Cabello, el cacique arrinconado que se quedó sin suceder a Chávez
Guillermo D. OlmoABC España
El testimonio y fuga a los Estados Unidos de su jefe de
seguridad y sus incendiarias acusaciones de narcotráfico ante la
Fiscalía federal estadounidense suponen un nuevo varapalo político para Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional venezolana
y uno de los machos alfa del régimen bolivariano desde sus orígenes en
los ya lejanos tiempos del golpe fallido contra Carlos Andrés Pérez en
1992.
Cabello, de 51 años, fue uno de los cabecillas de aquella asonada y muñidor a la vera del entonces coronel Hugo Chávez Frías
del Movimiento V República (MVR), la organización política con la que,
andado el tiempo, terminarían alcanzando el poder por la vía
democrática.
Este ingeniero militar ha estado en las tripas del régimen
desde su nacimiento hasta la actualidad, incluidos sus momentos más
críticos. Cuando en el año 2002 Chávez se vio forzado a dejar el poder
por el golpe abanderado por el empresario Pedro Carmona, Cabello,
entonces vicepresidente de la República, pasó a la clandestinidad.
Derrotada la rebelión, fue él quien activó la misión especial que
permitió al temporalmente derrocado presidente Chávez regresar de su
cautiverio en la isla de La Orchila.
Después ha sido ministro de casi todo y uno de los máximos responsables del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV),
la organización sucesora del MVR, hasta convertirse en presidente de la
Asamblea Nacional, una de las figuras más poderosas en el
presidencialista sistema venezolano.
Relegado por la muerte de Chávez
Sin embargo, la muerte de Chávez lo relegó a un segundo
plano. Cabello era junto a Rafael Ramírez, presidente de la rica
petrolera estatal, y Nicolás Maduro, el principal candidato a suceder al
líder supremo una vez que las exclusivas mundiales de ABC hicieron
evidente que su agonía era irremisible. Pero poco antes de morir, el
comandante designó sucesor a Maduro, que asumió una presidencia interina
que, según voces críticas y destacados juristas, debía haber
correspondido por imperativo constitucional a Cabello.
Desde entonces, según confirman fuentes venezolanas que
prefieren el anonimato, el presidente de la Asamblea mantiene su
influencia y Maduro lo respeta por su enorme poder económico. Se dice
que «media Venezuela depende del dinero de Cabello». Sería esta
circunstancia la que disuadiría a Maduro de un enfrentamiento abierto
con Cabello, pero el actual presidente ha ido dando pasos en forma de
remodelaciones ministeriales que han dejado de facto «arrinconado» al
otro gran pez gordo bolivariano. Hoy en día,los leales a Maduro copan
las carteras ministeriales y día a día gana peso la figura de Jorge
Arreaza, vicepresidente y esposo de una de las hijas de Chávez.
En este complejo ecosistema político,la denuncia y exilio
del capitán Salazar bien podría estar relacionada con pulsos soterrados
en la cima del poder, por más que los máximos dirigentes se empeñen en
mostrar siempre una imagen de unidad sin fisuras. Cabello es ahora
directamente acusado de narcotráfico y podría ser perseguido por ello
desde instancias policiales y judiciales internacionales.Las fuentes
venezolanas consultadas por ABC recuerdan que el hoy incriminado «no
tiene buena fama entre el chavismo y hace movimientos en la sombra
contra Maduro, pero su figura es muy fuerte».En alguna ocasión ha dicho
que él no cree en el chavismo sin Chávez. Quizá esta sea la clave que
explique todo.
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