos. Existen mejores y sobre todo más nobles armas para ganarse en buena lid el liderazgo.
ricardojcombellas@gmail.com
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