sábado, 2 de abril de 2016

Vargas LLosa y Pamuk: De Nobel peruano a Nobel turco

Una charla entre Vargas Llosa y Orhan Pamuk sobre literatura y ética cierra la celebración del 80º cumpleaños del autor de ‘Conversación en La Catedral’

… Y al tercer día llegó la literatura. Después de un lunes de amistad (una cena con 400 amigos) y un martes de política (un seminario con presidentes y expresidentes iberoamericanos), el miércoles fue dedicado a la creación literaria en la larga celebración de los 80 años de Mario Vargas Llosa. Fue el día de la trinidad del Nobel peruano: lectura, escritura y crítica. Es su felicidad perpetua. Ayer lo volvió a confirmar junto a Orhan Pamuk, con quien dialogó. Ambos criticaron las políticas europeas sobre los refugiados y los inmigrantes. Este homenaje a la creación vargallosiana, y a la literatura misma, clausuró en Casa de América, de Madrid, el Seminario Vargas Llosa: cultura, ideas y libertad, organizado por Fundación Internacional por la Libertad y la Cátedra Vargas Llosa.
Dieciocho novelas y una treintena de ensayos, obras de teatro y volúmenes de artículos periodísticos acompañan su bibliografía. Y promete más. Todos celebran los 80 años de un hombre que hace 65 ya había escrito unos cuantos relatos picantes para sus compañeros de colegio, aunque no fue hasta 1956, hace 60 años, cuando debutó, en el diario limeño La Crónica, con el cuento El abuelo.
Esa es la primera voz literaria oficial de Vargas Llosa. Y en esta semana se han escuchado toda clase de voces alrededor de sus ideas. Así empezó la mesa redonda Ética y literatura, en la que participaron Fernando Savater, Javier Cercas y Carme Riera, moderados por Manuel Rodríguez Rivero. Aire, agua, tierra y fuego del universo vargallosiano que, ante unas 300 personas, hicieron visibles los escritores invitados hasta crear este coro de voces:
“Vargas Llosa es una persona ocupada y preocupada por la literatura y la ética. Es su actitud vital y pone en práctica una serie de valores en los que quizá la libertad individual es el más importante”, dijo Carme Riera. La escritora y académica recordó que para el autor peruano “el escritor debe estar comprometido con su tiempo, en clara referencia a Sartre”.
“La dificultad de la ética es que a veces se confunde con los códigos de instrucciones para andar por el mundo. La ética es una reflexión personal sobre la libertad que, aunque puede guiar un código, nunca se remite solo a ellos”, explicó Savater. Luego el filósofo agregó: “Por eso las narraciones se parecen más a lo que queremos como reflexiones éticas. El que tiene plena conciencia tiene mala conciencia porque se desasosiega y la literatura ofrece esas complejidades. Las obras están llenas de aristas y ángulos diferentes, la lección es que hay que fijarse en la vida, no hay que vivir por inercia o rutina sino mirar la vida de cerca, no ser comparsa, hay que ser protagonista”.
“La literatura nos dota de una experiencia de la que de otro modo careceríamos”, apuntó Cercas. Para este escritor, “la literatura es peligrosa para el poder porque quiere personas débiles y pusilánimes. Vargas Llosa dice que en toda novela llamea una protesta contra la realidad. La realidad que resulta insuficiente para lo que uno le pide a la vida. El novelista siembra esa misma rebeldía e insumisión en el lector. Lo que distingue a don Quijote y a Madame Bovary es que ellos hacen realidad sus ficciones”. Cercas reivindicó al Vargas Llosa crítico literario, al autor de Historia de un deicidio y La verdad de las mentiras.
Sobre otra verdad llamó la atención Riera: “En España la literatura está a punto de desaparecer, por lo menos del Bachillerato. Los chicos no leen, es dramático. A lo mejor tendríamos que prohibir la lectura de una vez y así la gente leería”.
Pasadas las siete de la tarde empezó el diálogo entre Vargas Llosa y Orhan Pamuk, moderado por Pilar Reyes, editora de Alfaguara:
Orhan Pamuk: Cuando empecé a escribir la ficción comercial en Turquía tenía una motivación política. Había que escribir sobre la vida en el campo. Lo urbano no se llevaba. La literatura estaba influida por la soviética. Se esperaba una escritura comprometida políticamente. Y yo no quería eso. Pensaba que los narradores tenían que ser como poetas y los autores marxistas debían ser más creativos. Fue con el boom latinoamericano cuando descubrí que el compromiso no estaba reñido con la creatividad y la imaginación.
Vargas Llosa: Yo quería ir a París para convertirme en escritor. No me sentía vinculado a América Latina. El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, me reencontró con América. Y usé la modernidad para contar ese mundo.
O. P.: El que estuvo en París fue mi padre. Yo me quedé en Estambul. Decidí ser escritor a los 23 años.
V. Ll.: No tenía conciencia clara de qué escritor quería ser. Fue al leer Madame Bovary, de Flaubert, cuando lo supe. Entendí que el realismo no significaba chabacanería.
O. P.: Mis modelos literarios son Proust, Tolstoi, Dostoievski y Mann. Borges me ayudó a manejar los textos antiguos y Faulkner, en la técnica.
La charla siguió por predios de la concepción de sus libros. Hacia el final, Pilar Reyes preguntó por la actualidad europea.
V. Ll.: El problema de los refugiados que están llegando tiene que ver con los viejos prejuicios que han renacido. Hay que defender los valores…
O. P.: Una triste verdad es que los pueblos de Europa no quieren a los inmigrantes. La UE ha pedido a Turquía que cree un muro, que sea el filtro. Quieren que nosotros hagamos el trabajo sucio. Prefieren a los turcos antes que a los árabes. Hay que decirlo más y más, Mario. Hay que defender los valores de la Unión Europea.
Todas estas voces son posteriores al nacimiento del universo vargallosiano, a aquella voz primigenia que en 1956, bajo el título de El abuelo, empezó diciendo:
“Cada vez que crujía una ramita, o croaba una rana, o vibraban los vidrios de la cocina que estaba al fondo de la huerta, el viejecito saltaba con agilidad de su asiento improvisado, que era una piedra chata, y espiaba ansiosamente entre el follaje. Pero el niño aún no aparecía. A través de las ventanas del comedor, abiertas a la pérgola, veía en cambio las luces de la araña, encendida hacía rato, y bajo ellas, sombras movedizas y esbeltas, que se deslizaban de un lado a otro con las cortinas, lentamente. Había sido corto de vista desde joven, de modo que eran inútiles sus esfuerzos por comprobar si ya cenaban, o si aquellas sombras inquietas provenían de los árboles más altos…”.

UN VIAJE LITERARIO COMPARTIDO

Escritura: “Tengo el hábito de compartir lo que escribo con mi pareja y mi hija. Escribo lentamente, como una tortuga. En realidad estoy más contento cuanto pinto, pero me siento más sabio cuando escribo”. (Pamuk)
Estructura: “Pensaba que la importancia de un libro estaba en los temas más que en la estructura y la organización del tiempo. Sin la experiencia de Flaubert no hubiera sido el escritor que soy” (Vargas Llosa).  
Novela. “La novela, como decía Henry James, no solo es autoexpresión propia es estructura. Los novelistas deben ser personas poseídas. Escribo sin preocuparme mucho de las consecuencias políticas. Quiero ser absolutamente poético y profundamente significativo. Como decía Fitzgerald: ‘Si tienes dos opiniones firmes ese es el principio de una buena novela’” (Pamuk).
Talento. “No quería ser un escritor mediocre, pero no tenía facultades. Al leer las cartas de Flaubert sobre el proceso de creación de Madame Bovary me di cuenta de que con trabajo, insistencia y perseverancia uno puede crear un sucedáneo a ese genio que no tiene” (Vargas Llosa).
París: “No me sentía vinculado a América latina. Soñaba con llegar a París, creía que para llegar a ser escritor tenía que estar allí” (Vargas Llosa).
Estambul: “Yo no necesitaba irme para ser escritor porque estaba muy ocupado con Estambul, ya que ahí tenía bibliotecas y capas y capas de civilizaciones” (Pamuk).

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