Gasolina y política petrolera
JOSE GUERRA
Parece un hecho que el gobierno va aumentar el precio de la gasolina y demás derivados del petróleo. Se habla de un incremento del precio a nivel del costo de producción estimado por el gobierno en Bs 2,60 por litro. Este es un aumento significativo cuyo primer efecto es un alza importante de los ingresos fiscales que estarían siendo financiados por los venezolanos.
Nadie discute que los combustibles en Venezuela están subsidiados y que el monto de ese subsidio alcanza magnitudes considerables. Acá los números.Venezuela consumió en 2013 la cantidad de 703.000 barriles diarios de hidrocarburos, de los cuales gasolina fue 299.000 barriles y gasoil y otros destilados 249.000 barriles, como se muestra en el gráfico. El costo de producción aproximado de un barril de gasolina en la puerta de la refinería es US$ 16,7 y ese barril se vende en el mercado interno en US$ 4,78, lo que arroja una pérdida contable de US$ 3.579 millones anuales. Pero hay otra pérdida más importante que es la generada por el llamado costo de oportunidad del subsidio a la gasolina, es decir, los ingresos sacrificados que se hubiesen obtenido si ese barril de gasolina se hubiese exportado a un precio de US$ 3,70 por galón, es decir, a US$ 155 por barril, en lugar de consumirlo internamente. Sacadas así las cuentas, el monto dejado de percibir alcanzaría a US$ 17.100 millones anuales.
La teoría económica es clara sobre los efectos de los subsidios. Crean distorsiones, tienen un elevado costo para el fisco y además implican el sacrificio de otras actividades más productivas que se pueden financiar con el monto del subsidio. En el caso de los combustibles, los efectos perversos son aún mayores, entre otros, la contaminación ambiental por el uso excesivo, el congestionamiento vehicular y sobre todo el olvido por parte del ciudadano de la noción de contabilidad, que no hay bien regalado, que todo cuesta y alguien paga. Estas aberraciones que produce el subsidio a la gasolina se han magnificado por el festival de demagogia que ha habido en Venezuela, encabezado por quienes hoy son gobierno y en 1989 hicieron de su oposición al primer intento por ajustar los precios de los combustibles, la razón de ser de su política. Hasta el intento de golpe de Estado de febrero de 1992 lo justificaron por esa medida. Y lo hicieron además sin proponer nada, oponiéndose por oponerse, como buenos demagogos que son. Ahora no encuentran como justificar que sean ellos quienes tengan que aumentar los precios de los combustibles.
Mi opinión es que los precios de la gasolina y demás combustibles hay que aumentarla pero en el contexto de una política petrolera nueva y totalmente distinta a la que ha seguido este gobierno en sus quince años y que ha consistido en reducir la producción petrolera, hacer de PDVSA una empresa hiper diversificada y tejer alianzas con empresas estatales extranjeras, todo lo cual se ha traducido en estancamiento y endeudamiento por parte de PDVSA.
Las bases de esa nueva política petrolera radican en aumentar la producción basada en la participación de la inversión de PDVSA, las empresas extranjeras y el capital nacional, incentivar la formación del capital criollo y su incorporación en todas las fases del negocio que sean posible, estimular un programa de compras nacionales, contrario a lo que ahora hace PDVSA que favorece las importaciones, desarrollar el potencial gasífero para así reducir la dependencia y establecer los fondos petroleros. Estos últimos serían de dos tipos. El primero de ellos sería uno de inversión formado por los ahorros de los venezolanos en el sistema financiero y las cajas de ahorro, que tomarían parte en el financiamiento del componente local de la inversión, con lo cual PDVSA no tendría que recurrir a la impresión de dinero del BCV para financiarse. El otro sería el fondo de participación de la renta petrolera, que acumularía una porción de la renta generada por el petróleo a ser invertida en instrumentos seguros y rentables, y los dividendos distribuidos directamente a los venezolanos. Esto empoderaría a los ciudadanos que dejarían de tener una relación pasiva con el petróleo. Con esta política ya Ramírez, ni nadie más podrían utilizar a PDVSA como la secretaria de finanzas del PSUV o de otro partido político.
Tras dieciocho años sin incrementos del precio de la gasolina, lo mejor para el país es abrir un gran debate, sosegado, no solamente sobre el aumento de la gasolina, sino sobre el destino de la industria que aún muy mal manejada, todavía nos da de comer.
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