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Y el discurso parió un ratón
Jean Maninat
Un grupo amigo de refinados cultores de la jovialidad a toda prueba
cruzaron conjeturas acerca de la razón que podría ofrecer el jefe del
Gobierno, el Sr. Maduro, para justificar el retardo en presentar su tan
esperado informe a la nación ante la Asamblea Nacional. Se barajaron
varias alternativas argumentales de su parte, las cuales quedaron
consignadas como sigue:
Un laboratorio del Pentágono habría
enviado un mosquito cargado con una sustancia tóxica que, al picarlo, lo
dejó afónico y entre carraspeos y tragos de limón con ron, decidió
postergar su presentación hasta que se le aclarase la voz; que dado el
extenso y laborioso viaje que lo ocupó durante trece días, con los
recurrentes cambios de climas y husos horarios, idiomas exóticos y el
frío parejo que padeció, cuando finalmente aterrizó en el país no sabía
dónde estaba, ni el día de la semana, ni la lengua en la que lo
saludaban en Miraflores; que por un descuido imperdonable de sus
escoltas, alguien de la copiosa comitiva de allegados se extravió en
alguno de los aeropuertos que tocaron (sí, como aquel mocoso insufrible
de Home Alone) y la preocupación por su paradero le impedía la necesaria concentración para revisar su presentación.
Y last but not least,
que se habría visto obligado a esperar a que el presidente Obama diera
su mensaje a la nación, para luego de descifrarlo minuciosamente con su
Estado Mayor para el Análisis de Discursos Presidenciales, responderle
como se merece a ese "afroamericano Tío Tom" representante del complejo
militar-industrial del imperio norteamericano. Y de paso, ver primero
cómo venía la mano con lo de Cuba.
Mientras se amontonan estos
párrafos, el tan ansiado discurso no ha sido pronunciado y no podemos
sino hacer conjeturas, elucubraciones, pases de bola de cristal, para
antes de la hora de entrega del artículo pautada, tratar de vislumbrar
cual sería su contenido. Pasan frente al monitor frases que hicieron
memorables algunas alocuciones de líderes políticos: el Ich bin ein Berliner (Soy
berlinés o Soy ciudadano de Berlín) del presidente John. F. Kennedy en
su discurso frente al muro que levantó el gobierno comunista de la
antigua RDA para dividir la ciudad y apartar la libertad; o el casi
bíblico "no tengo nada que ofrecer salvo sangre, esfuerzo, lágrimas y
sudor" del primer ministro Winston Churchill en su histórico discurso
ante la Casa de los Comunes para congregar el espíritu de lucha del
pueblo británico contra el fascismo. Nada similar podemos esperar.
Hoy
miércoles, 21 de enero de 2015 a las 11:30 am, uno ya puede imaginarse
el tono amenazante contra la oposición, el expediente de descargar la
responsabilidad por la terrible situación que viven los venezolanos:
inseguridad, inflación, escasez y largas filas, en fuerzas externas y
conspirativas. La ausencia total de comprensión de que para recuperar la
nación hay que desmantelar tres lustros de ineficacia económica y tener
el valor histórico de hacerlo.
A estas horas todavía tempranas,
ya se pueden escuchar los vítores oficialistas a cada logro inventado,
los abucheos a cada mención de la "derecha apátrida", el recuento épico
de un viaje esperpéntico, los millones encontrados, las promesas
anunciadas y la cantinela de que los precios del petróleo son víctimas
de una conspiración del capitalismo internacional. En suma, el apogeo,
una vez más, de una ceguera ideológica sin parangones incluso en la
América Latina de hoy día.
Para cuando caiga la noche y la sesión
especial haya finalizado el discurso habrá parido un ratón, envenenado,
pero ratón al fin.
@jeanmaninat
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